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Nunca había sido capaz de ver a Deku como un igual. Rechazaba el hecho de que éramos más cercanos de lo que quería aceptar. En nuestra niñez, me di cuenta que una persona toma lo que aprendió teniendo cinco años y lo lleva consigo todo el tiempo. Algo tan ridículo como yo creyendo ser el más fuerte de todos los niños del jardin, que todos ellos estuvieran de acuerdo y me mirasen como si fuera un tipo de prodigio al que nunca estuve ni un poco cerca, me convenció de que nadie podía superarme.

Pero aún así, él conseguía hacerme dudar. Incluso sin tener un don, el simple hecho de que dejara a un lado la forma en la que yo me comportaba con él y me extendía la mano, me ponía de los nervios al conseguir ponerme inseguro.

Cuando entré a la UA y lo vi ahí, con Allmight, con un don... Perdí la cabeza. Ya ni siquiera me metía con él como en la secundaria. No me tomaría la molestia de humillarlo si ahora mismo me siento inferior a él.

—Kacchan.— Pensé que era producto de mi mente.

Ahora, estaba más confundido que nunca. Definitivamente no es porque me sienta inferior a ella. Entonces, ¿Por qué sentí la necesidad de arreglar las cosas?

—Kacchan, te estás mojando.— Sentí golpecitos en el hombro.

Y si no logro asimilar el rencor que le tengo a Deku sabiendo que está ahí desde prácticamente toda mi vida, ¿Cómo puedo reconciliarme con ella, que llegó de repente a sacarme de mis casillas?

—¡Kacchan!— Finalmente me sacó de mis pensamientos. Se supone que estábamos a punto de entrenar.

—Joven Midoriya, esperen a que la lluvia pase allá.— Dijo Allmight señalando que debíamos refugiaramos de la lluvia bajo un sitio. Me dirigí adentro y me senté donde había dejado mi bolso con anterioridad.

Moví mi torso en la dirección de la que provino su voz, y sentí todo mi traje empapado ajustarse más a mi piel. Midoriya siguió a Allmight hasta las bancas de la cancha, donde todos los demás estaban.

Desde que conozco el secreto de su don, mi confianza fue en declive. En cambio mis ganas de superarlo sólo aumentaron. Había rechazado hasta ahora entrenar con él, pero me di cuenta que quería descubrir por qué Allmight lo eligió. Quería saber a qué se debía su progreso tan rápido, y acepté.

—Vas a enfermarte.— Escuché su voz y mis oídos lograron agilizarse tanto que no fui capaz de oír la lluvia golpear el techo, concentrandome en ella. No quise ver a su dirección, pero se sentó un escalón frente a mi.

—¿Yo? Mírate a ti.— Sero se acercó, quedando frente a ella, tenía ropa de natación. Los dientes de Inku castañeaban del frío.—Espera.— Miré de reojo a Sero rebuscar algo en su bolso. —Ten, está limpio.— Le extendió un suéter gris.

Ella lo miró y hizo ademán de ponérselo. Él lo tomó y le pidió que alzara los brazos, ella se dejó hacer. Él sonrió y le revolvió el cabello. Estoy seguro de que podía punzarle la frente con mi mirada. Lo confirmé cuando alzó ligeramente los ojos para descubrir que yo estaba ahí.

—Mi ropa te queda bien.— Dijo, aún mirándome. Que chiste. Estoy seguro que se vería mejor con la mía.

—Ajá. Lárgate para que te cambies.— Él obedeció, antes de marcharse recordó algo.

—Creo tener una toalla extra en mi bolso. Toma una para que te seques.— Y se fue en dirección a los cambiadores a un costado de las bancas.

En ese momento, recordé que yo tenía un suéter azúl en mi bolso. Y, que también tenía un sueter suyo que había olvidado regresarle en casa. Rebusque en mi bolso y lo tomé. Toqué su hombro para que se girase. Cuando lo hizo, al alzar su vista a la mía, su ceño se arrugó. Tenía la naríz rosada, el centro de su cara estaba colorado. Le extendí el suéter, pero se giró para luego comenzó a secar su cabello con la toalla de Sero. Me incliné hacia adelante y puse mi mano con el suéter a un lado de su cara. Ella lo tomó y me lo lanzó en la cabeza.

BlondeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora