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Después de clases Chuuya y Dazai decidieron tener una cita, últimamente se habían enfocado en estudiar así que querían despejarse. Dazai llego a su casa depues de acompañar a Chuuya a la suya.

Al abrir la puerta, fue recibido por su padre, Mori, quien estaba en la sala revisando unos papeles. Su padre Fukuzawa había salido de viaje de negocios y no regresaría dentro en una semana.

— ¡Hola, papá! — saludó Dazai.

— Hola, querido. ¿Cómo estuvo tu día? —  preguntó Mori, sonriendo mientras se dejaba los papeles en la mesa.

— Estuvo bien —  respondió Dazai — Y ahora tengo planes para salir con Chuuya.

En ese momento, su pequeño hermano Ranpo, que estaba jugando con unos bloques en la sala, levantó la vista y vio a Dazai. Sus ojos se iluminaron de emoción y, tambaleándose, se puso de pie. — Dai... Dai...—  balbuceó mientras caminaba hacia su hermano mayor, sus pequeños pies dando pasos inciertos pero decididos.

Dazai se agachó y extendió los brazos para recibirlo. — ¡Mira quién está caminando tan bien! ¡Es mi pequeño Ranpo! —  exclamó con entusiasmo, levantando al bebé en el aire antes de abrazarlo. Le dio unos cuantos besitos en la mejilla, provocando una risa contagiosa en el bebé.

— Dai... Dai...— repitió Ranpo, feliz en los brazos de su hermano.

Mori, que observaba desde el sillon, sonrió al ver la escena. — Es adorable cómo se llevan ustedes dos — comentó poniéndose de pie.

— Ranpo es un niño muy tierno, como no amarlo —  dijo Dazai, bajando al pequeño con cuidado y acariciándole el cabello.

Sin embargo, tan pronto como Dazai intentó soltarlo, Ranpo agarró su camisa con fuerza, sus ojos llenándose de lágrimas. — No, no, Ranpo, no llores —  dijo Dazai, tratando de calmarlo. — Tengo que irme a cambiarme.

Mori se acercó rápidamente con una paleta en la mano. — Mira lo que tengo, Ranpo —  dijo con voz dulce, agachándose para estar a la altura del bebé. La vista de la paleta captó inmediatamente la atención de Ranpo, quien dejó de llorar y extendió sus manos hacia ella.

— ¡Ta... ta! —  exclamó, dejando ir a Dazai para tomar el dulce de las manos de su padre.

Dazai aprovechó la oportunidad para escabullirse hacia su habitación.

Después de pensar en lo que usaría, Dazai se cambió rápidamente de ropa. Al terminar de arreglarse, bajó las escaleras.

— Papá, me voy — dijo Dazai, preparándose para salir.

—  Diviértete, Osamu.

Sin embargo, en cuanto Ranpo vio a su hermano mayor, se levantó tambaleándose y dejó caer la paleta con la que estaba jugando. Al darse cuenta de que Dazai se iba, comenzó a llorar y a llamar desesperadamente. — Dai... Dai...

El llanto de Ranpo llenó la casa, y Dazai y Mori se volvieron para ver al pequeño bebé con los brazos extendidos en dirección a su hermano. Dazai se acercó rápidamente y lo cargó, tratando de calmarlo.

— Shh, shh, Ranpo. No llores, pequeño. Tengo que irme, pero volveré pronto —  dijo Dazai, meciéndolo suavemente en sus brazos. Pero Ranpo seguía llorando, su pequeño rostro rojo por el esfuerzo.

Mori recogió la paleta del suelo y se la mostró a Ranpo, pero él la ignoró completamente, aferrándose aún más a Dazai. — Chuuya se va a molestar si llego tarde.

Mori frunció el ceño, pensando rápidamente en una solución. — Déjame intentarlo — dijo, extendiendo los brazos para tomar a Ranpo. Pero el pequeño se negó a dejar ir a Dazai, aferrándose a su camisa con una fuerza sorprendente.

All my life (Soukoku)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora