Especial 1

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* Después de cada capítulo especial habrá un salto en el tiempo*

Chuuya estaba muy triste y quería llorar. Hoy no pudo ir Dazai a la guardería porque estaba enfermo, o eso era lo que la maestra Yosano mencionó. Era la primera vez que pasaría las clases solo sin su amigo.

Veía a los demás niños jugar en el patio por la ventana del salón. Los colores vibrantes de las pelotas y los gritos de alegría de sus compañeros no lograban arrancarle una sonrisa. Todo le parecía gris sin Dazai a su lado. No tenía gracia salir a jugar si no era con él. Lo extrañaba un montón.

La maestra Yosano notó la tristeza en los ojos de Chuuya y se acercó con una sonrisa suave.

— Chuuya, ¿Quieres unirte a los niños que están jugando con bloques? — le preguntó, señalando a un grupo de niños que construían torres en una esquina del salón.

Chuuya negó con la cabeza sin decir nada, sus ojos fijos en el suelo. La maestra suspiró y se agachó para estar a su altura.

— Sé que extrañas a Dazai, pero él estará mejor pronto y volverá a jugar contigo. Mientras tanto, puedes divertirte con los otros niños. Estoy segura de que ellos también quieren ser tus amigos.

— No es lo mismo, maestra — murmuró Chuuya, casi inaudible.

Yosano le dio una palmadita en el hombro y se levantó, dejándolo solo con sus pensamientos. Chuuya siguió mirando por la ventana, observando cómo los otros niños reían y corrían. Cada carcajada le hacía sentir más solo.

Finalmente, decidió salir al patio. Tal vez el aire fresco lo ayudaría a sentirse mejor. Caminó lentamente hacia un rincón del patio, lejos del bullicio, y se sentó en el suelo con las piernas cruzadas. Un par de lágrimas se deslizaron por sus mejillas, pero las limpió rápidamente con la manga de su camiseta.

— ¡Chuuya! —  gritó una voz familiar.

Era Nikolai, un niño del salón, que se acercaba corriendo.

—  ¿Quieres jugar conmigo? —  preguntó, con una sonrisa esperanzada.

Chuuya dudó por un momento, pero luego negó con la cabeza.

— No, gracias, Nikolai. Prefiero estar solo un rato.

Nikolai pareció decepcionado, pero asintió y se alejó para unirse a los demás niños. Chuuya suspiró y volvió a mirar el cielo, deseando que el día terminara pronto.

 Chuuya suspiró y volvió a mirar el cielo, deseando que el día terminara pronto

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Por fin sonó la campana anunciando la salida. Chuuya, sin ganas, alistó su mochila de pingüino y fue a esperar a su mamá. Al verla, se le acercó rápidamente. Kouyou, al ver triste a su hijo, lo abrazó y lo cargó en sus brazos.

— ¿Qué pasa, mi amor? — le preguntó con voz suave y preocupada.

Fue entonces cuando Chuuya no pudo contenerse más y rompió en llanto. Las lágrimas corrían por sus mejillas mientras se aferraba a su madre.

All my life (Soukoku)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora