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El reloj marcaba las 5:00 am cuando Dazai, con toda la flojera del mundo, se levantó de la cama. La luz tenue del amanecer apenas empezaba a filtrarse por las cortinas. Miró a su lado y vio a su pequeño novio, Chuuya, dormido plácidamente. Sin poder resistir la ternura del momento, se inclinó y le dio un beso suave en la frente antes de levantarse con cuidado para no despertarlo.

Dazai se dirigió a bañarse y se puso la ropa.

— ¿Por qué las clases tienen que ser tan temprano? —  murmuró para sí mismo.

Dazai se dirigió a la cocina. Abrió el refrigerador y sacó algunos ingredientes para preparar un desayuno rápido, al terminar de comer, Dazai salió de la casa, asegurándose de cerrar la puerta suavemente. El aire fresco de la mañana lo envolvió, ayudándolo a despejarse un poco mientras caminaba hacia la parada del autobús.

Horas después, Chuuya se despertó con el sol brillando intensamente en la habitación. Parpadeó varias veces antes de darse cuenta de que Dazai ya no estaba a su lado. Se estiró y miró el reloj, notando que era casi el medio dia. No quería levantarse; anoche, él y Dazai se habían quedado hasta tarde jugando videojuegos.

Con un gran esfuerzo, Chuuya se levantó de la cama y bajó a la cocina. Se preparó un desayuno, algo sencillo para recuperar energías. Luego, se metió a bañar, dejando que el agua caliente lo despertara por completo. Al salir, se vistió con una ropa comoda.

Cuando el reloj marcó la 1:10 pm, escuchó la puerta abrirse. Sabía que era Dazai. Su corazón se aceleró ligeramente mientras bajaba las escaleras apresuradamente.

— ¡Osamu! — exclamó Chuuya, corriendo hacia él y envolviéndolo en un abrazo.

Dazai sonrió y le besó suavemente la frente. — Hola, Chuuya — respondió con una calidez en su voz.

— Te extrañé — dijo Chuuya, sin soltarlo.

Dazai rió suavemente y le acarició el cabello. — Pero si no me tardé tanto —  respondió, aunque él también había sentido la ausencia de Chuuya.

— Para mí, fue mucho tiempo — replicó Chuuya, apartándose un poco para mirarlo a los ojos.

Dazai sonrió y se inclinó para besarle los labios con ternura. — Yo también te extrañé mucho — admitió al separarse, mirándolo con afecto.

Ambos se dirigieron al sofá, donde Dazai se dejó caer con un suspiro de alivio. Chuuya se acomodó a su lado, recostando la cabeza en su hombro.

— ¿Qué tal estuvo tu mañana?, — preguntó Chuuya, cerrando los ojos mientras disfrutaba de la cercanía.

— Aburrida como siempre. Las clases son una tortura —  respondió Dazai, rodeándolo con un brazo.

— Bueno, al menos ya estás aquí — murmuró Chuuya.

Dazai sonrió, apretándolo un poco más contra él. — Y no me iré a ningún lado por el resto del día —  prometió, disfrutando del momento de paz y tranquilidad junto a su novio.

Chuuya se acomodó más cerca de Dazai al escuchar sus palabras. — ¿De verdad no tienes que salir hoy? — preguntó, sus ojos brillando de emoción.

Dazai asintió con una sonrisa. — Sí, me las arreglé para tener el día libre. Pensé que podríamos hacer algo juntos, si te apetece.

— ¡Claro que sí! —  exclamó Chuuya, su felicidad evidente. — ¿Qué tienes en mente?

Dazai se inclinó hacia adelante, sus ojos brillando con una chispa de travesura. — Estaba pensando... ¿Qué te parecería ir a una feria esta noche? Hace mucho que no tenemos una cita adecuada.

Chuuya no pudo contener su alegría. — ¡Me encantaría! Hace tanto tiempo que no vamos a una feria. Será divertido.

— Entonces está decidido — dijo Dazai.

La tarde pasó rápidamente, hasta que llegó la hora de alistarse, para salir.

Ambos se cambiaron de ropa, eligiendo atuendos cómodos pero adecuados para la ocasión.

Cuando estuvieron listos, salieron de casa y se dirigieron a la feria.

Al llegar al lugar de la cita Chuya  no paraba de ver emocionado todo.  — ¡Mira Osamu! Todo se ve increíble.

Dazai sonrió al ver la felicidad de Chuuya. — Me alegra que estés emocionado. ¿A dónde quieres ir primero?

Chuuya se detuvo un momento, mirando a su alrededor antes de señalar hacia una enorme rueda de la fortuna. — ¡Ahí! Siempre he querido subirme a una de esas.

— Entonces vamos — dijo Dazai, tomándolo de la mano y llevándolo hacia la rueda de la fortuna.

La fila no era muy larga, y pronto estuvieron sentados en una de las cabinas, ascendiendo lentamente hacia el cielo. La vista desde arriba era impresionante, con las luces de la feria extendiéndose a sus pies.

— Es hermoso — murmuró Chuuya, mirando a su alrededor.

Dazai lo miró, notando cómo la luz de la feria iluminaba su rostro. — Sí, lo es — dijo suavemente, pero sus ojos estaban fijos en Chuuya.

Después de bajar de la rueda de la fortuna, decidieron explorar más de la feria. Probaron suerte en varios juegos, riendo cuando Dazai ganó un gran peluche para Chuuya en un juego de lanzamiento de aros.

— ¡Es tan lindo! — exclamó Chuuya, abrazando el peluche. — Gracias, Osamu.

— De nada —  respondió Dazai, sonriendo. — Sabía que te gustaría.

Continuaron explorando, deteniéndose para comprar algodón de azúcar y otros dulces. Chuuya insistió en probar todas las golosinas, y Dazai no se lo impidió, disfrutando de ver a su novio tan feliz.

— ¿Qué tal si probamos el tiro al blanco? — sugirió Chuuya, señalando hacia un puesto cercano.

Dazai asintió, y ambos se dirigieron allí. Chuuya se concentró, lanzando con precisión y ganando otro premio. — ¡Mira esto! — dijo, mostrando su premio a Dazai.

— Impresionante — comentó Dazai, riendo. — Mi bonito novio es un experto en esto.

Chuuya al escucharle decir eso, se sonrojó y sonrió tiernamente a Dazai.

Pasaron el resto de la noche explorando cada rincón de la feria, montándose en más atracciones y compartiendo momentos de pura diversión. Cuando la noche comenzó a enfriarse, decidieron que era hora de regresar a casa.

— Fue una noche increíble —  dijo Chuuya mientras caminaban de regreso. — Gracias por traerme aquí.

— Me alegra que te haya gustado —  respondió Dazai, envolviendo su brazo alrededor de los hombros de Chuuya. — Era lo menos que podía hacer. Me encanta verte feliz.

Dazai miró a Chuuya y le dio un beso en los labios. — Te amo.

Chuuya sonrió, acurrucándose más cerca de él. — Yo también te amo, Osamu.

Al llegar a casa, ambos estaban cansados pero satisfechos. Chuuya miró a Dazai antes de entrar. — Deberíamos hacer esto más seguido.

Dazai asintió. — Definitivamente. Cualquier cosa que te haga sonreír así, vale la pena.

Y con esa promesa, ambos entraron a casa, llevando consigo los recuerdos de una noche perfecta.

Y con esa promesa, ambos entraron a casa, llevando consigo los recuerdos de una noche perfecta

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⏰ Última actualización: Jul 04 ⏰

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All my life (Soukoku)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora