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Eran pasadas la medianoche cuando Chuuya volvió a cambiar el paño húmedo en la frente de Dazai. La habitación estaba en penumbra, apenas iluminada por la luz tenue de una lámpara de escritorio. Chuuya, con movimientos cuidadosos, retiró el paño caliente y lo reemplazó con otro fresco, impregnado de agua fría. Luego, se inclinó y depositó un beso suave en la frente de su pareja.

Dazai abrió los ojos al sentir la sensación húmeda y vio a Chuuya sonriéndole.

— ¿Qué haces aquí? —  preguntó Dazai con la voz aún ronca por la fiebre — Ya es demasiado tarde.

Chuuya frunció los labios en un puchero, fingiendo estar ofendido.

— Le avisé a mi mamá que me quedaría a dormir aquí para cuidarte. ¿No quieres que me quede?

Dazai suspiró, visiblemente conmovido pero también preocupado.

— No es eso, Chuuya. —  Carraspeó, intentando aclarar su garganta — Podrías contagiarte.

Chuuya se encogió de hombros con una sonrisa despreocupada.

—  No me importa, nunca me enfermo. —  Se sentó al borde de la cama — Además, ¿Qué más da faltar unos días a clases? Así me quedare todo el día en la cama.

Dazai lo miró con reproche, pero una leve sonrisa se asomó en sus labios.

— Sabes que no deberías tomarte las clases tan a la ligera. — dijo Dazai, aunque su tono carecía de la severidad.

Chuuya hizo un gesto de desdén con la mano.

— Bah, las clases pueden esperar. Tu salud es más importante. — Respondió. — Tu papá llamó. —  dijo, observando la reacción de Dazai — Dijo que llegarán en la madrugada.

Dazai asintió lentamente.

— Gracias por cuidarme.

Chuuya le acarició el cabello con ternura.

— No tienes que agradecerme. — replicó Chuuya — Eres mi pareja y mi deber es cuidarte.

Dazai cerró los ojos, disfrutando del momento de tranquilidad que le ofrecía la presencia de Chuuya. A pesar de la fiebre y el malestar, se sentía agradecido de no estar solo.

— ¿Quieres un poco de agua?

Dazai negó con un leve movimiento de cabeza.

—  No, gracias. — susurró, sus ojos fijos en los de Chuuya — Pero... ¿Te echarías a mi lado?

Chuuya sonrió, con un brillo travieso en sus ojos.

— ¿No querías que no me enfermara? — replicó, con una ceja levantada.

Dazai soltó una pequeña risa que terminó en una tos suave. Luego, mirándolo con ternura, dijo —  Silencio. No hay mejor cura que tu compañía.

La sonrisa de Dazai se tornó coqueta, provocando un sonrojo inmediato en las mejillas de Chuuya. A pesar de su aparente reticencia, Chuuya se echó al lado de Dazai, acomodándose cuidadosamente para no molestarlo.

— Ni enfermo dejas de ser un descarado. — murmuró Chuuya.

Dazai, con una sonrisa traviesa, se inclinó y le dio un beso en la mejilla. Chuuya se quedó inmóvil por un momento, sintiendo el calor en su rostro aumentar.

Dazai, sintiéndose cada vez más adormilado, murmuró — Tengo sueño...

Chuuya sonrió con ternura y se inclinó para darle un beso en la frente. Con una mano, acarició suavemente las mejillas febriles de Dazai.

All my life (Soukoku)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora