CAPÍTULO TREINTA Y SIETE

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10 de diciembre del 2023


Me sentía solo. No era una sensación que me molestara mucho, pero ahora simplemente no era la soledad, sino el vacío que la acompañaba.

No había vuelto a saber de Alex y si bien la espina de lo que pudo haber sido de ella seguía clavada en mi pecho, también seguía repitiéndome a mi mismo que ella estaba mejor sin mi.

Suficiente era el daño que le había hecho, lo que había tenido que aguantar no solo de mi, sino tambien de mi familia.

Alex lo había intentado todo para solucionar lo que teníamos, para darle otra oportunidad, pero yo no había puesto de mi, era consciente de aquello, no podía ser el hombre que alguna vez había sido para merecer su amor tan incondicional.

Por más pruebas de amor que hubieran, no podía hacer volver al hombre que alguna vez había sido para ella.

Ahora era esto, solo un cascaron vacio.

Me quede mirándo nuevamente el cuadro que tenía en frente, preguntándome si habría quedado aquí de la anterior persona que había ocupado mi oficina, reconociéndome a mi mismo que me molestaría una barbaridad que vinieran a buscarlo.

Suspiré, apartando aquellos pensamientos, porque conocía un poco los cuadros que solía pintar Alex, este era uno de ellos, pero a la vez también distinto, como si fuera algo más.

Aparte esos pensamientos de mi cabeza y me obligue a volver al trabajo.


20 de diciembre del 2023


Leo me pregunta con quién voy a pasar la noche buena.

Sonrío y le digo que vuelva a trabajar.

No tengo idea de con quién voy a pasar las fiestas, lo más probable es que sea solo.


22 de diciembre del 2023

No sé muy bien que estoy haciendo aquí, solo se que tuve el impulso y simplemente, por primera vez en mi vida, lo seguí.

Mi madre abre la puerta de casa y automáticamente le tiendo el ramo de rosas que compré para ella. Sus ojos en ese momento se llenan de lágrimas e ignorando las rosas, me envuelve en un apretado abrazo y me doy cuenta de lo mucho que había necesitado aquello.

El abrazo de mi madre.

Una vez dentro nos tomamos un café y entonces hablamos de todo y de nada al mismo tiempo.

No hablamos de la noche del ascenso.

No hablamos de Alex, por más que más de una vez el pensamiento de ella ronda por mi mente. 

El día que dijimos adiósDonde viven las historias. Descúbrelo ahora