9/10 de Junio
Nos quedamos en silencio nuevamente, simplemente viéndonos, observando todas las cosas que habían cambiado en ambos. Eran muchas, pero al mismo tiempo, no.
Quería decir muchas cosas, pero tampoco era capaz de encontrar las palabras exactas para expresar que era lo que estaba sintiendo en aquel momento.
—¿Que estás haciendo aquí, Taylor? —Pregunto al final, rompiendo el silencio.
—Yo solo necesitaba... —me quedo en silencio, no muy seguro de que decir.
—¿Que era lo que necesitabas? —Pregunta, no luce impaciente, sino más bien curiosa.
—¿Crees que puedas sentarte un momento? ¿Charlar un rato? Ha pasado un tiempo.
—Cuatro años, Taylor, han pasado cuatro años —murmura con calma.
—Lo sé, lo siento.
—¿Por qué lo sientes exactamente?
Me doy cuenta, por el brillo en sus ojos y el rubor en sus mejillas, que su fachada despreocupada comienza a resquebrajarse.
—Por como terminaron las cosas —digo con tranquilidad y observo a mi alrededor, dándome cuenta que somos el foco de muchas miradas. —¿No tienes un momento libre? —Insisto. —Tal vez un descanso por el almuerzo, podríamos hablar, ponernos al día.
Alex suspira bajo antes de responder:
—Taylor, sinceramente no creo que haya nada de lo que tengamos que hablar. Las cosas entre nosotros terminaron y de todas formas, ha pasado mucho tiempo de aquello, no entiendo que puedes querer hablar conmigo ahora.
Bien, merecía aquel trato. Aquello y mucho más, estaba seguro.
—Alex... —suspiro y ella espera lo que sea que tenga que decir—, yo solo quiero...
—Alex, ¿está todo bien, cariño?
Ambos clavamos los ojos en la mujer que se acerca, la que me atendió ayer y también hoy.
—Si, el señor Miller ya se iba —responde por mi.
—¿Ya me iba?
—Si, ya te ibas —responde clavando esos tormentosos ojos grises en los míos.
Al final clavo los ojos en la mujer y murmuro: —Ya me iba, ¿podría traerme la cuenta por favor?
—Solo si dejas la misma propina que dejaste ayer.
No puedo evitar sonreír mientras Alex se frota los ojos con algo parecido a la vergüenza.
—Será mejor —respondo, mientras observo a Alex alejarse, sintiendo como si algo dentro mío tirara para detenerla, para no dejar que siga poniendo distancia entre los dos.
Pero me digo a mi mismo que debo tomarme las cosas con calma, no debo presionarla, tengo la certeza de que si tiro mucho de la cuerda, esta pueda romperse y entonces no tendré ninguna oportunidad para poder hablar con ella.
Me despido, dejando una copiosa propina y salgo de la cafetería, sintiendo un peso sobre mis hombros agotador, pero entonces una idea comienza a formarse en mi cabeza, una idea que termina por sacarme una sonrisa y nada más llegar a la habitación de hotel, comienzo a teclear en mi computador.
Los gerentes de la firma rápidamente me responden al mail que envié a todos, muchos no están del todo seguros de lo que planeo hacer, pero el señor Kleiman, accionista principal, dice que confía en mi criterio.
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El día que dijimos adiós
RomanceSoy una persona a la que no escucharás quejarse de la vida que lleva: Tengo el trabajo de mis sueños y mi carrera en la firma de abogados solo va en ascenso. Acabo de ganar un juicio que me dejará en las grandes ligas. Estoy pensando en proponerle m...