15 de Septiembre del 2023
Suspiro mientras observo a Alex dormir, se ha acurrucado con las rodillas al pecho por más que la habitación está cálida, después de la última vez que follamos, robo una de mis camisetas y se durmió, hablando de todo y de nada al mismo tiempo y yo me quede allí, embelesado con el hecho de escucharla, tan desinhibida y tan ella, pero también tan mía.
Apartó la mirada, frotando mis ojos, pero es que no puedo dejar de pensar en todo lo que pasó, la manera en la que pareció romperse cuando encontramos la sorpresa que parece que yo mismo preparé meses atrás.
No se sentía como algo que yo haría, pero..., no pude evitar revisar mi cuenta del banco de hace unos meses atrás y encontrar que efectivamente sí había pagado por todo aquello.
Joder.
Por más que ya no me cabe la más mínima duda de que lo que tuvimos fue real e increíble, no puedo evitar sentirme un completo extraño con la persona que fui con ella, con la manera en la que me comportaba, reconociéndome a mi mismo, que no tengo idea de como volver a serlo.
Supongo que lo que en un principio me preocupaba era no pegar con ese otro yo, sin embargo, ahora quiero intentarlo, por ella, pero también por mi.
Vuelvo a observar a Alex dormir y un nudo se me forma en el estómago, ahí, durmiendo entre mis sabanas, parece tan inocente, no de una mala manera, sino que pareciera que está todo el tiempo a punto de romperse, sin embargo, tiene una fortaleza que creo nunca había visto en nadie.
Y no puedo quitar esta sensación de adentro mío, de que no la merezco, es como si sintiera que fuera mucho para mi.
Me encantaría poder recordarla, porque alguien que se aferra a la manera que se aferra ella a mi, es señal de que lo que tuvimos fue increíble.
Niego cuando la situación comienza a abrumarme, mientras que un dolor en la parte izquierda de mi cabeza empieza a palpitar.
Poniéndome unos pantalones de algodón, camino hacia el bar para tomar una medida de Whiskey, lo necesito mucho en este momento.
Apenas le he dado un trago largo cuando sorprendentemente, suena el timbre de mi departamento.
Aquello no es normal, ya que para poder subir tendrían que llamar primero al portero y teniendo en cuenta que son casi las tres de la mañana, no es como si estuviera esperando a nadie.
Camino lentamente en dirección a la puerta, preguntando antes de abrir quién es.
—Soy yo —responde mi madre del otro lado. —Abre, Taylor.
Cuando abro la puerta, me sorprendo bastante de encontrarla allí, sabiendo que una visita a esta hora no puede traer nada bueno, de todas maneras, sé que las cosas saldrán horribles cuando veo quien la acompaña.
—Señora Sheffard —murmuro en dirección a una de las amigas de mi madre más antigua.
Quien es psiquiatra y quien también viene acompañada de dos hombres, ambos vestidos con esos monos blancos de enfermeros.
—¿Qué está pasando? —Pregunto lentamente, todavía sin moverme de la puerta evitándoles el paso.
—Necesitamos hablar, Taylor.
—¿Qué está pasando, mamá? —Insisto, sin ceder ni un solo paso.
Su mano se cierra en torno a mi antebrazo, sus dedos presionando suavemente.
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El día que dijimos adiós
RomanceSoy una persona a la que no escucharás quejarse de la vida que lleva: Tengo el trabajo de mis sueños y mi carrera en la firma de abogados solo va en ascenso. Acabo de ganar un juicio que me dejará en las grandes ligas. Estoy pensando en proponerle m...