CAPÍTULO SIETE

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Agosto 25 del 2023



Alex estaba tensa a mi lado, de todas maneras, cuando la invite a venir esa noche, aceptó de buena gana. Sabía que no era la primera vez que nos juntábamos con mis amigos, o algo así me había comentado Alex hacía un tiempo. Estaba tranquilo, aunque no podía evitar preocuparme un poco en el caso de que Celie apareciera por allí, aunque la última vez que nos habíamos visto, habíamos aclarado las cosas, o por lo menos eso creía. Había pasado por mi oficina después de la noche que me había juntado con Matt y el resto.

Me había reído de los chistes infantiles que hacía Joey y había bebido más de la cuenta, por lo que Matt me había tenido que llevar a casa. Alex no había salido de su habitación, pero sabía que estaba despierta, que me había estado esperando.

Había veces que entendía a Alex, sin embargo, también sentía que no la conocía de nada, que últimamente ninguno de los dos se esforzaba siquiera en intentar arreglar las cosas, o por lo menos hacerlas menos incómodas.

Unos días después de esa salida, Celie se había presentado en mi oficina, preguntándome si tenía un momento para que habláramos.

Había sido incómodo, porque no era como si tuviera un recuerdo fijo de la última vez que habíamos estado juntos, pero si recordaba de dormirme cada noche con su cuerpo enredado con el mío, así como también que discutíamos porque yo trabajaba mucho.

La salude con un beso en la mejilla y luego nos dimos un abrazo que duró más de lo que debería durar el de dos personas que ya no están juntas.

Le pregunte como le iba todo y nos quedamos por varios minutos hablando de ello, mientras que mis ojos no se quitaban de la curvatura de sus labios finos, de la forma recatada en la que me explicaba las cosas, de sus dedos moviéndose nerviosos en su regazo.

Sin poder evitarlo le había preguntado porque lo habíamos dejado y me sorprendió que no pudiera darme una respuesta concreta, aunque supongo que lo que nos pasó fue el desgaste de una relación de muchos años que no supimos cuidar.

Nos despedimos con un abrazo más corto esta vez y con la promesa de conservar la bonita amistad que habíamos tenido alguna vez, ya que nos veríamos seguido, teniendo en cuenta que compartíamos el mismo grupo de amigos desde hacía más de diez años.

Estacione en el aparcamiento cerca del bar en el que nos reuniríamos todos y una vez que baje del auto, Alex hizo lo mismo. Cuando llegue a su lado la repase con parsimonia y sonreí cuando nuestras miradas se encontraron.

—Estas preciosa —murmure, tendiéndole la mano para que sus dedos se enredaran en los míos.

No había tenido tiempo de siquiera llegar a casa a pegarme un baño, por lo que no me había incluso percatado de que Alex se había hasta maquillado para la ocasión. No era como si realmente me importara, pero Alex era esa clase de mujer a la que le gustaba ir descalza, con la cara limpia y el cabello suelto y yo siempre había sido un fiel pensante de que la gente debería ir cómoda y ya. Si lo hacías maquillándote, que así sea y sino, también. De todas maneras, me asalto el pensamiento de que parecía que ella usaba este maquillaje como armadura y no pude evitar preguntarme que demonios había pasado la vez anterior para que ahora sea así.

Después de escuchar mis palabras, Alex suspiro y me regaló una sonrisa un tanto triste, para luego enredar su mano —todavía con un poco de pintura— en la mía.

No me pasó por alto como nada más entrar en el bar atestado de gente, comenzó a buscar a alguien y me di cuenta con un poco de frustración, que ese alguien era Dylan y por décima vez, me pregunté cómo fue que terminé siendo amigo suyo nuevamente, teniendo en cuenta que la última vez que lo vi, íbamos a la secundaria y nos odiábamos mutuamente.

El día que dijimos adiósDonde viven las historias. Descúbrelo ahora