1 de Noviembre
Era sábado por la mañana, tan temprano que el cielo todavía era gris.
Me despertó el sonido de muebles corriéndose, y cuando salí de mi habitación para mirar el pasillo, vi que la puerta de la habitación que nunca usas, estaba abierta de par en par. Cuando me asome, descubrí que los pocos muebles que había dentro, estaban todos tapados con sábanas blancas.
Me sorprendí al encontrarte todo sucio, tu cabello estaba blanco por haber lijado todas las paredes, y la remera que seguramente alguna vez fue celeste, ahora está raída y llena de manchas, tu pantalón y las zapatillas que siempre usas para correr, no están mucho mejor que digamos.
Cuando te pregunte que demonios hacías, supe que te había asustado porque tiraste el pincel y este cayó a tus pies, manchándolos con pequeñas gotitas blancas.
Comenzaste a disculparte de manera un tanto desesperada y por primera vez, vi tus mejillas sonrojarse.
Se que notaste le atisbo de sonrisa en mis labios, porque tu sonrisa en respuesta, marco los hoyuelos en tus mejillas.
Te deje a lo que sea que estuvieras haciendo y fui a preparar el desayuno.
Tuve que llevarte el tuyo a esa habitación, porque me informaste que no saldrías de allí en todo el día.
No pregunte nada al respecto.
2 de Noviembre
Trabajaste en la habitación todo el día y creo que también toda la noche.
Creo que casi no dormiste en todo el fin de semana.
Te dejaba la comida apoyada en el suelo, porque no quería interrumpirte.
Por primera vez parecía que siquiera notabas mi presencia.
No dije nada al respecto, aunque por un momento volví a sentirme invisible.
Lo entiendo, Tay.
Lo entiendo.
2 de Noviembre
Era muy tarde ese domingo cuando tocaste la puerta de mi habitación.
Me pediste que te acompañara y me llevaste a la habitación en la que habías trabajado todo el fin de semana.
Las paredes eran lisas y completamente blancas.
Habías cambiado hasta las luces y ahora había muchísima más iluminación, ya que en cada esquina había también lámparas de pie.
Había un mueble con muchos cajones al cual me incitaste a que me acercara.
En ese momento entendí lo que era esa habitación: el caballete con una hoja en blanco en el centro de la habitación solo lo confirmo.
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El día que dijimos adiós
RomanceSoy una persona a la que no escucharás quejarse de la vida que lleva: Tengo el trabajo de mis sueños y mi carrera en la firma de abogados solo va en ascenso. Acabo de ganar un juicio que me dejará en las grandes ligas. Estoy pensando en proponerle m...