CAPÍTULO CATORCE

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15 de Septiembre del 2023



Cuando me desperté a la mañana siguiente, supe que Alex se había ido.

Fue una sensación extraña lo que sentí, fue como si la casa fuera más silenciosa y eso era mucho decir, teniendo en cuenta que ella no era la persona más habladora del mundo.

Me había acostado en el sillón de la sala luego de dormitar un poco sentado fuera de su puerta, mientras me había dicho a mi mismo que en el caso de que ella se despertara, iba a escucharla.

Pero no paso, de todas maneras me obligue a ponerme de pie y caminar con pasos pesados a la habitación donde siempre pintaba. Como supuse, estaba vacía.

Camine por las dudas a la habitación de huéspedes, que era donde había dormido todas estas semanas.

También vacía.

Por último entre a mi habitación, pero como lo esperaba, también estaba vacía.

Así, igual como de repente me sentía yo.

Era una sensación extraña, a la que a decir verdad, no entendía.

Desde el principio no me había sentido del todo cómodo con ella, pero ahora simplemente que había conocido un poco de nuestra historia juntos, se sentía incorrecto, como si en realidad nosotros pertenecieramos juntos. 

Y si bien sabía que todo había sido real entre nosotros, todavía no me sentía del todo enamorado de Alex, porque yo seguía sin recordarla, por más que hubiera algo dentro mio que me decía que la amaba, las relaciones no funcionan así, no podía obligarme a construir algo sobre cimientos vacíos, sobre algo que se me fue simplemente dicho, pero que no puedo sentirlo.

No puedo recordarlo... 

Pasó toda la mañana como un autómata, me baño y cuando estoy por ir a hacerme un café, me arrepiento, porque a decir verdad tengo un nudo en el estómago del cual no puedo deshacerme.

Es raro cómo funciona nuestro cerebro, por más que sé que Alex se fue, todavía estoy esperando que aparezca, que me pregunte que quiero para desayunar, que me desee un buen día.

En la encimera veo que ha dejado su teléfono y no puedo evitar el estremecimiento de preocupación que me recorre, estoy casi seguro de que no tenía mucho dinero encima.

—¿Dónde estás, Alex? —Me pregunto a mi mismo en voz alta.

Decido que lo mejor es ir a la oficina un rato, no puedo quedarme todo el día aquí encerrado pensando en todo lo que pude haber hecho diferente.

Una vez que termino de vestirme, hago mi camino al vestíbulo y cuando llego a la mesa de entrada, donde el portero está tecleando algo en el ordenador, no dudo un segundo en detenerme.

—Buen día señor...

—Que sea la última vez que dejas subir a alguien a mi puto departamento sin mi autorización —es lo primero que suelto. El muchacho abre los ojos como platos, sorprendido. —Y voy a asentar una queja a la comisión sobre esto —sentencio.

—Pero su madre dijo...

—¡Ni tres carajos! —Le grito, cortándolo nuevamente y llamando la atención de la gente que está entrando al edificio. —Para esta noche espero que ya no estés aquí.

Y después de esas palabras, bajo el piso que da a los estacionamientos por las escaleras, sintiendo una furia recorrerme el cuerpo entero.

Sé que ese pobre idiota no tiene la culpa de lo que paso, sin embargo no pude evitar descargar con alguien mi frustración.

El día que dijimos adiósDonde viven las historias. Descúbrelo ahora