CAPÍTULO CUARENTA Y CUATRO

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DBL12 de Junio





Me paso toda la mañana mirando mi teléfono.

La noche anterior tampoco dormí mucho, pero no me importaba.

Estaba tan nervioso que siquiera era capaz de preocuparme por algo tan banal como dormir.

Sentía que los nervios de lo que pudiera pasar con Alex de acá en más me consumían las entrañas poco a poco.

¿Me dejaría volver a su vida? ¿O me sacaría para siempre?

Lucharía, pasase lo que pasase, lucharía por estar en la vida de Oscar y ella iba a tener que escucharme, iba a tener que darme una oportunidad de solucionar las cosas, no solo por nosotros, sino también por el pequeño.

Le debía muchas disculpas, lo había hecho todo mal, pero tampoco podía negarle su culpa, el que no me hubiera contado de él. Podría haber ayudado, no tenía idea de cómo había pasado ella los últimos años, si había tenido dificultades con el embarazo. Si había tenido que trabajar, y no pude también evitar preguntarme si había alguien en su vida ahora, que ocupara el lugar que una vez había sido mío.

El mensaje de Alex me llegó pasado el mediodía, había intentado trabajar, pero no conseguía concentrarme lo suficiente para hacer absolutamente nada.

Alex me paso una dirección, me dijo que estaba terminando un trabajo y que podría firmar lo que sea que tuviera que firmar allí.

No pregunte donde era, simplemente tome la chaqueta, agarre el maletín con mis cosas y salí de la habitación en su busca.

—¿Taylor? —Escuche una voz  familiar llamarme desde el lobby del hotel. —¿Por qué mierda no respondes el teléfono?

—¿Leo? —Pregunte cuando mis ojos se encontraron con los de mi mejor amigo. —¿Qué estás haciendo aquí?

Clavo mis ojos en Lola a su lado, que mira todo con un gesto ausente, sin embargo me devuelve el abrazo cuando la acerco a mi.

—Estaba preocupado por ti, no respondes los llamados, en la junta están nerviosos por el nuevo proyecto...

—Yo... —me quedo mirándolo, no sabiendo que responder.

Estoy confundido por todo en general, tengo unas ganas locas de contarle a Leo lo que ha pasado en los últimos días, lo que descubrí. Estoy seguro que va a poder darme un buen consejo al respecto, que va a poder ayudarme para descubrir que hacer.

—¿Encontraste a Alex? —Pregunta, acercándose otro paso, dándose cuenta de que algo anda mal. —¿Pudiste dar con ella?

El maletín se siente pesado en mi mano, como si cargara en él todos los sueños olvidados y las promesas rotas.

—¿Quieren venir conmigo? —Digo en su lugar.

Nos ponemos en camino a la dirección que me envió Alex, en un principio iba a hacer el camino a pie, supongo que me daría tiempo para pensar, pero Leo vino con su auto y no le encontré el sentido a caminar.

La verdad es que siento un nudo de nervios en el estómago, temo porque Alex me pida que desaparezca para siempre de su vida, temo por que me odie más de lo que de seguro hace.

Tengo tantas preguntas sin responder.

Todos los «y si...» que rondan por mi cabeza, volviéndome loco.

El día que dijimos adiósDonde viven las historias. Descúbrelo ahora