CAPÍTULO CUARENTA

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20 de febrero del 2026


El teléfono suena temprano en la mañana, a pesar de que es domingo.

Celie a mi lado me mira y no puede borrar a tiempo la exasperación en su mirada.

Observo la llamada entrante.

Es Leo otra vez.

«Íbamos a almorzar con mis padres hoy, Taylor» murmuró Celie.

«Lo sé» respondo. «Pero él es mi amigo y me necesita»

«Yo también te necesito»

«Volveré a tiempo» respondo, cambiándome.

No me sorprendo cuando encuentro a Leo en su sillón llorando y completamente ebrio.

La casa está sucia, por más que alguien viene dos veces por semana a limpiar.

Me encargo personalmente de aquello.

«Esto tiene que terminar» le digo a Leo, mientras la ducha fría lo empapa con ropa y todo.

«Esto tiene que terminar» repito.

Leo no deja de decirme una y otra vez que no deje que Lola lo vea así.

Me ahorro decirle que Lola fue quien me llamó.

«Quieren sacarte de la sociedad, Leo» murmuro y aquello lo espabila un poco.

«No pueden» responde.

«Si pueden y lo harán, la única firma que falta es la mía»

Leo baja la mirada, avergonzado.

«Si pierdes el trabajo, Leo, los servicios sociales van a sacarte a Lola»

«No los dejaría, joder» responde, enojado.

«¿Cuándo fue la última vez que comió?» pregunto en voz baja, solo porque estoy casi seguro de que Lola está escondida detrás de la puerta, intentando escuchar. «¿Cuándo fue la última vez que la ayudaste con una tarea? ¿Cuándo fue la última vez que fuiste a uno de sus partidos?» siseo, porque se que no ha ido a ninguno, siempre voy yo. «¿Que mierda pensaría Katia viendo que estas rompiendo todas tus promesas?»

«No digas su puto nombre» sisea, pero se tambalea cuando intenta ponerse de pie.

«Junta tu mierda, Leo» digo. «Junta tu mierda porque estoy cansado de ser yo quien lo haga»

Cuando salgo del baño, me encuentro con Lola sentada en el pasillo, el peluche que le regaló Celie unas semanas después de la muerte de Katia entre sus piernas.

«Vamos a hacer algo de comer» murmuro.

Lola nunca fue muy habladora y ahora lo es menos.

No logro sacarle ni una sola sonrisa.

Sus ojos tristes me recuerdan a Alex.

Leo se nos une un poco después, toma el café que le sirvo, se ve más recompuesto.

Me dice que va a hacer una barbacoa para almorzar, si quiero quedarme.

Le digo que si, Celie va a entenderlo.


11 de marzo del 2026


El día que dijimos adiósDonde viven las historias. Descúbrelo ahora