No puedo olvidarte...

- Deborah - 5

¿Qué está pasando?

Desaparece por cinco días y cuando aparece la encuentro besándose con el capitán del equipo de futbol.

-¿Quién es él? – digo intentando mantener la calma.

-Es el novio de Stella – dice Ali – Estuvo en mi fiesta de cumpleaños, creí que ya lo sabías.

Tal vez ya lo sabía, pero no quería verlo...

-Tengo que ir a clase, Ali. – digo al ver que está viendo en nuestra dirección- Luego nos vemos.

-Espera, Stella te estaba buscando para hablar contigo – su mano se cierra sobre mi muñeca.

-No te preocupes, luego hablo con ella que está muy ocupada con su novio.

Doy una última mirada al pasillo y ahora están discutiendo. ¿Por qué? Si hace unos momentos se estaban besando. Stella está toda roja de la cara, como si de verdad estuviera molesta.

Me despido de Ali que al parecer se dio cuenta de mi cambio de actitud, cuando ya no estoy a la vista de nadie empiezo a correr hacia mi auto y dejo salir todas las lágrimas que tuve que contener.

Nadie debe verme así...

Yo confié en ella y sólo se burló de mí. Le conté el motivo por el que no tengo amigos y creí que ella iba a ser diferente.

Que estúpida fui...

Por primera vez quisiera que no me engañaran, ¿Tan difícil es tener un amigo leal?

Un mensaje en mi celular me hace levantar la vista.

Ali: Te vi un poco rara ¿Todo bien?

-No es necesario que me digas que pasó,

sólo quiero saber que estás bien y que cuentas conmigo.

Ella no tiene la culpa, nunca hablamos del novio de Stella y no es como si yo le hubiera preguntado. No me puedo enojar con Ali, tal vez ella sea mi única amiga.

Yo: No, sólo quiero estar sola.

Ali: Lo entiendo, si necesitas algo aquí estoy.

Decido irme a mi departamento al no poder controlar mis lágrimas.

Malditos sentimientos, antes era más fácil controlarlos, pero al conocerla... bajé mi guardia y no debí permitirlo.

Llego a mi departamento sintiéndome mareada, logro abrir la puerta, pero me tropiezo con algo y caigo al suelo. Al sentirme tan débil me quedo tirada en el suelo esperando que esto sea un sueño y no una maldita pesadilla.

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-Perdóname, Deb – unas manos cálidas tocan mi rostro – No tengo muchas fuerzas, pero tengo que llevarte a tu cama, estás ardiendo en fiebre.

Esa voz...

¿Por qué incluso en mis sueños la escucho?

Siento mi cuerpo caer de golpe en algo suave y es cuando abro los ojos.

Estoy en mi habitación, pero yo estaba en la entrada...¿Cómo?

Un gemido de dolor me hace reaccionar y al ver al suelo me encuentro a Stella retorciéndose de dolor.

¿Qué pasó?

-Lo odio... – susurra al tocarse las costillas - ¿Por qué no me sale nada bien? – sus lágrimas empiezan a caer y se queda en el suelo echa bolita.