- Stella - 3

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¿Qué acabo de hacer?

No sé qué me pasó, sólo lo hice sin pensarlo...

Hoy fui a cenar con Deborah para compensar todo lo que he hecho. Me sentí muy cómoda a su lado y de verdad que no me guardé ningún comentario.

Ella por su parte escuchó todo muy atenta sin interrumpirme. Todo el tiempo estuvo sonriendo y me sentí bien que a alguien más de Ali le interesara lo que tengo que decir.

Al inicio puedo ser un poco reservada, pero nada más agarro un poco de confianza y es difícil que me puedan callar. Eso me pasó con ella, estaba tan emocionada contando cosas que no pude preguntarle cosas para conocerla a fondo...

Me emocioné cuando dijo que lo podría hacer en otra ocasión y por unos momentos sentí que me estaba coqueteando.

No puede ser posible, ¿O sí?

No creo...

Ella dijo que quiere ser nuestra amiga.

Me quedé metida en mis pensamientos que ella se dio cuenta y prefirió terminar la cena y llevarme a casa.

El problema no es ella, soy yo al no entender mis emociones.

Ella es una mujer muy hermosa y no dejaba de pensar en los suaves que se ven sus labios...

Conforme nos fuimos acercando a la casa empecé a sentir nervios. No quería que se fuera, me la pasé muy bien con ella y sólo lo arruiné... otra vez.

La veía de reojo y se veía desanimada, pero en ningún momento me dijo nada. Al parecer se guarda mucho sus comentarios.

¿Por qué no me dices lo que sientes?

Al momento de estar en la entrada de la casa no me quería bajar del carro, no sabía qué decirle o cómo despedirme. Mi cuerpo se movió solo y le di un beso en la mejilla, tan rápido que apenas y pude percibir su perfume.

Salí corriendo a mi habitación y me solté a llorar no por felicidad, sino porque sentí que había hecho algo mal. Mi padre me lo advirtió y si se llega a enterar...

-¿Stella? – unos brazos me rodean - ¿Qué tienes?

-Ali... – me aferro a sus brazos – Creo que hice algo malo.

-¿A qué te refieres? ¿Qué fue lo que pasó?

-Y-yo...

Cierro los ojos con dolor y nos quedamos en silencio hasta que me puedo calmar.

-¿Te sientes mejor? – niego - ¿Hay algo en lo que yo te pueda ayudar?

¿Cómo me puedes ayudar si yo no entiendo lo que estoy sintiendo?

-Sólo quédate conmigo esta noche – suspiro - ¿Juntas?

-Siempre juntas, Stella – me da un beso en la frente.

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En los siguientes días Deborah me mandó mensajes y se los respondí, pero algo en mí me decía que no debería.

-Estás rara

-Ali, siempre me dices eso – ruedo los ojos.

-No es eso, algo te pasa – vuelve la vista a su tarea – Te conozco y desde ese día que te encontré llorando estás más callada y pensativa.

Mi Ali, finge que no le importo, pero siempre está al pendiente de mí.

-¿Te molestaría si llego a tener otra amiga que no seas tú? – frunce el ceño.

No puedo olvidarte...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora