Taylor Swift - Would've, Could've, Should've
Bajé del taxi rodeándome con mis brazos para protegerme del frío de la noche. Caminé con pasos apresurados hasta mi coche estacionado en medio del solitario estacionamiento ya que ya todos se habían retirado de la fiesta.
Incluso tengo un mensaje de mi padre preguntando por qué mi auto sigue aquí, tuve que controlar la situación mintiendo con que se descargó la batería. No funcionó tanto ya que me reprendió por no volver a la fiesta para pedir ayuda.
Esta vez dije que no quería molestar y que mejor tomé un taxi.
Afortunadamente se calmó cuando le dije que tenía sueño e iba a ir a la cama.
Es mentira. Estoy aquí en medio de un estacionamiento buscando mi auto después de haber sido arrollada por el inoportuno de Thomas Spencer.
Suspiré con pesadez, adentrando mi mano en mi bolso para tomar las llaves del auto. Quité la alarma y me estaba disponiendo a ir a la puerta del piloto, hasta que noté un leve movimiento en unos matorrales, seguido de un ruido apenas perceptible.
―Que no sea un ladrón, te lo suplico ―Le rogué al cielo―. Que tampoco sea un fantasma.
Es que es bastante tarde.
Otro sonido se escuchó entre los matorrales, pero esta vez sí pude distinguir la naturaleza del mismo.
Es un llanto.
Bajo, tierno.
No de una persona, sino de un animal.
Un maullido de una criatura diminuta que ahora asoma su cabeza entre los matorrales.
Mi corazón dio un vuelco al notar que era ese mismo gato blanco de hace unas horas, ese mismo bebé pequeñito por el que me quedé tan preocupada después de ya no verlo cuando Thomas me arrolló con su auto.
―Mi vida, sigues aquí. ―me escuché susurrar mientras me ponía de cuclillas. Silbé y traté de llamar su atención―. Ven aquí, ven.
Por suerte obedeció, así que se acercó con pasos rápidos, para nada atemorizado.
―Eres un bebé bastante confiado. Si sigues así alguien malo puede robarte ―Lo miré a los ojos cuando lo sostuve frente a mi rostro con mis manos―. Afortunadamente soy buena. Sí, voy a robarte también, pero te aseguro que soy una buena chica.
Lo arropé bien con mis brazos antes de levantarme para ir a mi auto y abrir. Al estar dentro, lo coloqué sobre el asiento del copiloto y me dispuse a conducir a esa clínica que está abierta las veinticuatro horas.
Tal vez pueden echarle un vistazo mientras yo compro comida.
No me ha tomado ni dos segundos decidir que se quedará conmigo. Será mi compañero.
Al llegar a la clínica, el médico le hizo una revisión de rutina y le tomó una muestra de sangre que afortunadamente arrojó resultados favorables. Es un gato sano, solo está algo desnutrido y sucio, pero sano al fin y al cabo.
Nos recetó un alimento para lograr que suba de peso, además de unas vitaminas y nos programó cita para dentro de tres semanas para su primera vacuna ya que justo ahora es muy pequeño como para ponersela. Debemos esperar un poco.
Como no podía llevarlo a casa así nada más, compré arena, arenero, platos y una cama. Durante toda mi adolescencia y niñez mis padres siempre nos daban una generosa cantidad de dinero cada semana a mi hermano y a mí. Nos enseñaron a ser cuidadosos con el dinero a pesar de que siempre nos ha sobrado, pero eso aprendimos Derek y yo a ahorrar y gastar lo necesario. Hemos sido privilegiados, sí, pero también hemos sido responsables con nuestros gastos, lo que al menos a mí, hoy en día me permite tener una gran cantidad acumulada en el banco. Fruto de mis ahorros y de mi trabajo.

ESTÁS LEYENDO
Dime que te quedarás.
RomanceIsabella Castle aprendió hace mucho tiempo que Thomas Spencer era la última persona con la que podría llevarse bien. Sus personalidades eran opuestas, sus diferencias insalvables y un secreto enterrado en su pasado, solo alimentaba la distancia y la...