Stand Up // Ziam

1

El sol de verano alumbraba todo a su paso, como lo había hecho los días anteriores. Desde el mediodía, sin falta.

Los niños jugaban felices, cómo no, estaban en plenas vacaciones. Las risas y voces agudas enardecían el vecindario. Música para los oídos de todos. Los pájaros cantaban y el cielo despejado daba de qué hablar. En una casa no muy alejada de todo aquello, vivía una pequeña familia, conformada por un matrimonio y su hijo, aunque no había mucho qué decir de éste último.

A pesar de que él era relativamente joven, su alma estaba marchita. ¿Cómo un zombie?

Sí.

Mirando hacia la nada, mientras permanecía acostado en su cama, el joven chico pensaba, pensaba y pensaba, aunque muchas cosas desinteresadas. Él no tenía idea de qué hacer y la verdad, quería hacer algo.

Tres toques en la puerta...

-¿Qué quieres? -Su voz salió casi como un grito, no sabía de quién se trataba, pero fuera quien fuese, no deseaba ver a nadie.

-Liam, cariño... -La dulce voz de su madre lo hizo cerrar los ojos, frustrado. Se puso de pie luego de pensarlo unos segundos y caminó con pesadez hacia la puerta.

-¿Qué? -La miró. Con suma indiferencia.

-Vine a avisarte que tu padre y yo vamos a salir. No te dijimos nada porque ya sabíamos tu respuesta -habló algo apenada, éste sólo la observó de arriba abajo.

-Bien, ¿algo más?

-No... -Dijo tímida, lo miró a los ojos y le regaló una cálida sonrisa-. Te quiero mucho, Liam.

Aunque sonase cruel, él sólo cerró la puerta frente a la señora, caminó nuevamente a su cama y volvióa su posición inicial.

A pesar del candente sol que ardía fuera, su habitación era total y completamente oscura. Tanto así como una cueva, pero así a él le gustaba. Sus ojos de a poco fueron cediendo y en menos de lo que imaginó, se quedó dormido, despertando unas horas después, con la brisa fría recorriéndole el cuerpo. Él decidió que necesitaba salir, así que lo más rápido que pudo, estuvo listo y cogiendo su billetera, pensó que quizá, conseguiría un lugar donde ir.

-¡Liam! -La voz de su padre lo frenó. No lo había visto desde la noche anterior. Supuso entonces que él y su madre ya habían regresado del paseo que fueron a dar en la tarde.

-Hola -dijo, seco.

-¿Vas a salir? -Preguntó sonriente.

-¿Es tan obvio? -Bufó-. Nos vemos.

-Ten cuidado, Liam, es un poco tarde.

-Gracias, pero sé como cuidarme solo.

Salió rápido de la casa, exasperado y subió a su auto suspirando. ¿Acaso no podría existir un mundo en el que sólo viva él? Alejado de personas y preguntas estúpidas, y sobre todo, alejado del asqueroso amor. Las carreteras estaban un poco solas, la zona donde vivía el chico no era muy visitada, por lo que nunca tenía problemas con el tráfico. Rápidamente llegó a Carl's, el bar donde solía acudir con frecuencia.

Liam pensaba que, ya que las personas no servían para nada, lo mejor que podría sentarle era el alcohol y más joven, temió volverse un alcohólico designado, pero ahora, esos pensamientos habían acabado. Él conocía sus límites.

-Pensé que no ibas a venir -laalegre voz del cantinero al sentarse frente a la barra, lo hizo voltear a mirarlo.

-¿Alguna vez he fallado? -Respondió el castaño-. Déjate de pensar estupideces y sírveme lo de siempre.

-Como ordenes -enseguida le dejó un trago al frente. El menor lo miró y tomó un sorbo. Delicioso.

-¿Cómo le ha ido, joven Payne? -Preguntó el hombre, postrándose en su frente.

-No me puedo quejar -respondió, encogiéndose de hombros. La verdad, no podía hacerlo, aunque tuviera miles de razones para ello.

-Uhm, me parece que no la has pasado muy bien -hizo una pausa, Liam le hecho una ojeada. ¿Qué le importaba eso a él?-. Mi sobrino está de visita por acá, creo que está haciendo una fiesta en su casa. Es muy social. -Que bien -respondió con desinterés, tomó otro sorbo y luego otro más. -Seguramente te caería bien -insistió.

-No me cae bien ni mi propia sombra así que, qué quedará para los demás - con aquello el castaño dio por finalizada la conversación. El viejo continuó atendiendo a su clientela y el chico giró sobre la silla para mirar hacia atrás. Terminó de beber el trago y suspiró. No tomaría más. Quizá tan sólo fue una pérdida de tiempo.

-¿No piensas que es muy aburrido venir solo a estos lugares? -Una voz a su lado lo hizo mirar por el rabillo del ojo.

-¿Y con quién has venido tú, entonces? -Contraatacó, sin interés. -Solo.

-Hmm -sacó su billetera y dejó la propina en la barra, dispuesto a ir a otro lugar en el cual no tuviera que interactuar con personas.

-¡Oye! -El grito de la misma voz lo detuvo al dar un par de pasos-. ¿Te he espantado? -Rio. El castaño volteó a mirar al chico que le hablaba. -¿Acaso eres el sobrino del viejo? -Señaló al hombre sonriente detrás de la barra.

-Oye, espera un momento... ¿Cómo lo supiste? -Anonadado, se acerco a él. -Intuición -respondió sin más y salió de allí. Obviamente, seguido por el chico-. ¿Qué quieres? -Preguntó frustrado al estar frente a su auto, se volteó a mirarlo y el moreno se vio tímido.

-¿Quién eres? -Preguntó el pelinegro, curioso.

-¿Es importante? -Contraatacó Liam.

-Mi nombre es Zayn -soltó, sonriendo repentinamente y estirando su mano. -Umm... -murmuró el ojimarrón, desconfiado-. Estás perdiendo tu tiempo si planeas ser mi amigo -abrió la puerta dispuesto a marcharse, rechazando el saludo del pelinegro. La débil risilla de éste lo hizo voltear a mirar. -Ya veo, no estás acostumbrado a este tipo de cosas, por lo tanto, se te hace extraño -dijo Zayn, divertido.

-No, en realidad me pasa todos los días. Chicos ilusos que pretenden acercarse a mí, ni que lo digas -dijo el más alto como una broma, sin una pizca de humor en su rostro-. Me llamo Liam, ¿feliz? -Dijo finalmente, poniendo los ojos en blanco, amotinado. Odioso.

-Al final no eres tan duro, eh -rio nuevamente. El castaño apretó su mandíbula y tomó aire para no golpearlo.

-Como digas, chiquillo. Adiós -dijo de manera seca y subió a su auto, bajando la ventanilla al encenderlo.

-¿Chiquillo? Quizás sea mayor que tú.

-Sí, quizás - y dicho esto, Liam salió de aquel lugar, con un terrible dolor de cabeza e irritación de por medio.