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Hablaba. Hablaba demasiado. Tanto que los oídos de Payne se negaron a escuchar toda aquella palabrería. Estaba irritado, muy irritado. Ya no la soportaba. Quería simplemente abrir la puerta del copiloto y lanzarla de un empujón al asfalto.

¡Quería gritar!

¿Qué le importaba a él saber que estaba indecisa entre un vestido rosa y uno turquesa? ¿O que había dejado su bolso en el baño del centro comercial?

Sólo quería que se callara.

-Me gustó mucho salir contigo. Espero podamos repetirlo –dijo Kathryn, Liam la miró de soslayo y aparcó frente a la casa Malik, sintiendo como sus entrañas se retorcían-. Mañana no tengo nada que hacer, si quieres puedo esperarte en la universidad.

-No... Justo mañana no puedo –murmuró el castaño, buscando una rápida salida-. Pero el miércoles puedo pasarte buscando, si quieres.

-¡Por supuesto! –Gritó. Liam cerró los ojos y apretó su mandíbula, contando hasta diez. Nunca más saldría con alguien cuatro años menor. ¡Nunca!

-Bueno, ya nos veremos –trató de sonreír, Kathryn se sonrojó y miró sus manos, emocionada-. Que pases buenas noches.

-Igual tú –respondió, acercándose y dejando un suave beso en la mejilla del ojimarrón. Rápidamente, saltó fuera del auto y con una sonrisa bobalicona, se despidió con la mano y entró a su casa.

Payne soltó el aire ruidosamente al ver la puerta cerrarse detrás de la castaña, aquella había sido la idea más idiota del mundo, pero era la única salida que veía. Aunque con temor admitió que aquello no cambió nada en él, seguía sintiéndose igual que antes con respecto al moreno y aún no le agradaba Kathryn. Menos ahora que lo había estado atormentando con su voz chillona todo el camino al cine, durante la película y de regreso a casa.

Había sido la peor cita que jamás tuvo.

Mirando hacia arriba involuntariamente, observó un cuerpo medio cubierto por la cortina azul marino de la habitación de Zayn, éste enseguida se apartó con un rápido movimiento y Liam negó levemente con la cabeza, se sentía feo. No era algo que le agradara, no quería seguirlo lastimando, pero tampoco podía evitarlo.

...

Una semana después.

Había sobrevivido, aunque fuera poco creíble. Lo había hecho.

Caminando por los pasillos de la universidad despreocupadamente, volvía a ser el mismo Liam Payne de antes para todos los que lo vieran, pero él sabía que no era el mismo, y aunque le costó admitirlo, no lo sería. Otro Liam había muerto, como murió el de los quince, ahora moría el de los diecinueve y nacía uno nuevo, aunque parecido exteriormente al anterior, muy diferente por dentro.

Salvo por una cosa en común...

Recuerdos.

-¡Hey! –Un grito le hizo detener su caminata, se dio la vuelta y una mata de pelo rizado trotaba hacia él, con el ceño levemente fruncido-. Hasta que por fin te apareces por acá.

-¿Qué quieres, Harry? –Preguntó, mortificado. Temprano se había chocado con el rubio, quien lo fulminó con la mirada hasta calcinarlo, pero no le dijo nada. Sabía que Styles lo haría, aunque no entendía por qué. Él era una nenaza.

-Hablar contigo. Hubiera preferido hacerlo hace una semana, o más, pero no habías venido.

-¿Ajá?

-No, aquí no. –Lo miró mal, Payne alzó una ceja y luego soltó una risa floja y malintencionada.

Stand Up // ZiamDonde viven las historias. Descúbrelo ahora