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Liam podía sentir el dolor punzante en su corazón. Con los ojos llenos de lágrimas, esperaba que tan sólo dijesen algo, que acabasen de una vez con todo aquello, pero en el salón no se escuchaba nada más que lastimeros y lacerantes sollozos.

Lo más rápido que le había sido posible, abandonó el lugar donde se encontraba con Louis y Harry, sin mirar atrás y con las manos temblándole sobre el volante. Si tenía suerte, llegaría a tiempo para encerrarse en su habitación, una vez más, como creyó ya no volver a hacerlo. Pero por supuesto, él no tuvo suerte.

Al abrir la puerta de su casa se encontró con la desgarradora escena de su madre llorando desconsoladamente mientras su padre trataba de animarla, en vano. El hombre tenía los ojos enrojecidos, y al ambos pares de orbes posarse sobre Liam, inmediatamente supo que estaba jodido.

Pensó que hubiera sido mejor llegar a la casa de Zayn, y allí, junto a él, desparramarse a llorar. Como siempre, había tomado una decisión apresurada, la cual resultó ser terriblemente mala.

Ahora, tan sólo no podía aguantar la presión tan gigantesca que sentía recaer sobre él en aquel engorroso momento. Él pensó que lo tenía todo bajo control, y sentía unas enormes ganas de golpear a Louis, sabía que todo había sido su culpa, pero de igual manera, no evitaba sentirse jodidamente culpable él mismo.

Había pasado casi cinco años evitando ese horroroso momento, en el que tuviera que observar los ojos lastimados de sus padres, llorando por él e intentando demostrar la lástima que le tenían. Justo como las personas te miraban cuando les confesabas que fuiste violado a los quince años.

Liam no podía sobrellevarlo por mucho más, y echándole una mirada poco condescendiente a su primo, quien lo miraba con arduo dolor desde una esquina del salón, se levantó sobre sus pies, dispuesto a largarse de allí. Él simplemente no podía estar tranquilo mientras tres personas lloraban frente a él, desmoronándose de a poco por un incidente ajeno a sus cuerpos.

-Hijo –sollozó Karen, con la voz rota y limpiándose los ojos-. ¿Por qué nunca nos dijiste?

Liam ignoró aquella pregunta, volvió a mirar a Louis, quien pasaba la mano por su nariz. Apenado, dolorido-. Nunca podré perdonarte esto, Louis.

Y caminando a través del salón, subió las escaleras. Cada escalón era un nuevo dolor, uno que esperaba estar a solas para así, explotar.

Cerrando la puerta con fuerza, llegó a su cama, demoliéndose sobre ella. Rompiendo a llorar, liberando las lágrimas que, por orgullo, no dejó caer en todo aquel tiempo.

Nunca en su vida se había sentido tan miserablemente humillado. Aquellos dolientes sentimientos se aglomeraron todos en su cabeza, en su pecho, causándole un daño casi imposible de reparar.

Antes, él estaba jodido. Pero ahora el dolor era insoportable.

Definitivamente, su primo no estaba al tanto de cuánto daño había causado sobre él. Era la segunda peor cosa que le había pasado en la vida, y tanto esta como la primera, serían imposibles de borrar.

...

Habían pasado unas cuantas horas, demasiadas como para que Liam estuviese de regreso, pero él simplemente no había llegado.

Zayn estaba enfurruñado sobre su cama, a oscuras, mirando una película. Apenas y había salido de su habitación para comer, al parecer, ese día su hermana no trabajaba y lo que menos quería era verle el rostro. Eso tan sólo incrementaría su mal humor.

Ni siquiera un mensaje de texto le había llegado al móvil y sentía la decepción abarcando su cuerpo cada segundo que transcurría. ¿Qué estaría haciendo Liam que fuese más importante que él? ¿O por qué no le había avisado, al menos, que estaba todo bien?

Stand Up // ZiamDonde viven las historias. Descúbrelo ahora