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-Y.... ¡Te gané! ¡Sí! –Gritó el pelinegro estruendosamente, poniéndose de pie y empezando a saltar en la cama de aquí para allá, casi logrando que Liam se cayera-. ¡Te he ganado ocho veces, eres de lo peor!

-Te recuerdo que yo no tengo una consola de videojuegos, ni me la paso todo el día quemándome los ojos mientras juego –se defendió el castaño, poniendo en alto su orgullo de macho.

-¡Bah! –Rezongó Malik, cayendo sentado en la cama nuevamente-. ¿Quieres la... novena revancha?

-Olvídalo –puso los ojos en blanco y lanzó el control encima de la cama. Hacía un frío que les calaba los huesos, por eso estaban encerrados en la habitación de Malik con las cortinas abajo y la opaca luz de la mesa de noche, en conjunto con el televisor.

Llevaban así todo el día. Payne había arribado en la casa de los Malik a las diez de la mañana y no habían salido de la habitación desde entonces. Era sábado, aunque no era el primer sábado que hacían algo parecido.

Liam había dejado de pasar los días encerrado solo, a estar encerrado con Zayn, y si antes le parecía algo enfermizo, ahora nada le podía resultar más natural y confortante que pasar el día metido en la habitación de Malik, comiendo comida chatarra y jugando videojuegos.

-¡No tienes excusas, Payne! ¡No me vengas ahora con tus dramas de diva! ¡Llevas casi un mes metido en mi casa, en mi habitación jugando mis videojuegos! Ya era para que fueras un experto. Acepta que eres malazo y ya.

-¡¿Qué?! ¡No! Te haría trizas si sólo me lo propusiera, así que no cantes gloria –le amenazó, recostándose en la mullida cama y sintiendo el doloroso calambrazo que le recorrió toda la espalda al hacer contacto con la superficie-. Recuérdame no pasar nunca más cuatro horas encorvado.

-¿Quieres un masaje? –Sonrió, inocente. Liam levantó una ceja y luego estalló en una fuerte carcajada.

En todo ese tiempo, Liam había cambiado tanto que Zayn a veces pensaba que era otra persona. Quizás su hermano gemelo, o su álter ego.

Liam ahora reía de sus payasadas y sonreía casi todo el día, y eso era lindo porque sabía que el causante de ese cambio, seguro que era él mismo.

-¡Sigue soñando! –Se burló el castaño, haciendo una mueca al arquear la espalda para hacerla tronar.

-En serio, puedo aliviarte el dolor.

-No, nada de eso –dijo con sorna-. Mejor ve y trae algo de comer, ya me está pegando el hambre.

-Oh, claro. El sirviente a la orden –se quejó, parándose de la cama y caminando hacia la puerta. No podía negarse a nada de lo que Liam le pidiera, se le hacía imposible. Menos cuando utilizaba aquella mirada en conjunto con su voz irresistible.

Malik temblaba por dentro, y sentía que se estaba enamorando apresuradamente de Liam.

Bajó las escaleras corriendo. Ese día sus padres habían tenido que salir por motivos laborales, aunque no de viaje. Seguramente, volverían en la noche. Pero Kathryn estaba en casa y antes de que llegara Liam, le había dejado claro que no los molestara y que mucho menos se le acercara al castaño.

La relación entre los dos hermanos se había vuelto tensa desde aquella noche. Kathryn, al los días pasar y escuchar el nombre de Liam de los labios parlanchines de su hermano, cayó en cuenta de lo que pasaba.

Su hermano mariquita se había quedado clavado por Liam, y aquello le carcomió por dentro.

Ella estaba segura que Liam era heterosexual, se le notaba, pero no era el primer heterosexual que caía en las garras de su hermano. Y los otros habían acabado enganchados con Zayn como si sus culos dependieran de ello.

Stand Up // ZiamDonde viven las historias. Descúbrelo ahora