CAUTIVO

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Jongho corría por verdes prados, podía sentir la brisa fresca romper contra su rostro. Sonreía, podía sentir sus mejillas abultadas y aunque la carrera le consumía el aire de sus pulmones, no quería detenerse, de pronto se giró. Alguien iba tras él, pero no temía, al contrario, sintió alegría al contemplar el prado, unas flores amarillas altas inundaban todo a su vista. No había árboles y el sol del medio día lastimaba un poco sus ojos, aunque se obligaba a no cerrarlos, no quería perder de vista aquello que lo seguía.

Una risa cantarina salió de su garganta cuando percibió la hierba moverse, algo se agitaba entre ellas en su dirección, sus ojos quemaban por ver aquello que lo acechaba, su corazón latía alegre dentro de su pecho, entones un jadeo infantil se escuchó muy cerca. Jongho extendió sus brazos listos para sostener aquello que salió a su encuentro: un hermoso cachorro blanco como la nieve y una mancha negra justo en el centro de su frente se lanzó a sus brazos.

Jongho lo rodeo sonriendo. Era su cachorro, lo sabía. El pequeño le lengüeteaba el rostro contento, entonces un frío viento movió los arbustos, nubes negras cubrieron el sol. "Es un omega. Atrapen al cachorro" Escuchó varias voces a su alrededor. Frente a él se encontraba Yunho con una corona en su cabeza y una caра roja sangre. Él señalaba al cachorro en sus brazos, él había dado la orden.

- ¡No!- rugió Ho a través de la garganta de Jongho.

En cuanto abrió los ojos comenzó su agonía. Sentía sus tobillos y muñecas quemar como si estuvieran abrazados en llamas.- ¡Arg!- no pudo evitar quejarse al moverse. Fuertes luces blancas cegaban sus ojos, la habitación estaba demasiado blanca, tanto que le dificultaba distinguir las paredes, el suelo o el techo de la habitación.

El miedo y la adrenalina durmieron por un momento sus dolores, le asustaba aquella habitación que a pesar de estar muy bien alumbrada le daba una sensación de vacío y soledad abrumadores, como si estuviera completamente solo en el planeta. Sin poder confiar en sus ojos cegados por la brillante luz se refugió en una esquina de aquella habitación donde no se distinguía nada más.

"Yunho" No pudo evitar llamarlo. Tenía miedo. Jamás había sido encerrado, detenido o algo parecido, pero había escuchado suficientes testimonios de lo que ocurría en aquellos centros omegas para darse una idea de lo que le esperaba. "Jun" llamó Ho, pero bien sabía que era imposible, no podía sentir su lazo, efecto de los supresores que él mismo se había inyectado. Cerró los ojos intentando pensar qué hacer, cómo escapar. No quería ser torturado, no quería que le indujeran el celo, pero, sobre todo, no quería que lo lastimaran, por que al hacerlo, Yunho también lo sufriría y no quería ponerlo en riesgo. Ya suficiente había sido traicionarlo y abandonarlo como para que también cargara con su dolor, como para poner su vida en riesgo.

Se concentró en la imagen de su sueño. En el cachorro en sus brazos y entonces encontró un poco de valentía en aquella hermosa visión, pues antes de traer un cachorro a la vida, tenía primero que asegurar su bienestar y recordó el porqué hacía todo aquello. Controlando su respiración se puso en posición de loto dispuesto a esperar el momento oportuno, pues con una sonrisa se había percatado de aquellas cadenas que lo sostenían: Los grilletes eran para omegas humanos.

[...]

- Omega Dominante- murmuró Taehyun mirando a su rehén en la celda. No tenía ni puta idea de lo que aquello significaba. Sabía que había algo diferente en ese omega, no se retorcía como los de su especie al estar encadenados, estaba aparentemente tranquilo como si estuviera meditando.

Después de que el pequeño omega le contara sus planes y el caos asaltara la ciudad, él había ido al encuentro de aquel "omega dominante", su primer impulso era entregarlo a su hermano, a pesar de todo Minho era de su familia, era su rey, le debía lealtad. Jamás le había faltado y jamás lo haría.

Dominantes [2ho]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora