SIN CONCESIONES

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Changbin regresó a los muelles de Yunmeng hecho una furia haciendo un desastre en lo que antes era el lujoso recibidor de Hyunsuk. Toda la gloria y belleza que rezumaban los muelles cuando el dueño original estaba en vida se había esfumado en el momento en que su cabeza fue desprendida de su cuerpo.

Si bien los muelles eran la entrada principal de la ruta comercial, no todo se hacía de la nada. Kim había sido un hombre brillante y tenaz para sacarle el mayor provecho ganándose influencia y riquezas, pero ahora todo lucía desgastado, opaco y miserable. La mayoría de los objetos de valor ya habían sido vendidos o destruidos en los ataques de furia del nuevo dueño. La casa apenas se sostenía sola, la servidumbre había huido antes de que la caída de los muelles arrastrara con ellos.

Sólo un hombre quedaba prendado de aquel nuevo jefe y era el único que limpiaba y reacomodaba la estancia cada vez que Changbin llegaba haciendo pataletas.

Tras el sonido de cristales rotos y objetos lanzados, salió de la cocina asomándose tímidamente.

- ¡Beomgyu!, ¡Maldito beta inútil!- rugió Seo cuando miró la sombra de su leal y único sirviente- Deja de esconderte y tráeme licor- gritó dejándose caer sobre el viejo sofá cuando ya no encontró nada más que lanzar o romper.

Beomgyu no respondió, sólo fue a la cocina sacando la ultima jarra de licor del fondo de la alacena y un vaso, con la espalda encorvada puso las cosas cerca de la mesa destartalada huyendo de ahí en cuanto su amo se sirvió el primer trago.

Con sumo cuidado entró de nuevo a la cocina, arrastró una silla colocándola cerca de la puerta y encendió un cigarro. No pasó demasiado cuando el balbuceo comenzó, lo único que tenía que hacer era agudizar el oído, descifrar algunas palabras que se arrastraban y esperar a que Changbin cayera dormido debido a la borrachera.

A mitad de la noche salió con un atuendo oscuro. La información que había obtenido era valiosa, sin duda.

- El rey lo echó del palacio tirándolo de loco, asegurando que el lobo que vio con el príncipe no era un omega, pues eso es imposible ya que los omegas no son cambia formas-. Informaba a una chica a mitad del bosque- Le prohibió realizar cualquier tipo de búsqueda por su parte ya que son asuntos reales, aunque él está seguro de que captó el aroma inconfundible de un omega proveniente de un enorme lobo negro: jazmín y vainilla.

La chica trató de controlar su mirada al escuchar describir el aroma de su hermano- Sin duda lo que percibió Changbin fue el aroma de un alfa mezclado con un omega.- trató de justificar Miyeon.

- Sí, también lo pensé- dijo Beomgyu con tono bajo- Mi madre solía contarme historias sobre omegas que tenían lobos, se les conocía como omegas dominantes, ¿sabes? Eso es justo lo que necesitamos, un omega dominante para enfrentar a todos esos malditos alfas.

- Sí... eso sería genial- repuso Miyeon de forma vaga. Después buscando cambiar de tema buscó entre sus ropas sacando un paquete grueso- Toma, los manda mamá.

Beomgyu abrió el paquete encontrando una cantidad considerable de cigarrillos- Esto es justo lo que necesito. Agradece a tu madre- dijo guardando el paquete en sus ropas- También quiero saber, ¿cuándo será liberado Soobin?- dijo cambiando su tono a uno más duro- Ya han pasado dos semanas y no se ha visto avance, dime, ¿tu madre en verdad hará algo?- había una amenaza en el tono de su voz.

- No te preocupes. Soobin quedará libre esta semana- prometió Miyeon. Había rebeldes, unos pocos cuyas ideas eran un poco más extremistas y sospechaban que Beomgyu era uno de los dirigentes de aquel grupo. No podían arriesgarse a un golpe tan temerario por el momento por lo que se prometió encargarse ella misma de Soobin. De algo debería de servir su marca con Soyeon, tenía confianza ya que Jongho había logrado la anulación de los permisos privados de caza con Yunho, ella tenía que aportar algo también.

Dominantes [2ho]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora