MIEDO, TERROR Y FURIA

55 6 1
                                    

Jongho se encontraba dormitando. El efecto de las feromonas de Yunho estaba desapareciendo, dejándolo sentir la debilidad de su cuerpo y el miedo de su situación. Recordaba apenas las promesas de su alfa sobre que no lo iba a abandonar y aunque no se encontraba en sus cinco sentidos, intuía que ya había pasado bastante tiempo desde que el castaño había salido de aquella habitación.

Comenzaba a sentir frío y se removió dentro de la bata que no alcanzaba a cubrir todo su cuerpo. Aspiró de nuevo tratando de sentir el aroma a sándalo que desaparecía rápidamente, entonces la puerta se abrió, por un segundo pensó que era Yunho regresando, pero Ho le advirtió que aquella presencia no era su alfa y permitiendo a su lobo tomar el control, un gruñido fuerte salió por su garganta, se agazapó pegando su cuerpo a la esquina de aquella prisión, sus ojos se oscurecieron totalmente y filosas garras salieron de sus dedos.

El beta que había entrado a aquella celda retrocedió enseguida al escuchar el rugido, después su cuerpo se llenó de miedo y se paralizó, como si hubiera perdido el control impidiendo cualquier movimiento, la habitación se había llenado de un aroma agrío con toque de jazmín y vainilla lo que ocultaba la gran carga de feromonas que se habían introducido a su sistema haciendo su cuerpo paralizarse.

Ho vio una oportunidad al ver al beta paralizado y sin pensar en nada más, tomó el control total, un lobo negro apareció en aquella prisión y corrió a la salida aprovechando que la puerta permanecía abierta, en su camino derribó al guardia, pero tan pronto su cabeza salió por el marco, sintió una descarga dolorosa por todo su cuerpo y retrocedió huyendo de aquel ataque, cuando cayó al suelo, lo hizo en su forma humana, había un dardo en su cuello y lo retiró con su mano temblorosa.

Jongho sintió lo frío de la loza bajo su cuerpo que ahora de nuevo estaba desnudo y se arrastró hasta el lugar donde se había encontrado unos momentos antes. Guardias intentaron entrar, pero percibieron el peculiar aroma dentro de aquella habitación y se pusieron máscaras para poder sacar al guardia que se encontraba sin conocimiento en el piso, entonces un alfa, con una máscara en el rostro entró, liberó una fuerte carga de feromonas para protegerse del aroma del omega y someterlo, lo encadenó e inyectó una cantidad considerable de Rèqíng en su brazo y salió de inmediato.

Los ojos de Jongho se abrieron en cuanto aquel medicamento se esparció por todo su cuerpo con velocidad, como si le hubieran inyectado adrenalina, se sentía completamente consciente, era como despertar de una pesadilla para internarse en el infierno. Sintió a Ho gimotear en su interior con miedo, para cuando entendió lo que le ocurría fue demasiado tarde. Su corazón se aceleró y la temperatura de su cuerpo comenzó a elevarse, sintió un leve cosquilleo en su vientre y después más abajo, un escalofrío recorrió su espina desde abajo y subiendo lentamente hasta salir por su garganta como un gemido.

Cerró los ojos y comenzó a temblar de miedo sin poder controlar la excitación que invadía su cuerpo y lágrimas salieron de sus ojos. "Yunho" llamó a su alfa en su interior abrazándose a sí mismo. Su mayor miedo se estaba haciendo realidad, había escuchado suficientes historias sobre los omegas a los que les inducían el celo como para generar una fobia ante aquella situación. "Ayuda, alfa" gimoteó Ho en su interior.

Tenía miedo, estaba aterrado y el dolor aún no comenzaba.

[...]

Jun aullaba y rugía en su interior, aun cuando todavía no despertaba por completo, pero pronto supo que tenía que hacerlo y lo más rápido posible. Sentía claramente las heridas que los grilletes de hierro puro en sus tobillos, muñecas y cuello que desgarraban la piel, aquellas cadenas que mantenían a su omega firmemente apresado, pero aquello no era lo peor, había un calor creciendo en su interior, su corazón latía fuertemente dentro de su pecho y su respiración comenzaba a alterarse.

Cuando Yunho abrió los ojos, respiró profundo, pero le inquietó no sentir si quiera la leve fragancia de Jongho, lo que quería decir que estaba lejos de él. Intentó concentrarse en su lazo para tratar de ubicarlo, pero mientras más se concentraba, más rápidamente aumentaba el calor. Jun rugía por su omega que lo llamaba, le suplicaba ir a su lado.

La primera etapa del celo era el calor y la excitación, pero esta etapa pasaría pronto, más aún si la dosis de Rèqíng era alta, entonces entraría la etapa de deseo desmedido y necesidad y después dolor, demasiado dolor si no tenía a un alfa a su lado para satisfacerlo.

Yunho golpeó un muro dañando sus nudillos con tan solo el pensar en Jongho liberando feromonas para atraer cualquier alfa. ¿Alguien lo estaría custodiando, eran alfas, percibirían el delicioso aroma de su omega llamándolo? Rugió fuertemente exasperado intentando salir de dónde estaba si éxito. Poco a poco sentía cómo perdía la cordura, su omega lo estaba llamando, cada vez era más fuerte su grito dentro de su cabeza. Sus dientes se asomaron, Jun exigía ser liberado para ir por Jongho.

- Ten calma- resonó la voz de su padre en algún lugar de la habitación, un altavoz, pues no sentía la presencia de su padre- pronto esto terminará, pronto tu marca desaparecerá de ese omega, sólo espera un poco.

¡LIBÉRAME!- rugió Yunho con toda su fuerza para hacerse obedecer, pero aquella habitación era insonorizada, por lo que su voz de mando no tenía influencia en nadie.

- Espera un poco más, hijo- murmuró Minho quien a pesar de todo lamentaba ver el estado de su cachorro, pero el omega era dominante, aún no se arriesgaría a enviar al único alfa que se había ofrecido a hacer una nueva marca en el omega, tenía que esperar a la cúspide del celo, aquel momento en que el dolor era tan insoportable que se entregaría a cualquiera que pudiera quitarle el dolor y esperaba que fuera pronto, pues ese dolor pronto lo experimentaría Yunho también.

El rey ordenó otra dosis de Rèqíng para acelerar el proceso. Yeonjun ya estaba más que dispuesto, lo podía ver embobado, embriagado por el aroma del omega que se había filtrado cuando abrieron la puerta para la nueva dosis de aquel medicamento y estaba tan excitado que el alfa apenas si podía contener las ganas de responder al llamado que hacía el omega. Minho desvió la mirada entre asqueado y un tanto interesado, no podía negar la hermosura de Choi Jongho, tenía un cuerpo delicioso y el aroma era demasiado tentador. Hizo uso de todo su autocontrol para contener su propia excitación.

Yeonjun a lado del rey, sonreía más que contento. Esa noche había ido a follar omegas y ahora se encontraba a punto de cogerse uno de lo más delicioso y más que eso, lo iba a marcar y lo iba a anudar. Lo iba a joder hasta que rogara por piedad y aun así no lo liberaría. El tan solo olerlo había comenzado a excitarlo y entrar en celo. Vaya, esa noche se le antojaba de lo más deliciosa y ese omega era tan hermoso y sexy, sin contar que era la primer cosa que le iba a arrebatar a Yunho, después sería la corona.

Jun no lo soportaba, lo mismo que Yunho, estaba perdiendo la cabeza, rugía, golpeaba y rasgaba las paredes proliferando maldiciones que nadie podía escuchar, todo lo veía completamente rojo y entonces un enorme lobo blanco se lanzaba contra aquella puerta con toda su fuerza. Los guardias que estaban vigilando aquella celda desde fuera comenzaron a retroceder cuando la puerta mostró una enorme abolladura y los golpes seguían sin detenerse un momento hasta que esta comenzó a ceder.

Aquellos guardias alistaron sus armas cargadas con fuertes sedantes, se preparaban para inmovilizar a aquel monstruo, pero el ataque llegó de otro ángulo. San los inmovilizó con agilidad, justo en el momento en que un lobo blanco con el hocico ensangrentado derribaba la puerta y se lanzó contra aquel alfa en pie dispuesto a aniquilar cualquier enemigo.

San cayó al suelo con el enorme lobo blanco sobre de él, no pudo evitar sentirse aterrado, los ojos de Jun estaban completamente rojos, la sangre de su hocico manchaba todo aquel pelaje antes reluciente y una de sus garras se preparaba para asestar un zarpazo certero sobre aquel que no reconocía como su amigo y aliado. San cerró los ojos esperando el final de su existencia la cual era inminente e inevitable.

Dominantes [2ho]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora