Dazai se encontraba en el baño de su apartamento, observando con resignación el pequeño flujo de sangre que emanaba de su nariz. Alzó la vista hacia el espejo, examinando su reflejo pálido y preocupado. "Tal vez debería ir al hospital", pensó, sopesando la gravedad de la situación.
De repente, el sonido del timbre rompió su concentración. El castaño parpadeó, confundido. No esperaba a nadie.
—¿Quién es? —preguntó mientras se acercaba a la puerta.
Abrió la puerta lentamente, revelando un ojo negro que escudriñaba la penumbra del corredor.
—¿Quién crees? —respondió Akutagawa, sarcástico.
Cuando Dazai abrió completamente la puerta, se dio cuenta de que su hermano no estaba solo. Ante él se reveló una figura que le puso los pelos de punta. Era un hombre de porte majestuoso. A pesar de que sus facciones denotaban una madurez innegable, su atractivo era cautivador. Su rostro estaba enmarcado por una cabellera plateada que caía en mechones desordenados pero elegantes.
Lo que más llamaba la atención, sin embargo, era su atuendo. En una época donde la modernidad había dejado atrás las tradiciones, él vestía un kimono de un verde profundo que, lejos de parecer anticuado, le otorgaba un aire de distinción y refinamiento. Pero lo que verdaderamente cautivaba era su semblante, serio e imponente.
—Alguien que vino corriendo desde la provincia de Yokohama para ver a su hijo herido... —anunció Akutagawa—. Te presento a nuestro querido padre, Fukuzawa Yukichi —terminó, sonriendo burlón.
El mundo pareció detenerse. Dazai tragó saliva, claramente nervioso.
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El castaño fue llevado al hospital para que pudieran evaluar las heridas en su rostro. Una vez allí, el personal médico examinó cuidadosamente cada contusión y corte, determinando que, aunque no eran graves, requerían atención inmediata.
Luego, la repentina reunión familiar se trasladó a una acogedora cafetería cercana. La tensión en el ambiente era palpable mientras Fukuzawa miraba a Dazai con dureza, los brazos cruzados sobre su pecho.
—Osamu —dijo secamente.
—Sí, padre —respondió el castaño con una mezcla de respeto y temor en su voz.
—¿Alguna vez te he impedido hacer lo que quieres? —preguntó con firmeza.
—No, padre —Dazai agachó la cabeza.
—¿O te he obligado a actuar como cabeza de la familia?
—No, padre —repitió Dazai, en apenas un susurro.
—¿Entonces por qué tratas así a tu amable y comprensivo padre? —cuestionó el mayor, su voz suavizándose ligeramente—. Si has tenido un accidente grave, debes venir a verme en cuanto estés bien —tomó un sorbo de su taza de té—. Nunca me llamas por teléfono. ¿Y luego tengo que enterarme por otros que te has lastimado? —dijo, mostrando una mezcla de frustración y preocupación evidente.
Dazai mantuvo la mirada baja, incapaz de sostener el contacto visual con su padre, sintiendo la culpa apoderarse de él. Sin embargo, decidió romper finalmente el tenso silencio.
—Lloraste la última vez que me lesioné. Esa fue la primera vez que te oí llorar —dijo, apenado—. Así que tal vez me asusté un poco.
—Solo admítelo, tienes miedo de papá —interrumpió Akutagawa con un tono burlón.
—No interrumpas cuando cuento mi triste historia —replicó el castaño, su voz teñida de sarcasmo e irritación.
El pelinegro, sin embargo, no se detuvo ahí. Con una sonrisa maliciosa, continuó:

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FULL VOLUME || Soukoku
FanfictionDazai enfrenta un dilema abrumador: su vecino Chuuya, insoportable y exasperantemente atractivo, se ha convertido en su obsesión. Para complicar las cosas aún más, Chuuya resulta ser el camboy favorito de Dazai, desatando una intensa frustración sex...