21

793 63 132
                                    

En el gimnasio, como de costumbre, el ambiente estaba lleno de gente ejercitándose, pero para Ranpo, el día tenía un toque especial de felicidad. Se sentó en un banco, observando a su alrededor y dejando escapar un suspiro de satisfacción. "¡Estoy tan feliz por haber decidido abrir un gimnasio! ¡Estoy rodeado de sujetos musculosos todo el día, todos los días!", pensó, mientras una sonrisa se dibujaba en su rostro. "Nada de esto hubiera pasado si hubiera abierto un local de dulces, como mi exnovio me sugirió".

De repente, una sensación oscura y amenazante lo sacó de su ensoñación. Se estremeció al notar una presencia extraña que parecía venir de una esquina del gimnasio, rompiendo su idílico momento. "¿Eh? ¿Qué es esta oscura y amenazante aura que viene de una esquina de mi hermoso paraíso?", se preguntó alarmado.

En ese momento, la figura de Chuuya apareció, emanando una energía tan poderosa que afectaba a todos a su alrededor. Los demás en el gimnasio empezaron a sentirse débiles, tambaleándose y cayendo al suelo, agotados por la presencia abrumadora del pelirrojo.

—¡Entrenador, haga algo al respecto de eso...! —exclamó uno de los asistentes, con voz temblorosa, mientras señalaba hacia Chuuya.

—¿¡Eh!? —respondió Ranpo, desconcertado, sin saber cómo manejar la situación.

Chuuya, jadeando y sudando, caminaba lentamente hacia las máquinas de ejercicio. Los demás, incapaces de soportar su energía, empezaron a desmayarse uno a uno.

—Ugh... Repentinamente siento que me desmayo... —murmuró uno de los hombres, tambaleándose.

—Yo también... Siento que mi energía está siendo drenada... —dijo otro, justo antes de caer al suelo.

El pelirrojo, en medio de su tormento interno, no podía evitar recordar lo que había sucedido el otro día. "¿Qué carajos? ¡Él estaba el otro día prometiéndome el mundo! ¡Y ahora actúa todo frío como si nada!", pensó con rabia. "¡Solo dime que no te gusto! ¡Es tan rudo de su parte el ignorarme de esa forma!".

Sus manos apretaban con fuerza las mancuernas. Sentía la ira burbujeando en su interior, una mezcla de frustración y dolor. "¿Él piensa que soy una diversión para él? ¿Cómo se atreve a tratarme así? ¿Le hice pensar que soy una persona fácil?"

—O tal vez... —murmuró, dudando por un instante.

Con un movimiento brusco, soltó las pesas. El metal resonó contra el suelo con un estruendo que llamó la atención de los presentes. Chuuya se tambaleó, su mente invadida por pensamientos oscuros y confusos. "¿Soy una persona molesta?"

—¡Chuuya, ten cuidado! —gritó Ranpo a lo lejos, pero su advertencia llegó demasiado tarde.

Las máquinas del gimnasio parecían cerrarse a su alrededor, atrapándolo en una prisión de su propia creación. Chuuya se desplomó, sus rodillas golpeando el suelo. Su respiración se hizo más pesada, y sentía como si el peso del mundo estuviera sobre sus hombros.

—¡Vamos, reacciona! ¡Estás haciendo que todo el ambiente decaiga! —continuó el pelinegro, moviéndose de un lado a otro con desesperación—. Algo pasó, ¿no es así?

—No es nada —respondió el pelirrojo irritado.

—¡No te hagas el tonto conmigo! ¡Estás haciendo que los chicos guapos se depriman con tus vibras negativas!

Chuuya quedó en silencio, comprendiendo su mal comportamiento.

—Chuuya, te conozco lo suficiente ahora para confiar en ti y darte las llaves del gimnasio para que cierres por mí —comentó Ranpo más calmado—. Así que pienso que puedo escucharte si algo te sucede.

FULL VOLUME || SoukokuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora