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Dazai estaba arrodillado frente a Chuuya, completamente concentrado en la tarea que tenía entre manos. Su rostro, normalmente enigmático, ahora revelaba una mezcla de profesionalismo y deseo apenas contenido, mientras sus dedos hábiles recorrían cada centímetro del cuerpo del pelirrojo. Sabía que cada uno de sus movimientos era capturado por las cámaras, pero en ese instante, su única preocupación era satisfacer a Chuuya, deleitándose en explorar cada una de sus reacciones y llevándolo lentamente al límite del placer.

Entre todas las formas de complacer a un hombre, Dazai poseía un don especial para usar la mano y la boca.

Sus movimientos eran calculados, precisos. La mano de Dazai envolvió el pene erecto de Chuuya con una firmeza que solo la experiencia podía otorgar, sus dedos deslizándose con una destreza impecable, acariciando y masajeando mientras su mirada oscura se clavaba en los ojos del pelirrojo. Dazai se relamió los labios, consciente de la lucha interna de Chuuya, quien intentaba mantener la compostura, aunque el leve rubor en sus mejillas delataba su vulnerabilidad.

"Debería haberle hecho llevar una máscara... Me siento raro mirándole así, cara a cara", pensaba Chuuya, incómodo, pero al mismo tiempo profundamente excitado, sintiéndose expuesto bajo la atención incansable del castaño.

Mientras una de las manos de Dazai continuaba masajeando la base del miembro de Chuuya con una cadencia rítmica, la otra se aventuró con dos dedos hacia la punta, comenzando un suave y tentador masaje circular. Al instante, un jadeo involuntario escapó de los labios de Chuuya, su resistencia empezaba a desmoronarse frente a la atención meticulosa de Dazai.

"Algunos dicen que los hombres bien dotados no necesitan técnica... Qué absurdo", reflexionó Dazai en silencio, intensificando el ritmo mientras observaba cómo el cuerpo de Chuuya comenzaba a temblar bajo su toque. Sus dedos se movían con habilidad, aumentando la presión en el punto exacto para extraer cada gemido, cada suspiro. "Por el contrario, muchos de los bottoms encuentran a los chicos grandes incómodos", continuaba pensando, su sonrisa volviendo a florecer al escuchar un nuevo gemido, apenas audible pero intoxicante, que escapaba de los labios de Chuuya.

El placer parecía consumir a Chuuya, que respiraba cada vez más rápido. " Por lo tanto, cuesta mucho trabajo conseguir que se relajen lo suficiente como para poder tomarlos dentro", concluyó Dazai, disfrutando de cómo el cuerpo del pelirrojo respondía a cada caricia, cada manipulación calculada y experta. Cada movimiento suyo era una danza de poder, llevándolo al borde, controlando la línea entre el éxtasis y el descontrol.

Entonces, el movimiento en la punta del pene de Chuuya se volvió frenético, llevándolo al borde de la desesperación. El roce del guante de cuero de Dazai contra su piel hipersensible generaba una mezcla de incomodidad y placer, creando una tensión insoportable. El pelirrojo no podía decidir si esa fricción era una tortura o un deleite prohibido. "¡De ninguna manera, de ninguna manera, de ninguna manera!", se repetía mentalmente, tratando de resistir las oleadas de sensaciones que se apoderaban de su cuerpo.

Dazai, impasible y meticuloso como siempre, mantenía una calma exterior que contrastaba con la intensidad de sus movimientos. Sus manos, expertas en el arte de la tortura erótica, seguían frotando y acariciando el pene de Chuuya con una precisión casi cruel, cada caricia calculada para mantenerlo al borde sin permitirle caer en el clímax. "Quiero correrme, quiero correrme ahora mismo...", suplicaba Chuuya en su mente, sintiendo cómo su cuerpo se tensaba cada vez más, acercándose al abismo del placer. "¡Maldita sea! No puedo aguantarlo... Se siente demasiado bien, se siente..."

Justo en el instante en que la liberación parecía inevitable, todo se detuvo.

La mano de Dazai se retiró de golpe, dejándolo jadeante y desconcertado. Un gemido frustrado escapó de los labios de Chuuya, su mente hecha un caos mientras su cuerpo temblaba por la repentina pérdida de contacto. "¿Por qué se ha detenido?", se preguntaba desesperado, sintiendo cómo la necesidad de alivio lo consumía desde dentro, una urgencia que apenas podía soportar. Con la respiración entrecortada y los ojos aún desenfocados por el placer interrumpido, Chuuya vio cómo Dazai tomaba algo que brillaba bajo la luz tenue. El frío escalofrío que recorrió su columna fue inmediato.

FULL VOLUME || SoukokuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora