𝐥𝐚 𝐦𝐮́𝐬𝐢𝐜𝐚 𝐲 𝐬𝐮 𝐡𝐨𝐦𝐛𝐫𝐨; 𝐫𝐞𝐟𝐮𝐠𝐢𝐨

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juanjo
me despierto y al instante sonrío al ver a martin durmiendo a mi lado, es sábado, son las nueve y media, ayer no nos acostamos demasiado tarde

le hago un par de fotos como siempre y dejo que duerma un poco más, luego le quiero llevar a un sitio que creo que le va a gustar mucho

me quedo admirando lo guapo que es un rato
su pelo oscuro con ese mullet que le sienta tan bien, esas pestañas tan largas, esa naricita tan mona con su característica cicatriz, su bigote que me mata de ternura y esos labios tan bonitos que me dan ganas de comermelo entero

a las diez, al ver que aún no se despierta decido empezar a despertarle a base de caricias y pequeños besos por toda su preciosa carita

—va mi amor, arriba o al final se nos hará tarde
—jo juanji, me da pereza levantarmeeee
–se queja como un niño pequeño–
—pues te quedas sin sorpresa –rio para ver si así funciona–

y efectivamente funciona porque al instante abre rápidamente los ojos y me abraza con fuerza

—ay es verdad, me lo dijiste ayer, ¿que es? –me mira emocionado con esos ojos tan grandes y expresivos muy abiertos–
—es una sorpresa bonito, pero primero hay que desayunar y vestirse –le beso despacio–

—ah una cosa –recuerdo– —hay que ir en bus martin, y son dos –hablo preocupado– —te juro que es imposible ir en coche por esa zona, lo he mirado todo pero no es viable, la única otra opción sería el metro pero sé que dentro de lo malo prefieres el bus –acaricio sus brazos suspirando–
—no te preocupes bobo –sonríe para calmarme– —vamos en bus, sin problema, yo me llevo mis cascos y voy bien, además, estás tú, entonces va a ser perfecto –posa su mano en mi mejilla–
—gracias por avisarme y mirar siempre por mi bienestar juanji, eres el mejor –me da un pequeño pico-

nos levantamos y preparamos los desayunos, su leche con galletas y mi café con tostadas

nos lo tomamos sin prisa ya que le he despertado con tiempo para poder llegar bien al sitio teniendo en cuenta la ruta que tenemos hasta allí

al terminar, recogemos y nos volvemos a meter en mi habitación para cambiarnos
—¿hay que ir guapos? –pregunta divertido–
—tú siempre vas guapo idiota, pero no, no hace falta arreglarse, píllate lo que quieras de mi armario
—vale –habla como un niño pequeño logrando derretirme de amor–
—te como entero –aprieto sus mofletes con una sola mano y le beso un par de veces

se pone una de mis sudaderas y sus típicos pantalones tejanos gigantes
yo en cambio de pongo una camiseta de tirantes y unos pantalones grises anchos

salimos de casa hacia la parada del primer autobús
cuando llega, nos subimos viendo que va bastante lleno y no hay asientos libres

—joder –susurra algo agobiado y yo inevitablemente le escucho–
—tranquilo mi chico, apóyate aquí –busco un hueco medio vacío– —ponte los cascos y yo te hago de barrera para que no se te pegue demasiado la gente –hablo calmado para que no se agobie más–
—este bus son unas cuatro paradas, yo controlo, tu relájate lo que puedas –beso su mano, él me mira asintiendo agradecido y se pone sus cascos–

me pongo justo delante suyo para que vea lo mínimo posible a toda la gente que hay aquí, pero en cada parada sube más y más

—dios –se pone la mano en el pecho–
—ya mi amor, lo siento muchísimo –pongo la mia encima y beso su cabeza con ternura varias veces cuando apoya su frente en mi pecho–

𝐚 𝐭𝐮 𝐯𝐞𝐫𝐚Where stories live. Discover now