𝐞𝐧 𝐩𝐚𝐳

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juanjo
el jueves a la hora de la salida le pedimos un par de bocadillos a pedro en la cafetería y nos dirigimos hacia una zona tranquila de picnic que hemos buscado por internet
está a unos veinte minutos de aquí

—tengo un hambre... –admite resoplando–
—¿otra vez no has desayunado cabezón? –le miro mientras conduzco–
—no he tenido tiempo de bajar a comprarme nada, estoy a reventar de trabajos
—me da igual, tienes que comer algo a media mañana martin, y más hoy que sabias que pillaríamos bocatas –le echo la bronca–

—no me riñas juanji, te prometo que a partir de mañana desayunaré todos los días –acaricia mi nuca–
—vamos que si, es que si hace falta te preparo yo el almuerzo y te lo llevo a tu clase día si día también, me la pela

—a lo mejor te puedo comer a ti –habla pícaro–
—cállate –pierdo toda la seriedad riendo bobamente–
—que guapo estás cuando te enfadas, pero más guapo aún estás cuando sonríes –agarra mi brazo libre y deja unos cuantos besos en él–

sigo conduciendo tranquilo al notar sus delicadas caricias en este mismo y poco después llegamos al lugar que me indicaba el gps

cojo una manta que tenía en el maletero y empezamos a andar por el merendero

nunca había venido aquí y la verdad es que es un sitio increíble, rodeado de árboles y zonas montañosas

a pesar de que hay unas cuantas mesas de picnic, como tenemos algo para no tocar directamente el suelo, optamos por sentarnos en una de las pequeñas subidas de cuesta del terreno tras estirar la manta

sacamos los bocadillos y comemos en silencio disfrutando de la paz que se respira en este lugar

—esto es precioso juanji
—si, casi tanto como tú  —le miro, lo he dicho a posta, solo quiero ver como se pone rojito–
—¡párate! –golpea mi brazo sonrojándose–
misión cumplida
beso su mejilla un par de veces y sigo comiendo muerto de ternura

al acabar nos tumbamos en la manta y rodeo sus hombros con mi brazo derecho pegándole a mi cuerpo

—bonito –apoya una mano en mi pecho y deja un pequeño beso ahí mismo–
—que paz –susurro cerrando mis ojos sintiendo la suave brisa que corre acariciar mi rostro–
—y que lo digas –asegura relajado–
—escucho perfectamente el latido de tu corazón, me encanta, va super calmado
—me quedaría aquí, tal cual estamos ahora mismo, para siempre –hago pequeñas caricias en su brazo–
—ojalá mi chico, nada me haría más feliz –besa mi mandíbula con delicadeza–

permanecemos un rato en esta posición totalmente callados pudiendo escuchar los sonidos de la naturaleza y en ese instante oigo también que la respiración de martin se hace más profunda

miro ligeramente hacia abajo y aunque no veo su rostro puedo intuir que está dormidito

el pobre lleva una semana agotadora de trabajos y exámenes, se ha quedado la mayoría de noches estudiando hasta tarde

sonrío como un bobo al sentirle así dejando que descanse lo que necesite y enredo mi mano en su pelo, me encanta esta sensación

cierro los ojos yo también y me limito a dejarme llevar por la calma absoluta que siento ahora mismo, olvidando el resto del mundo

solo existimos él y yo, en paz

rato después noto como empieza a moverse suavemente, se está despertando

—hola cariño –le miro cuando siento que sube la vista hacia mi–
—me he dormido jo –esconde su carita en mi pecho–
—no pasa nada bonito, estabas muy cansado estos días –sonrío–
—te he babeado un poco la camiseta y todo –admite algo avergonzado–
—no me importa lo más mínimo, eso es que has descansado a gusto –le miro muerto de ternura–
—te quiero –sube ligeramente su cuerpo hasta hacernos quedar cara a cara y me besa despacio–
—yo a ti mil veces más –susurro en sus labios–

nos sentamos de nuevo y decidimos dar un paseo por el lugar
algunos metros más al fondo, encontramos un mirador
—ala que guay –habla con voz de niño pequeño y corre hasta la valla–
sonrío por su adorable reacción y me acerco a su lado
—¿sabias que esto estaba aquí? –me mira emocionado–
—no bonito, yo he visto por internet solo el merendero

—¿crees que quedará mucho para el atardecer?
—son las... –saco mi móvil del bolsillo– —17:30h, falta un poquito aún –él hace un puchero– —pero no tenemos ninguna prisa –rio ya que es obvio que se quiere quedar y yo no puedo negarle nada a esa carita–
—vale, pues paseamos otro ratito y cuando se haga más tarde volvemos –sonríe feliz–

beso su mejilla con el corazón a punto de explotar de amor y noto como agarra mi mano conduciéndome hacia otra parte que aún no hemos visto

seguimos paseando tranquilos y cuando vemos que se empieza a ir la luz volvemos a la zona del mirador
sé que ver el atardecer es de sus cosas favoritas

—wow –habla anonadado al ver el color naranja que tiñe el cielo–
yo aprovecho para sacar mi móvil haciéndole una foto de espaldas sin alejarme demasiado con el atardecer de fondo, hago otra a su lado para que se aprecie su perfil y su cara de ilusión y guardo el móvil de nuevo disfrutando yo también del hermoso paisaje que hay delante nuestro

abrazo a martin por detrás pasando mis brazos por su cintura, notando como posa las manos encima de las mías al instante
beso su pelo un par de veces y acto seguido beso también su nuca y su hombro derecho, en el cual reposo mi cabeza delicadamente

𝐚 𝐭𝐮 𝐯𝐞𝐫𝐚Where stories live. Discover now