V

248 38 0
                                    

Observe al hombre calvo que esperaba al final de los escalones. Me pregunte cual el motivo de la visita de Varys a mi persona. No era extraño para mi verle en estos días, especialmente desde que ambos trabajábamos para ayudar a los niños que vivían en el Lecho de Pulgas. Sin embargo, era raro que Varys tan discreto como era se acercara a plena vista de todos.

- Lord Varys, un honor tenerle por estos rumbos – salude con una sonrisa.

- Puedo decirle lo mismo, Amelie – respondió con educación – Debo decir que me sorprendió su repentina desaparición de los pasillos del castillo.

- Me pareció buen momento para cambiar de escenario, mi señor – dije restándole importancia al asunto - ¿Ha pasado algo?

Varys soltó un suspiro cansado, eso me alerto. Este hombre no era expresivo con nadie. Todo en él era un misterio, que pocos sabrían cómo resolver. Ambos comenzamos a subir los escalones que conducían a la entrada de Pozo Dragon. Ninguno de los dos interrumpió el silencio hasta que las enormes puertas del lugar aparecieron frente nuestro.

- La Fortaleza Roja es un lugar caótico estos días – comento mirando en esa dirección – Al parecer al Príncipe Viserys le ha sentado mal la pérdida de su "Princesa".

- La Fortaleza Roja siempre ha sido un lugar caótico, Varys – murmure de manera informal – La verdadera sorpresa vendrá cuando no lo sea.

- ¿No dirás nada sobre esta nueva "Princesa"? – interrogo Varys con especial atención.

- ¿Debería? – mire al hombre directamente a los ojos – No he estado dentro del castillo desde hace un par de lunas, así que desconozco en absoluto el tema del que desea hablar.

Varys me miro de forma analítica. Sabia por la mirada que estaba dándome que desconfiaba de mis palabras. No le culpa, aquí todos éramos jugadores del Juego de Tronos. Y algunos eran peores que otros.

- Sabes a veces encuentro sumamente interesante que, para ser una bastarda del norte, poseas un vocabulario tan propio – sentencio – No hablas como una hija de un noble, pero definitivamente, tampoco como la hija de pobre cabron cualquiera.

- Ya te lo he explicado, Varys – refute cansada de volver con este tema – Crecí dentro de las murallas de Invernalia, mi madre era la encargada de la limpieza del área de la biblioteca así que pasaba demasiado tiempo allí con ella y con el viejo maestre Arak, al final resulte ser buena aprendiz.

- Es una historia conveniente.

Y lo era, porque en parte tenía rastros de verdad y su pizca de mentira. Si había nacido en Invernalia, según los pocos recuerdos que tenia de este cuerpo. Pero mi madre era una cocinera poco interesada en el bienestar de su cuarta hija bastarda. Así que en realidad la gran parte de mi conocimiento provenía de mi vida pasada.

- Me hablaras de esta "Princesa" o puedo iniciar mi trabajo allí dentro – le dije con la intención de cambiar de tema – No sabes lo difícil que es lidiar con dragones hambrientos.

- ¿Alimentas a los dragones? – rio sin gracia - ¿Debo preocuparme porque seas devoraba por alguno?

- No debería preocuparte, Varys – afirme – Puede cuando salga de aquí, lo haga montando a un dragón.

Aquel comentario borro inmediatamente la sonrisa de su rostro. Ahora parecía preocupado nuevamente. Así que lo mire con seriedad, pensando que era lo que pasaba por esa mente tan ágil.

- Solo bromeada – le aclare – No soy como Ortigas.

La historia de una de las semillas de dragón apodada Ortigas era de las más conocidas por todos los Siete Reinos. La mujer que había logrado montar un dragón después de alimentarlo día tras día con ovejas. Para mi mala suerte yo estaba aquí únicamente para limpiar los restos de las ovejas.

- El Príncipe Viserys ha dicho a todo el que le quiera escuchar que ha encontrado a su propia Princesa – hablo Varys repentinamente – Una princesa de cabello marrón y de ojos que semejan la miel. Tan dulce.

- Ve al punto, Varys – suplique.

- Para aquellos que no saben de ti es fácil suponer que se está inventado a esta misteriosa Princesa – continuo el – Para los que hemos tenido la buena fortuna de conocerte sabemos que encajas perfectamente con la descripción.

Parpadee reflexionando lentamente sus palabras, lo que implicaban para mí. Entonces recordé las últimas palabras que el Príncipe Viserys murmuro aquella noche donde ambos dormimos siendo compañía de la Reina Rhaella. Él había dicho que sería su princesa.

- Son solo palabras de un niño – concedí – Pronto lo olvidara. De hecho, todos lo olvidaran.

- Me temo que esta vez difiero contigo – Varys se acomodó sus mangas estirándolas a los lados – Cada noche el Príncipe Viserys llora y suplica porque su "Princesa" sea de vuelta con él. Por supuesto, el Príncipe Rhaegar se ha enterado de ello y ha sido el quien ha controlado los arrebatos del joven príncipe.

- ¿Se ha mencionado mi nombre? – interrogue nerviosa por el giro de los acontecimientos.

- Lo desconozco, pero asumo que no – explico – Seria un gran escándalo que se le asociara como princesa a una dama de compañía.

- Y una bastarda, no olvides eso Varys – agregue.

Varys miro al frente ignorando mi último comentario. Sin embargo, no era algo nuevo para ninguno de los dos que el estado de mi nacimiento fuera un tema particularmente doloroso de tratar. El futuro maestro de los secretos conocía parte de mi pasado trágico. Lo poco que pudo averiguar, por supuesto.

- Mientras el asunto no llegue a los oídos del Rey Aerys, no habrá que preocuparse – exclamo luego del tenso silencio – Pero deberías explicarle al Príncipe Viserys de tu propia boca porque no es adecuado que te llame "Princesa".

- Esta es mi última noche durmiendo fuera de la Fortaleza Roja – comente – Mañana me integrare nuevamente a mis actividades dentro de la corte, entonces hablare con el joven Príncipe.

- Hazlo pronto, Amelie – pidió tomando una de mis manos – Cuídate de los dragones, el fuego es peligroso para personas como nosotros.

Con esas últimas palabras el eunuco se marchó sin mirar atrás ni una sola vez. Comprendía la veracidad detrás de sus palabras, de las cuales estaba completamente de acuerdo. Tome una respiración profunda antes de ingresar a Pozo Dragon, pensando en que me encontraba atrapada entre el fuego de dragón, con la posibilidad de terminar convertida en un montón de cenizas.

FatalidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora