XXVIII

92 25 0
                                    

Madre Paloma me miro desde la entrada con una mirada sospechosa. Le di una breve sonrisa nerviosa pensando como explicaría esta extraña situación. A mi lado Robert Baratheon portaba un intento mediocre de disfraz pretendiendo pasar desapercibido. Alguien debería decirle que ponerse una capa gris no era el mejor atuendo para ello.

- Lord Baratheon – musite viendo a los niños salir para recibirnos – Todavía está a tiempo para volver a la Fortaleza Roja, no es necesario que venga conmigo.

- No tengo otros planes para este día – dijo encogiéndose de hombros – Mañana iremos de cacería, me gustaría asegurarme que mi daga regrese a mis manos lo más pronto posible.

Suspire cansada de discutir con este hombre. Esta mañana me había despertado con la intención de visitar a los "Cuervitos" y recuperar la infame daga del Baratheon. No esperaba encontrármelo en los pasillos aun oscuros de la Fortaleza Roja, mucho menos pensé que me obligaría a traerlo conmigo.

- Solo compórtese – le pedí como si de un niño se tratase – La mayoría de estos niños les incomoda estar cerca de los hombres, manténgase lejos de ellos.

- No les hare daño – musito el enorme hombre confundido.

- Si lo hiciera le clavaria mi daga sin dudarlo – sentencie, renuente a dejarle convivir con mis muchachos – Lo juro, por los Antiguos Dioses.

- No deberías hablarle de esa forma a un señor de una casa tan poderosa – ahora fui yo quien se encogió de hombros ante sus palabras – Mujer marimacho.

Ignore sus burlas llegando por fin a la entrada de la pequeña casa. Madre Paloma detallo con suspicacia al hombre, una pequeña sonrisa se deslizo por sus cansados rasgos. Sus ojos marrones brillaron con algo que solo podía significar problemas. Mire al Baratheon que saludo con una sonrisa a la viejita delante suyo.

- Madre – salude dándole un corto beso en la mejilla – Lamento la visita tan temprano, he venido buscando a Archie y Ronal.

- ¿Se han vuelto a meter en problemas? – cuestiono ella preocupada por mi tono cansado.

- No es algo para alarmarse, Madre – mentí ignorando la mirada de Lord de Bastión de Tormenta – Solo un pequeño error que se puede corregir.

La mujer mayor levanto una ceja poco confiada en mis palabras, aun así, nos hizo entrar en la casita. Inhale el olor a pan recién horneado, busque inmediatamente el origen de ese apetecible aroma. Sonreí cuando observé un par de magdalenas en la mesa. Puedo jurar que casi corrí a por una de ellas. Mi sonrisa aumento cuando note que un frasco con mermelada se encontraba en la mesa.

- ¿Tus favoritas? – cuestiono Robert Baratheon notando mi repentina felicidad.

- Mis favoritas – murmuré mordiendo una magdalena, gemí bajito ante la sensación del pan desasiéndose en mi boca - ¿Gusta una?

Robert miro la magdalena que le ofrecía negando lentamente medio confundido por mi repentina alegría. Supuse que era extraño verme tan alegre por algo que para él podría resultar tan trivial. Siendo el un señor de una casa importante era fácil deducir que nunca le había faltado golosinas para disfrutar. Sin embargo, eran contadas las veces que nosotros podríamos deleitarnos con algo tan dulce.

- ¿Qué es este lugar? – pregunto el apartando la mirada rápidamente, tal vez incomodo por la forma en que lamí mis labios retirando el resto de pan.

- El nido de cuervos – musite tomando otro panecillo y colocándole mermelada – Un lugar secreto, así que no debe decirle a nadie o ....

- Me cortaras la garganta – completo el riendo nuevamente – Sabes que es más probable que obtenga tu cabeza, a que tu obtengas la mía.

FatalidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora