XXVII

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Mi cabeza se sentía mareada, mientras que mis pensamientos eran borrosos. Me abrace con fuerza al cuerpo del hombre que devoraba con furia mis labios. Había algo en aquel acto que era adictivo, tanto como prohibido. Incluso si sabía que debía detenerlo decidí permanecer entre sus brazos como si fuera un lugar seguro.

- Me estas tentando – murmuro con un tono angustiado, separando lentamente sus labios – Eres como el agua fría en medio del desierto donde me encuentro sediento.

Me estremecí ante aquellas palabras, que eran tan seductoras como peligrosas. Sus manos me sujetaron con fuerza de la parte baja de la espalda. Nuestros cuerpos permanecieron juntos, tanto que lo único que no separaba era la delgada capa de tela de mi vestido y su armadura superior. El calor que emanaba de sus manos se filtró hasta mi piel dejándome sin aliento.

- Me tientas todos los días – susurro en mi oído de manera sensual, sonando como si estuviera rezando– Me tientas sin importar nada más.

Su boca nuevamente se apodero de la mía sin darme la oportunidad a responder sus declaraciones. Parecía ansioso por besarme, como si en cualquier momento fuera a desaparecer de su lado. "Podría ser cierto" especulé recordando lo misterioso de mi situación. Ahora estaba aquí, pero puede ser que de un momento otro lograra regresar a casa. Eso era lo que oraba cada noche antes de cerrar los ojos.

- No debería rendirse ante las tentaciones, Ser Jaime – dije deteniendo sus avances – Especialmente si no valen nada.

Ser Jaime Lannister permaneció quieto notando mi contrariedad, parecía apenado por el recordatorio de aquellas palabras dichas por el mismo. Sin embargo, no se atrevió a soltarme. El negó lentamente, sus cabellos rubios desordenados le dieron una apariencia ligeramente salvaje.

- Se que mis palabras fueron crueles, me disculpo por ello – recito el con firmeza – Pero mi padre pudo hacerte cosas mucho más terribles, no podía dejar que te hiciera daño.

- Entonces preferiste hacerme daño en su lugar – reclame, irritada por su comportamiento discordante, olvidando los títulos por primera vez – Lord Tywin es quien me llama ramera, pero eres quien pretende convertirme en una.

El caballero lucio ofendido, pero continuo con su agarre firme empeñado en no dejarme ir ni un centímetro lejos de él. Sus ojos verdes estaban oscurecidos por el deseo o por la furia, era un poco difícil saberlo en este punto.

- Pretendo convertirte en mi mujer – exclamo ronco de excitación – Mía, mi mujer.

Quise seguir discutiendo, pero él era mucho más rápido con sus movimientos, volvió a besarme esta vez con un toque más posesivo. Luche un poco contra su fuerte cuerpo, convencida de no dejarle avanzar. Pero era todo en vano, él estaba vestido con su armadura que era demasiado fría al tacto, tan diferente a su portador que parecía estar ardiendo.

Una de sus manos descendió hasta posarse en mi trasero atrayéndome con dureza hacia él. Mordí mi labio con fuerza conteniendo el gemido traicionero que amenazo con salir de mi boca. Sin embargo, el pareció notarlo, porque una pequeña risa escapo de lo profundo de su garganta.

- No cantes victoria, Lannister – amenace deteniendo sus manos que comenzaban a deslizarse debajo la liviana falda del vestido – No caeré ante tus dulces palabras.

- Créeme, lo único dulce aquí eres tú – ronroneo besando mi cuello, ignorando mi amenaza.

- Nunca podrás llamarme tuya – musite desesperada por que se detuviera, más preocupada por como mi cuerpo parecía responder ante el – O harás que tu padre tenga razón.

- ¿De qué hablas? – cuestiono el deteniéndose rápidamente.

Suspire meditando que debía decirle para ahuyentarlo. Aunque estaba alagada por su atención, no olvidaba que este era el mismo hombre que idolatraba a Cersei Lannister hasta el punto de convertirse en su amante. El futuro amante de la Reina Dorada. Era seguro que me veía como un pasatiempo para disfrutar mientras su hermana estuviera lejos de sus garras.

- No serias mi primer hombre – sentencie – Probablemente tampoco serias el ultimo.

- Ahora eso suena muy contradictorio saliendo de alguien a quien no le gusta ser llamada puta – gruño nuevamente - ¿No lo crees?

- Bueno, tomando en cuenta que planeas seducirme sin ofrecerme nada a cambio más que el placer, entonces ¿porque no ceder con otros hombres también?

- ¡No lo permitiré! – bravo furioso – Si otro hombre se atreve a tocarte lo matare, aun mejor dime el nombre del idiota que se llevó tu virtud, será el primero en morir.

"Ni siquiera supe su nombre" pensé con melancolía ante el recuerdo de aquel joven que por un momento había logrado hacerme olvidar de todo. No creía en el amor a primera vista, pero aquello pudo ser algo muy cercano a serlo. Decidí concentrarme nuevamente en el hombre frente mío, asustada por la furia que mostraba a través de sus palabras. Me sorprendió que luciera tan molesto con la idea.

- Demasiado tarde para defender mi honor, Ser – murmure alejándome lentamente del caballero – Especialmente cuando se la di de buena fe, es más, si ese hombre viniera por mi cedería nuevamente ante él.

- Esperemos que por su bien nunca más se acerque a ti, Amelie – amenazo con frialdad – O voy a cortarle la cabeza.

- No te pertenezco, Lannister – di media vuelta intentando huir del lugar.

Su agarre brusco se cerró sobre mi brazo limitando mi accionar. Nuevamente me encontré con sus ojos verdes que esta vez ardían en ira. Ser Jaime Lannister lucia como un desconocido para mí en este momento. Sin las bromas habituales ni la sonrisa coqueta. Este hombre destilaba peligro. Trague grueso notando que mi pulso se aceleraba ante su toque.

- Pero lo serás – declaro con seguridad – Me pertenecerás, pequeña.

Negue con la cabeza, liberándome de su agarre con fuerza. No dije ninguna palabra reconociendo que llevarle nuevamente la contraria seria lo peor en este momento. No estaba dispuesta a ser besada con tanto fervor nuevamente, sobre todo porque era probable que ya ni siquiera pusiera resistencia. No cuando la posesividad de su mirada me decía más de lo que podría soportar.

Me aparte con velocidad del caballero, esperando que mi corazón se tranquilizara pronto. Pero no podía negar que la forma en la que ese hombre me estaba haciendo sentir me atraía. El sentimiento de ser deseada con fuerza era algo que no había experimentado desde hace mucho, incluso ahora me resultaba abrumador.

No importaba que el Príncipe Rhaegar también se hubiera acercado con palabras que eran igual de tentadoras que las de Ser Jaime. Las frases dichas por el Príncipe Dragon venían de su ambición de cumplir una profecía, no era deseo ni amor. Era un deber. Ya antes experimente una situación similar, lo que termino mal. Por lo tanto, no era un camino que deseara volver a travesar.

En cambio, el primogénito Lannister venia por su propia voluntad. Tal vez partiendo desde su lujuria y nada más. Incluso si eso era poco, todavía era mejor que ser vista como yegua de cría para cumplir con profecías estúpidas. Parecía que mi destino era ser siempre una opción, la más fácil al parecer. Nunca sería la primera para ser amada.

Era momento de aceptar que probablemente mi mayor logro hasta ahora era hacer que algunos hombres me desearan. Y que ninguno de ellos realmente me amara. Amargada ante esa reflexión me detuve a medio camino, considerando que hubiese sido mejor dejarle al caballero terminar conmigo. No me importaba si Jaime Lannister nunca podria pertenecerme. Al menos por una noche podría haberlo llamado mío.

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-------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------Querida Lu:

Feliz dia del nombre, te he prometido una historia basada en tu serie favorita, asi que aqui estamos. Sospecho que tienes muchas preguntas, la mayoria de las respuestas estan por llegarte. Por cierto, esta historia esta basada en tu comentario de la otra noche y las practicas, pero controvertidas, soluciones que sueles dar. Un abrazo enorme.

FatalidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora