La llegada de dos de las Casas más poderosas de los Siete Reinos trajo consigo la movilización de todos los ocupantes de la Fortaleza Roja. Detalle con detenimiento los estandartes de la Casa Baratheon. Me pregunte brevemente si su llegada traería algún problema. Después de todo sabia del papel que pronto tendría en la futura guerra.
- Por los Dioses, es tan hermoso – murmuro a mi lado Lina suspirando, recargándose en el marco de la ventana – Es aun mas atractivo de lo que murmuran.
Seguí la dirección de su mirada, encontrando al que bien podría ser uno los hombres más seductores que mis ojos hubieran tenido el placer de ver. Era como ver una escultura griega cobrar vida. Aunque desde lo alto de la torre no se apreciaba con claridad, pero lo que se evaluaba era más que suficiente.
El hombre era formidable, con hombros anchos y unos brazos torneados. El cuerpo aun cubierto de seda amarilla y negra lucia marcado. Era enorme si le compara con cualquiera de los hombres que había conocido hasta ahora. Además, su cabello negro brillaba bajo la luz del sol como petróleo. El escudo del venado resaltando en su amplio pecho.
- ¿Quién es el? – pregunte, notando como saludaba al Príncipe Rhaegar con un breve apretón de manos.
- Es Robert Baratheon, Lord de Bastión de Tormentas – respondió Lina encantada.
Trague grueso mirando como el mismo hombre tomaba la mano de la Princesa Elia depositando un corto beso en el dorso de su mano. Mi estomago se revolvió cuando recordé que la Rebelión de Robert era lo peor que pudo pasarle a la mujer dorniense. Y justo ahora se saludaban con cortesía.
- ¿Por qué haces esa cara, Amelie? - cuestiono la sirvienta notando mi estado de ánimo.
- No es nada, simplemente es esa época del mes – le dije como una excusa absurda.
- ¿Necesitas un poco de te?
Negue con la cabeza lentamente, luego le sonreí intentando tranquilizarle. Lina se calmó y continúo mirando al apuesto hombre. Me aleje de la ventana, necesita revisar que la Princesa Rhaenys estuviera bien. La presencia de Robert Baratheon me puso inquieta de forma negativa. Como si en cualquier momento fuese a entrar por la puerta declarando la guerra.
- Los miembros de la Casa Stark también han llegado – señalo Lina todavía mirando a través de la ventana – Vaya, esa dama sí que es muy bonita.
No era necesario verla para sospechar de quien estaba hablando. Lyanna Stark, la dama lobo. El amor eterno de Robert Baratheon. La Reina del Amor y la Belleza de Rhaegar. El fin de la casa Targaryen. La bilis amenazo con escapar de mis entrañas ante este ultimo pensamiento. Sostuve a la Princesa y Heredera Targaryen con fuerza cerca de mi corazón.
- Debo ir con el maestre Ergel – murmure saliendo de la habitación – No me siento para nada bien, vere si tiene algún remedio.
- Si, será lo mejor – Lina me miro con preocupación nuevamente – Te has vuelto pálida de repente.
Asentí con la cabeza, caminando rápidamente a la salida. Rhaenys no se despertó en todo el viaje a la biblioteca. Encontré al maestre Ergel en compañía de Lord Varys. Ambos me miraron con inquietud ante lo que supuse era mi apariencia. Aguante la sensación nauseosa que nuevamente amenazaba con hacerme volver el estómago.
- Maestre Ergel, Lord Varys – salude a ambos - ¿Podría pedirle un remedio para las náuseas?
- ¿Estás enferma, Amelie? – cuestiono Varys, indicándome que me sentara en el asiento cercano a el - ¿Qué es lo que sientes?
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Fatalidad
Science FictionConvertirse en el tipico cliche de reencarnacion en otro mundo era algo que Amelie no deseaba ni queria, pero ero lo que habia obtenido. Dentro del mundo de Cancion de Hielo y Fuego no tenia mas opcion que sobrevivir adaptandose a las nuevas reglas...