XV

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Un gemido involuntario salió de mis labios cuando el calor entre mis piernas se hizo insoportable. Gruñí de frustración mientras retiraba las sábanas que me cubrían. Estaba segura de que no podría dormir nuevamente. Entre los sueños húmedos y las pesadillas me pregunte cuál de los dos acabaría con mi pobre salud mental antes.

Joder que no era necesario sumarle más tensión a mi vida, pero claramente mi ciclo reproductivo no pensaba lo mismo. No era normal sentirme de esta forma, pero solía pasarme ocasionalmente. Quizá era porque últimamente me encontraba estresada que mi cuerpo deseaba un tipo de relajación más placentera que un simple te.

- ¡Amelie! - grito Lina desde fuera de la habitación, ella era otra de las sirvientas de la Fortaleza.

- ¡Adelante! - respondí levantándome de la cama. Intentando no pensar en aquel hombre que aparecía en mis sueños.

Escuche el sonido de la puerta ser abierta y cerrada, sin embargo, continue limpiándome el rostro con el agua que dejaba preparada cada noche. Apenas era una bandeja pequeña, pero siempre funciona para hacerme sentir un poco menos sudada. Mas tarde iría al rio a lavarme.

- ¡Vaya! Hoy sí que luces demasiado acalorada - dijo ella mirando mis mejillas rojas - ¿Te has enfermado?

- No Lina, ojalá fuera una enfermedad - murmure cambiándome frente a ella.

O tal si estaba enferma, delirando por el recuerdo de aquel norteño que se había llevado mi virtud hace tantos años. Uno que no lograba superar, aunque el recuerdo fuera cada vez más borroso. Ojos grises brillantes, voz ronca y seductora, la forma en la que me sostuvo con fuerza entre sus brazos. Maldije cuando senti la tensión acumularse en mi vientre nuevamente.

Lina se quedó repentinamente callada, algo inusual para alguien como ella. Termine de colocarme el vestido gris para mirarla. Parecía apenada por algún motivo, eso me alerto. Miro en dirección a la puerta que se encontraba cerrada antes de comenzar a hablar de nuevo.

- Lord Tywin Lannister ha pedido que te lleve ante su presencia, Amelie - dijo ella nerviosa.

Detuve mis movimientos a medio camino de terminar de recogerme el cabello en un chongo. Fruncí el ceño con desconcierto por aquello. Reconocía en mi interior que la idea de tener una conversación con el patriarca de la Casa de los leones me estaba revolviendo el estómago.

- Iré inmediatamente, Lina - asevere finalizando mi peinado, intentando sonar tranquila.

- Ha mandado a uno de sus hombres a escoltarte - la jovencita miro nuevamente hacia la puerta - Amelie, ese hombre da miedo, se veía realmente molesto ¿has hecho algo malo?

Las palmas de mis manos comenzaron a sudar ante el nuevo nerviosismo que recorría mi cuerpo. Me hice la misma pregunta, sin embargo, no pude responderla. Hasta ahora me había mantenido lejos de Lord Tywin Lannister lo suficiente como para no ocupar ni un solo pensamiento de su calculadora mente.

- Por supuesto que no, Lina - asegure recuperando un poco la calma - Tal vez solo requiera un remedio para algún malestar o algo ¿no?

- Si, puede ser - musito ella recuperando su semblante - Eres de las mejores, incluso que algunos maestres.

Le sonreí a la delicada chica, quien era conocida por su amabilidad y la forma que tenia de preocuparse por todos dentro del castillo. Camine en dirección a la salida, tome una larga respiración y abrí la gruesa puerta de madera. Fui recibida por un hombre enorme cuyo rostro me era conocido. Era difícil no reconocerse esa facie besada por el fuego. Sandor Clegane. El perro.

FatalidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora