CAPÍTULO 58

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𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝟎𝟏𝟗

「𝓔𝓵 𝓟𝓻𝓲𝓷𝓬𝓲𝓹𝓲𝓸 𝓭𝓮𝓵 𝓕𝓲𝓷」

El terror invade mi cuerpo a medida que los segundos van pasando. Nos encontramos al lado del faro del parque de juegos, lugar donde Érica puede comunicarse con nosotros una vez que le hacemos saber que estamos ahí.

Mis ojos se fijan en la mansión Creel, la cual sigue rodeada de rayos y murciélagos, todavía no puedo creer que en serio estemos yendo a matar a Vecna... bueno, si es que todo sale de acuerdo al plan.

Steve me rodea con su brazo y yo apoyo mi cabeza en el costado de su cuerpo mientras los cuatro nos mantenemos mirando la casa, esperando la señal de Érica.

Okay, los tortolitos copiaron —informa la voz de la niña— Max pasará a la fase dos: distraer a Vecna.

Suspiro y paso una mano a lo largo de mi rostro. Intento mentalizarme de que no podría ser de otra manera, de que Max debe ser la carnada porque es la única que ha sido tomada por el monstruo, pero no lo sé, sigo insegura de todo esto.

—Hasta ahora, todo bien —murmura Robin.

—Sí, aún no estamos en la parte difícil —responde el chico a mi lado.

—Esperemos que todo siga saliendo así de bien —mascullo, jugando con el anillo de Eddie en mi dedo.

Nancy avanza un par de pasos con sus ojos aún fijos en la casa Creel.

—Muerde el anzuelo, hijo de puta —susurra— Muerde el anzuelo.

Los minutos pasan y no hay señal de Érica, por lo que supongo que Max no entró en el trance aún. Sería terrible que Vecna decidiera ir por alguien más y nuestro plan entero se vaya a la mierda, ¿no?

Me aterra el pensar que las visiones que aquel monstruo nos hizo ver a mí y a Nancy se vuelvan realidad, era todo tan... horrible. Una cosa es que nos suceda a nosotros, pero otra es que le suceda a todo el pueblo, a todo el mundo, a familias, a niños inocentes, dudo que Vecna decida perdonar a alguien por el simple hecho de ser un bebé o un anciano indefenso.

—¿Estás bien? —susurra Steve.

—Nop —niego y alzo un poco mi cabeza para mirarlo— ¿Tú?

—Para nada —responde.

Me alzo en puntas de pié para dejar un pequeño beso en su mejilla y luego me separo de su abrazo para comenzar a caminar de un lado al otro, ya que los nervios del momento no me permiten estar quieta.

Los minutos siguen pasando y es como si los cuatro estuviéramos al borde de un ataque de pánico colectivo, pero para nuestra suerte, la voz de mi hermana se comienza a oír a través del faro.

𝙋𝙧𝙚𝙩𝙩𝙮 𝙄𝙣 𝙋𝙞𝙣𝙠 || Steve HarringtonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora