CAPÍTULO 17

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𝐄𝐏𝐈𝐋𝐎𝐆𝐎

「𝕭𝖊𝖑𝖑𝖆 𝖊𝖓 𝕽𝖔𝖘𝖆」

BAILE DE INVIERNO.

Me miro al espejo por milésima vez, admirando el vestido rosado que llevo puesto. Era de mi mamá en el principio de los 70s, cuando dejó de quedarle por los embarazos de Lucas y Érica, lo guardó para mí, pero nunca tuve la oportunidad de usarlo hasta hoy.

Steve me llamó esta tarde, avisándome que nos encontraremos en el baile de hoy. Una parte de mí se muere de nervios por volver a estar a solas con él, es decir, nos vimos casi todos los días, pero siempre estábamos con los niños o con Nancy y Jonathan, así que no pudimos hablar mucho sobre nuestro trato del día de hoy.

Estoy orgullosa de poder decir que mis sentimientos hacia el adolescente se mantienen fuertes, incluso más fuerte que antes, hay algo de Steve que me hace sentir vista e importante, es la clase de chico que quiero a mi lado, es el único chico que quiero a mi lado.

—¡Alex, Lucas, apúrense o llegarán tarde! —vocifera una voz desde el pasillo.

Tras el llamado de papá, camino hacia la habitación de Lucas, solo para encontrarme a Érica mirándolo por la puerta. Estoy por llamarle la atención cuando veo a mi hermano, sonriéndose a sí mismo frente al espejo. Lleva un pantalón de traje y una camisa, se ve muy apuesto, lo halagaría si no estuviera haciendo el ridículo hablando solo.

—Hola, ¿quieres bailar? —sonríe el niño, pero luego niega con su cabeza— Deberíamos salir por ahí y hacer lo nuestro... basta —se corta a sí mismo en un susurro.

La niña a mi lado y yo nos miramos, intentando controlar la carcajada que amenaza con escaparse de nuestros labios mientras vemos al niño palmearse la cara antes de volver a practicar sus raras invitaciones que estoy casi segura de que van para Max.

—Amo esta canción —intenta una vez más— ¿Tú?

—Sí, la amo, pero no tanto como te amo a tí, Lukey —sonríe mi hermana, haciéndole ojitos.

—Me encantaría salir por ahí y hacer lo nuestro, Luquibú —me sumo a la burla, lanzándole un beso.

Lucas se gira a vernos con molestia.

—¡Vayanse de mi cuarto! —grita, cerrando la puerta en nuestras caras.

Érica y yo estallamos en carcajadas incontrolables, cayendo al piso cuando nuestras piernas se vuelven débiles de tanta risa. Unos segundos después, el niño vuelve a abrir su puerta y rueda los ojos, sin poder controlar su sonrisa.

—Sí, sí, muy gracioso, ahora vamos —dice, comenzando a caminar hacia donde mi padre se encuentra.

Seco las lágrimas que se formaron en mis ojos y dejo un beso en la frente de mi hermanita antes de seguir el camino de Lucas. Ambos nos despedimos de nuestra madre para luego salir de la casa, directo a nuestro auto.

𝙋𝙧𝙚𝙩𝙩𝙮 𝙄𝙣 𝙋𝙞𝙣𝙠 || Steve HarringtonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora