Cap 34

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Al abrir la puerta del cuarto de Dan tuve que esperar unos instantes a que mi vista se acomodara. Tenía todas las luces apagadas y la luz que entraba por la ventana escaseaba. Tardé sólo unos segundos en localizarle, tumbado boca arriba sobre la cama. Cerré la puerta descuidadamente para que se percatara de mi presencia. 

Dan se incorporó de golpe y dirigió su mirada hacia donde yo me encontraba. Aunque la escasa luz apenas me permitía fijarme, si que ví cómo se ponía en tensión y cómo desviaba rápidamente la mirada. Mentiría si dijera que no tenía ganas de cruzarle la cara de nuevo, pero sabía que aquello no arreglaría las cosas. Además, hablar con Brandon me había ayudado a relajarme un poco. Al menos lo suficiente como para pensar antes de actuar, y eso era precisamente lo que evitaba que me lanzara a su cara en ese mismo instante. Cerré los ojos un instante, inspiré 2 veces y finalmente me acerqué hacia su cama. 

Dan no se había movido ni un palmo. Estaba quieto como una estatua. Vacilé entre sentarme en la cama o no, al final opté por quedarme en pie. Dan seguía mirando a todas partes menos a mí. Siempre hacía eso cuando sabía que había hecho algo mal. De pequeños, cuando nuestra madre le regañaba por algo siempre actuaba de la misma forma. Había decidido subir allí para hablar con Dan, para entender porqué había hecho lo que había hecho, para buscar una explicación a todo aquello..., pero sobre todo porque era mi hermano. Aunque hubiera hecho aquello, seguía siendo mi hermano. Sin embargo, una vez frente a él, no se me ocurría qué preguntarle. No conseguía que nada saliera de mi boca.

-¿Has venido otra vez a preguntar porqué? ¿A seguir discutiendo y gritando?-murmuró sin mirarme todavía. Fruncí el ceño desconcertada. Puede que antes me hubiera pasado un poco de la raya... Bueno, bastante. Recordaba que de pequeños nos peleábamos continuamente. Él me tiraba del pelo y me empujaba, yo le arañaba y le mordía. Pero eran las típicas peleas de hermanos, al igual que los empujones que nos dábamos cada dos por tres en los pasillos... Pero no recordaba haberle abofeteado ninguna vez, al menos de forma tan seria como lo había hecho hoy. Pero no quería seguir discutiendo.

-No, Dan. No he venido a discutir. He venido a hablar.-dije mientras me terminaba sentando en la cama. Por fin se giró hacia mi y me miró a la cara. Aunque todavía seguía en tensión aprecié que ya no tenía la mandíbula apretada y ya no parecía que fuese a saltar en cualquier momento fuera de la cama.-Aunque eso no implica que no quiera darte una buena colleja.-añadí.

Dan me miró largamente y al final un amago de sonrisa apareció en sus labios. Yo también sonreí ligeramente. Aunque pareciera un gesto pequeño y un tanto inútil sirvió para rebajar la tensión que se había instaurado en la habitación desde que había entrado en ella. Dan se relajó un poco más y otro tanto hice yo. Aunque estaba dolida por lo que había pasado sabía que Dan también lo había estado pasando mal. El sentirse inútil, el pensar que papá y mamá no lo tomaran en serio, el sentirse desplazado... Dan había estado pasando por todo aquello sólo. A saber qué cuentos se habría montado en aquellos meses, y todo por no haber hablado con nosotros. Todo por habérselo guardado él sólo. En definitiva, sí, teníamos que hablar.

-Puede que antes me haya pasado un poco... Ahora en frío se ven las cosas de otro modo.-empecé a decir lentamente, buscando las palabras adecuadas.-Pero eso no implica que no piense que eres gilipollas... a medias.-añadí para restarle un poco de hierro al asunto.

Dan suspiró largamente y se pasó una mano por el pelo.

-Ya lo sé Erika, y no empieces a decir: no, no lo sabes; porque sí lo sé.-añadió rápidamente. La verdad es que estaba a punto de decírselo y me avergoncé un poco.-No me preguntes porqué lo hice porque ya os lo dije antes... No pienses que hay otro motivo oculto. 

-Tratabas de llamar la atención.-dije sin pensar apenas. Dan alzó la vista y me miró unos instantes.

-No lo sé, es posible, ya sabes cómo actúa mi subconsciente. Y sí, puedes llamarme gilipollas, imbécil y todo lo que quieras, porque es como me siento ahora mismo.-Dan se pasó ambas manos por el rostro, ocultándolo y apoyándose contra las rodillas.

Amor vs odio ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora