Nuestros alientos se entremezclaban, las nubecillas de vapor que formaban nuestras respiraciones bailaban por el aire hasta que terminaban fusionándose. No era la primera vez que Brandon me besaba, para mi suerte o desgracia… ya no sabía cual era la expresión correcta. No obstante esta vez había sido diferente. Más bien, la situación en la que lo había hecho era diferente.
Su frente y su nariz reposaban sobre las mías y sus ojos no se apartaban de los míos. Había tratado de apartar la mirada en varias ocasiones, pero él no me había dejado. Sus manos hacía rato que habían abandonado la fría pared sobre la que me encontraba apoyada, ahora estaban a ambos lados de mi cara, sobre mis mejillas, que estaba segura que estaban rojas a más no poder.
Sí, vale… Había escuchado bien, aunque yo misma tratase de convencerme de lo contrario, era evidente. Pero no sabía que hacer. Mi mente había quedado totalmente en blanco.
-Erika…-Brandon murmuró a escasos centímetros de mi boca, amenazando con volver a aprisionarla. Sin embargo no podía desviar la mirada de esos ojos azules.
-Te lo vuelvo a repetir… No me gustan ni un pelo este tipo de bromas…-traté de sonar convencida, pero apenas pude hablar con un hilo de voz. Mi mente daba vueltas y más vueltas a una única cosa, a un único miedo. Que todo esto fuera una maldita broma. Brandon nunca se tomaba nada en serio. ¿Porqué iba a tomarse en serio esta especie de declaración? ¿Porqué se iba a tomar en serio un beso? Un beso que para mí podía significar mucho, pero que para él podía no significar nada. Para él todo esto podía ser un simple juego… Después de todo siempre pasaba lo mismo. Lo había visto mil y una veces, había sido testigo de los tíos que habían destrozado y habían roto en mil pedazos los corazones de mis amigas. Después de todo me había jurado a mí misma que no acabaría cayendo en la misma trampa, en el mismo juego en el que ellas habían caído. Pero entonces, ¿Porqué no le había apartado de un empujón, como solía hacer? ¿Porqué notaba que en lo más profundo realmente deseaba que estuviera diciendo la verdad? La respuesta era bastante simple y lo sabía. De hecho lo sabía ya desde hace algún tiempo, pero había tratado de engañarme a mí misma. Había tratado de convencerme de lo contrario, ya que pensaba que no todo podía ser tan fácil, que tenía que haber otra razón. Pero no, me gustaba Brandon. Tan simple como eso. Yo, Erika, que había jurado no caer en las trampas de Cupido, había acabado enamorándome de un completo gilipollas.
-Y yo te vuelvo a repetir, no es una broma. Puede que suela gastar algunas pesadas… Pero nunca bromearía con algo así.-esa media sonrisa que tanto me sacaba de quicio, pero a la vez tanto me gustaba hizo aparición. Se acercó todavía más, si es que eso era posible, y su nariz me hizo cosquillas. Giré un poco la cabeza para romper el contacto visual. Cada vez me costaba más respirar y mantener claras mis ideas.- ¿Sabes que eres mucho más cabezota de lo que me esperaba?
Valiente imbécil. ¿De verdad en un momento así no tenía mejor cosa que decir? Le miré de reojo y le aparté de un empujón. Me quité algunos mechones de la cara y di una buena bocanada de aire. En este momento empecé a tiritar descontroladamente. No me había dado cuenta, pero el hecho de haber estado tan cerca de Brandon había ayudado a que no se me empezara a congelar la nariz... y el resto del cuerpo. Empecé a echar de menos su calor corporal, y la idea de volver a acercarme a él y envolver mis brazos a su alrededor pasó fugazmente por mi cabeza. Pero se fue tan rápido como vino.
-S-s-sabes que eres un c-c-completo gilipollas.-le solté. Una amplia sonrisa acudió a su cara.
-Me encanta cuando te enfadas.-no sé cómo ni cuándo, pero cuando me quise dar cuenta le tenía tras de mí. Noté como deslizaba sus brazos por detrás, alrededor de mi cintura y apretaba mi espalda contra su pecho.-Lo único que consigues es que quiera hacerte enfadar más y más.
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Amor vs odio ©
HumorEstoy harta de las típicas historias de chica conoce a chico de sus sueños, bla bla bla, y son felices y comieron perdices. Permitidme que vomite... Llamadme bicho raro o como os dé la gana, pero yo no creo en esas historias, ni en los finales felic...