Catalina Poblete y el profesor Matías se estaban viendo en secreto. ¿Hace cuánto tiempo lo estaban haciendo? ¿No se conformaba solo con Ana para tener este tipo de relaciones? ¿Las consecuencias de sus actos no le habían enseñado a mantenerse alejado? ¿Y cómo era posible que Cata se mantuviera en una relación con él luego de todo lo que había ocurrido? ¿Valía la pena el riesgo?
No podía dejar de mirarlos. Lo sentía como un voyeurismo inverso. Los miraba con interés, pero con asco y repulsión predominando.
¿Qué veían en él que lo volvía tan "atractivo"?
De repente, sus besos se soltaron y se dieron cuenta de la incómoda presencia que los estaba mirando. Ninguna expresión en sus rostros, solo el miedo de haber sido descubiertos.
—Mierda. —Me digo a mí misma.
Lanzo el cuaderno en el asiento del copiloto y enciendo el auto.
Levanto la vista hacia el retrovisor, y noto que Cata ha descendido del auto y que se acerca con enojo. Está a punto de llegar a la ventana del copiloto cuando la pongo en directa y piso el acelerador, dejándola en un espacio vacío.
Siento la adrenalina escalando por las venas y agitando mi respiración. Había logrado salir de ahí por los pelos.
Mi celular comienza a sonar desde mi mochila, pero sé quién me está llamando, ya que Cata es la única a quien le puse Gimme More para tono de llamada. No puedo hablar con ella, no mientras siento el corazón en la garganta.
En el lado bueno de las cosas, encontré al profesor y no tendría que hablar directamente con él para obtener información. En el otro lado, tal como yo lo había hecho, él me había encontrado a mí.
Oigo un acelerador por detrás. Miro el retrovisor, notando esos furiosos ojos que me persiguen en su auto.
Piso con más fuerza el acelerador, cruzo enfrente de un disco "pare" y descendí por una colina.
Una pelota cruza la calle y, con ella, un niño la empieza a perseguir. Lo oigo gritar y piso el freno, pero ya es muy tarde, estoy a pocos metros de atropellarlo.
Giro el manubrio hacia la derecha y cruzo a su lado, oyendo la explosión de su pelota bajo mis ruedas.
Levanto la vista; además del niño que ha comenzado a llorar y que vuelve a su casa, sigo siendo perseguida por el profesor Matías.
Llego a la esquina y giro el manubrio hacia la izquierda, sin notar el auto que viene en la vía del frente. El auto derrapa, generando una gran nube de suciedad delante del conductor que me toca su bocina.
Su auto también vira hacia la izquierda. Aún no logro que se detenga.
Piensa, Julia. Piensa.
Piso el freno, deteniéndome en la vía. Su auto no lo logra con anticipación y me impulsa hacia adelante cuando este choca contra el mío. Le doy al acelerador y, dando la vuelta en "U", me inclino a la otra pista.
Su auto no se mueve, hasta que lo hace y retrocede para luego pasar a mi pista, pero lo que él no sabe, es que yo conozco estas calles de memoria, ya que fue por aquí donde me tocó hacer la prueba de manejo.
Todas las prácticas y repeticiones de rutas tendrían sentido ahora.
Sigo acelerando. Salto el rojo de un semáforo y un auto casi se vuelve a estrellar contra mí.
Giro el manubrio hacia la derecha y entro a otra calle y luego, de nuevo, hacia la derecha, y llego al lugar en donde mi instructor se tomaba un descanso para fumar.
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Aquel Pequeño Rumor
Детектив / ТриллерLAS PALABRAS PUEDEN SER ASESINAS Los rumores corren, no hay quien los pueda evitar. Un simple comentario se puede volver en la noticia más importante, pero eso no significa que fuera mi intención hacerlo. Anastasia tenía sus problemas, todos lo sabí...