Capítulo 47

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El cerebro me golpea con fuerza contra la cabeza, mientras que lo único que puedo ver son pequeños destellos de colores apilándose entre sí. Intento moverme, pero mi cuerpo se mantiene inmóvil.

Mierda, no de nuevo.

Los destellos se convierten en una imagen y mi miedo se vuelve una realidad. Otra vez atada en una silla con una persona capaz de matarme en frente.

—Despertaste. —Menciona Mira con una sonrisa en su rostro. No logro reconocer el espacio en donde estamos, pero considerando lo vacío y oscuro, debe tratarse de un subterráneo.

—¡¿Qué me hiciste, loca de mierda?! —Grito mientras intento forzar las apretadas ataduras.

—Lo sé, perdón. —dice mientras junta las manos y me da una mueca de arrepentimiento. —Fue un golpe fuerte, pero tenía que hacerlo. —Su sonrisa decae. —No iba a dejar que me arrastren al infierno sin siquiera dar una pelea.

La duda no me deja articular mi pregunta.

—"@juliavial está transmitiendo en vivo" —Suelta imitando un acento español. —¿En serio creíste que no me iba a dar cuenta? La puta notificación me saltó de primera en pantalla. Además, ¿creíste que iba a decir algo si de un momento a otro te ponías a hablar de Ana?

—¿Cómo no estás ebria? —Es la única pregunta que puedo soltar.

—Es lo mismo que me pregunto, Julia. —Me da una sonrisa. —Tal vez tenemos las mismas ideas. —Y logro entender que ella también estaba fingiendo. —O tal vez me di cuenta luego de que tú quisieras beber de un sorbo tu clara Ginger-Ale. Por más que lo pienses, Julia, no soy estúpida, pero me ayudaste a reafirmar porque debía seguir con mi plan.

Todo mi miedo se ha visto reemplazado por más dudas.

—¿A qué te refieres con "tu plan"?

—No te me adelantes. —Desliza la mano hacia detrás de su espalda y, cuando la vuelve hacia adelante, siento a mis pelos erizarse y a mi respiración agitarse. —Yo soy la que hace las preguntas. —Dice mientras que levanta su pistola en dirección hacia mí. —Linda, ¿no es así? Mi tía no sabe esconder las armas. Así que dime, ¿cómo supiste que yo la asesiné?

Ambos pies me tiemblan contra el suelo y el miedo no logra que pueda hablar.

—¡RESPONDE! —Grita y me sobresalto.

—Yo... —Intento de hablar. —Lo supe por el anillo. —Inclina la cabeza esperando que continúe. —Dijiste que era un regalo solo para nosotras.

No responde y tengo miedo de que actúe con violencia hacia mí. Pero comienza a reír. Una risa histérica que me causa más temor.

—Julia, por Dios. —Menciona entre risas. —¿Por un puto anillo de la feria? —Y ríe con más fuerza. —Mierda, no puedo creer lo desesperada que estabas por quitarte la culpa. Pero sí, estabas en lo correcto, pero se suponía que tú no debías saberlo.

—¿Por qué lo hiciste? —Las palabras se me escapan.

—El motivo. —Ríe y apoya el arma en su frente. —¿Por qué todo tiene que tener un motivo? ¿Por qué no simplemente puedo decir "Sí, la maté porque me caía mal"? Bla, bla, bla. ¡Bueno, si tanto quieres saber por qué lo hice, te voy a decir por qué lo hice! Ana era una maldita perra mentirosa que se merecía ser asesinada. Dediqué dos meses de mi vida en ella, pendiente de todo lo que hacía para que al final me terminara traicionando. —Su respiración está agitada, y con ojos de furia se queda mirándome. Cierra los ojos y toma un profundo respiro, retomando la sonrisa que hace un par de momentos se reflejaba en ella. —Acabo de dejar que mi enojo hablara por mí. Déjame explicar. —Se acomoda en el suelo y deja la pistola a su lado.

Aquel Pequeño RumorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora