No pude hacer mucho durante el fin de semana. Aparte de llamadas con Mira y Matthew, me pasé gran parte de ello viendo mi celular en la cama.
Vi la versión original de Heathers e, irónicamente, se parece mucho a lo que llevo viviendo durante los últimos días. A diferencia de que en cierta parte, yo sería Verónica al final de la película intentando detener a J.D. de seguir con todo y bueno, el asesino de Ana sería J.D.
Eso me hizo dudar durante gran parte del fin de semana, ¿qué tan fácil es hacer pasar una muerte por un suicidio? Traté de buscarlo, pero lo único que me apareció fue la línea de anti-suicidios local y distintas páginas médicas en donde hablaban sobre el "duelo por suicidio".
Escuché un par de musicales y vi un par de copias piratas de algunos por YouTube. Mientras veía por cuarta vez el musical de Chicas Pesadas, me pregunté. ¿Qué tan humillante sería estar en el musical el próximo año? Pero luego, un nuevo pensamiento invade mi cabeza.
Si me voy a guiar siempre por lo que las demás personas opinen de mí, ¿cómo voy a ser quien yo quiero en la vida? Algunos podrían considerarlo humillante o como un "suicidio social", pero si a mí me gustaba, ¿por qué tendría que tomar en cuenta sus comentarios?
El lunes por la mañana, recibí guías de matemáticas y de lenguaje por el mail institucional para hacer mientras estuviera suspendida. Las de matemáticas las resolví en diez minutos gracias a PhotoMath, pero las de lenguaje me tomaron un poco más de tiempo.
El resto del día lo pasé en mi celular o leyendo los últimos apuntes de mi tabla de investigación para evitar haber pasado algo por alto.
El martes fue casi lo mismo. Más guías por completar, pero con la diferencia de que además de ver la tabla investigativa, me quedé viendo películas. Esta vez de misterio, como las que le gustaban a Ana.
Vi Entre Navajas y Secretos, la que me sorprendió bastante con todos esos giros de trama. Luego vi Perdida, que me hizo que quedara con duda sobre quién estaba bien y quién estaba mal. ¿Era Amy la villana o una víctima frente a todo lo que Nick le había hecho? Aún tengo esa duda.
Y además, aproveché de ir luego de clases a entregar las guías e ir a buscar mi auto, dándole un lavado profundo y viendo como desaparecían las inservibles amenazas.
Nada me iba a detener.
Hasta que el día llegó.
Miércoles.
El día en el que todo terminaba.
Me levanté temprano, sintiendo felicidad viajar por mi cuerpo y generándome una sonrisa. Ducha con música y canturreo a gritos. Ordené el desorden de cama y luego de dar un breve vistazo a mi cuerpo, me puse el uniforme y bajé a saltos por las escaleras, sintiendo a la mochila rebotar contra mi espalda.
Como en el primer día de clases, sentí el olor a huevo frito al impregnarse en mis narices, pero ya no creo ser la misma persona que era en ese momento.
—Buenos días, mi niña. —Menciona Cristina en cuanto entro en la cocina.
—Buenos días, Julia. —dicen mi papá y mi hermana con alegría al verme entrar. —¿Por qué estás tan alegre? —Cuestiona Paula.
—Hoy es el día, ¿no? —Me pregunta Cristina de reojo mientras revuelve los huevos. Le doy una mirada para que no siga.
—¿Qué pasa hoy día? —pregunta mi papá sin lograr comprender.
—Es... —Respondo mientras me rasco la sien, en un intento de pasar disimulo. —Es Miércoles Santo y por fin tendré un par de días para descansar. —Agrego mientras agradezco en mi mente estar en un colegio católico.
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Aquel Pequeño Rumor
Misterio / SuspensoLAS PALABRAS PUEDEN SER ASESINAS Los rumores corren, no hay quien los pueda evitar. Un simple comentario se puede volver en la noticia más importante, pero eso no significa que fuera mi intención hacerlo. Anastasia tenía sus problemas, todos lo sabí...