Una semana después
Había elaborado un plan, uno con el que me aseguraba tener la verdad en mis manos. Todo se resumía en una cosa, lograr que Mira admitiera la verdad. Lograr que soltara que ella había estado presente durante esa hora, que le había quitado el anillo, y que la había asesinado. Saber sus motivos y el porqué no hablaban por Instagram como personas normales.
Por fortuna, podía lograrlo sin causar mucho asombro por mi inesperada presencia.
Con Mira teníamos una tradición cuando éramos pequeñas. Nos quedábamos a dormir en la casa de la otra una noche antes de su cumpleaños, por lo que podíamos pasar las doce juntas. Su cumpleaños caía el domingo, por lo que pude hablar con su mamá y coordinar la sorpresa.
Era estúpido que me fuera a dormir a la casa de una potencial asesina —potencial, porque aún debía probarlo. —Pero ya saben el dicho, "mantén a tus amigos cerca, y a tus enemigos más cerca". Solo que en este caso, el amigo y el enemigo eran la misma persona.
Hablé con su mamá. El papá de Mira había vuelto a la casa reclamando que estaba a su nombre, por lo que Mira y ella se habían ido a vivir a la casa de su tía.
Luego de media hora de ruta y de quince minutos en donde me dediqué a buscar alguna intersección de las vallas metálicas, logré encontrar la casa. Un gran terreno forestal, en donde los árboles, al estar ubicados en línea por cada uno de los costados, te daban una grata bienvenida.
Estacioné el auto y tomé aire antes de descender, sintiendo a los nervios acelerar mi corazón y tensar mis brazos.
Vuelvo a tomar aire, con más profundidad que antes y, tras los nervios, decidí cubrirme, pero con una simple excepción.
Por lo que habíamos hablado con mi terapeuta en una de las sesiones, cubrir mis sentimientos por tanto tiempo fue la razón por la que después no podía controlarlos. Acumularlos fue el porqué de la intensidad de mis emociones y la razón por la que, cuando explotaba, no podía tranquilizarme.
Esta sería la última vez que lo haría, en donde fingiría que todo estaba bien para lograr que no existiera evidencia de mis nervios.
Por última vez iba a usar una máscara.
Doy un profundo respiro, entrando en el cuerpo de la niña despreocupada, quien solo le viene a hacer una sorpresa a su mejor amiga por su cumpleaños. Aún podía sentirlos, pero si lograba fingir solo hasta que ella hablara, todo estaría bien.
Desciendo del auto con la cartera en mano, hundiéndome en el anaranjado de las hojas caídas por el otoño. Camino hacia la maleta, en donde saco mi bolso, una caja envuelta y el saco para dormir. Cierro la maleta y luego el auto, para comenzar a dirigirme a la moderna cabaña.
La profundidad de las hojas es reemplazada por el duro concreto y, en frente de la puerta, tomé mi último respiro antes de dar tres toques.
Estos iban a ser nuestros últimos momentos en los que nos íbamos a poder considerar ser amigas.
Sus pasos se acercan; tengo los pelos de punta y en cuanto ella abre la puerta, evito volver corriendo a mi auto.
La duda recorre su rostro, pero en cuanto nota la caja envuelta en papel de regalo que cargo bajo mi brazo, esta se ve reemplazada por alegría.
Alegría que debo imitar para que evite que sospeche otras intenciones.
—¡Feliz cumpleaños adelantado! —exclamó con una sonrisa y sintiendo el estómago revuelto.
***
La música no logra tranquilizarme, la casa alejada de la ciudad me mantiene tensa y saber que la única señal existente proviene de un router me revuelve el estómago. Pero aun con las ganas de vomitar, tengo que sonreír y tragar las papas fritas y galletas que nos ha servido su mamá.
—No he sabido nada de ti. —Menciona Mira con una sonrisa, logrando que los escalofríos desciendan por mi espalda. —¿Tienes frío? Puedo subirle la temperatura al termostato si quieres.
Niego con la cabeza, intentando que mi movimiento no sea muy revelador. ¿Cómo puede alguien estar tan tranquilo luego de — presuntamente — haber asesinado a otra persona?
—Cuéntame. —dice mientras toma una Oreo. —¿Qué ha sido de ti? —Agrega aún con esa sonrisa desplegada por su rostro.
Se la devuelvo, pero recuerdo que en mi situación actual no debería estar feliz.
—Empecé a ir a terapia. —Agrego mientras mi sonrisa decae.
—Mierda. —Suelta Mira con preocupación. —Mierda, lo siento. Había olvidado todo lo que te pasó con... Ana. —Toma mis manos y debo aguantar soltarlas. —¿Cómo has estado?
—Mejor. —Suelto, pero con sinceridad, la verdad me quiere hacer llorar y entre gritos preguntarle el porqué de sus acciones. Pero debo esperar. —No puedo decir que estoy viviendo mi mejor vida, pero intento salir adelante.
—¿Vas a volver al colegio? —me pregunta desconcertada.
—No lo sé. —Niego con la cabeza. —Se suponía que iban a tener una charla con el consejo, pero aún no me han avisado nada.
Supongo que me van a expulsar, considerando el reglamento escolar.
—Ay no. —Dice mientras suelta mis manos. —Julia, no puede ser así. —Se acerca y me abraza. —No sé qué voy a hacer sin ti.
Quiero alejarme, pero me siento cómoda ahí. Se siente como un abrazo genuino, en donde existe una verdadera preocupación hacia mí.
Tal vez... Mira asesinó a Ana, pero quizás por razones un tanto "explicables". Tal vez, mi mejor amiga sí la había asesinado, pero eso no tenía por qué volverla una psicópata.
Pero no podía llegar a conclusiones sin tener respuestas.
—Tampoco. —Suelto casi en un susurro y la aprieto con más fuerza, sintiendo que mis lágrimas comienzan a surgir.
Al alejarnos, noto que a ella también se le han caído un par de lágrimas, el dolor de perder a su mejor amiga reflejado en su rostro.
Y aunque ambas estemos llorando por la misma razón, sé que a ella no la iba a poder recuperar, incluso si es que lograba volver al colegio. Ya que hacerlo significaba que mi teoría estaba en lo correcto y que ella había atentado en contra de la vida de Ana.
Pero en sí, Mira sabe como yo estoy sufriendo a causa de esto, cómo mi vida se ha ido destruyendo en pedazos y cómo, rápidamente, está a punto de tocar fondo.
Comienzo a llorar con más fuerza, y Mira me cubre entre sus brazos, pero lo único que quiero es alejarla de mí. Ya que si mi mejor amiga había asesinado a Ana, ella lograría sobrevivir a causa de mi sufrimiento. La mentira pasada como verdad se mantendría y ella podría ver cómo es que mi vida terminaría por destruirse a causa de eso.
Sus brazos me sueltan y ella se queda enfrente de mí. Me limpia las lágrimas y luego me regala una sonrisa.
—¿Quieres ver una película? —Me pregunta cambiando los ánimos.
Asiento en respuesta, pero con la sonrisa en mi rostro no logro sentir nada más que pena.
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Aquel Pequeño Rumor
Mystery / ThrillerLAS PALABRAS PUEDEN SER ASESINAS Los rumores corren, no hay quien los pueda evitar. Un simple comentario se puede volver en la noticia más importante, pero eso no significa que fuera mi intención hacerlo. Anastasia tenía sus problemas, todos lo sabí...