Me estremezco al ver cómo la protagonista hunde una motosierra por la garganta de su gemela diabólica. En realidad, no es su gemela, pero el ente diabólico ha copiado su aspecto, por lo que se puede decir que está asesinando a su gemela. Le atraviesa toda la cabeza y aunque la lluvia roja ya haya cubierto sus cuerpos de sangre, un intenso chorro se distingue entre las gotas.
No puedo creer que haya aguantado los noventa minutos de Posesión Infernal sin terminar vomitando. Me gustan las películas de terror, pero las de tipo gore me dejan con ganas de vomitar. Y si es que la situación actual con Mira ya me tenía con el estómago revuelto, el vómito a este punto ya se había subido hasta la garganta.
La motosierra le parte el cráneo en dos mitades, y entre quejidos, la fuerza diabólica es arrastrada de vuelta al infierno.
—Qué horror. —Oigo un quejido por detrás de mí.
Me doy la vuelta, encontrándome con la mamá y la tía de Mira detrás del sillón, ambas petrificadas por la violencia de la película.
—Es solo una película, mamá. —Suelta Mira mientras que la detiene.
—Es demasiado gráfica, Mira. —Menciona su tía. —Me dieron ganas de vomitar tan solo con ver esa escena.
—¿Cómo crees que estoy yo? —Agrego generando risas a las dos, pero no lo estaba diciendo como una broma.
—No exageres. —me responde Mira. —No era tan terrible. Además, ni siquiera vimos la original.
—Lo era. —respondo ahora con un tono bromista. —Tu mamá y tu tía se traumaron solo con la escena final.
—Si es que eso era solo el final, no me quiero imaginar el resto de la película. —Ríe su mamá antes de dar la información importante. —Mira, con tu tía vamos saliendo. Prométeme que no van a hacer ninguna estupidez. —Ya sabía esa parte. Lo había hablado con ella, por lo que mi plan aún se mantenía en su camino.
—No vamos a hacer nada, Mamá. —le miente Mira. —Lo más probable es que sigamos viendo películas hasta que sean las doce.
—Ninguna gota de alcohol. No vuelvas a romper mi confianza. —Sé que con eso se refiere a lo ocurrido en la fiesta de publicación.
—Te lo prometo. —Responde con una breve vuelta de ojos.
—Bueno, cuídense. —Agrega antes de apoyarse en el sillón y darle un beso en la mejilla.
—Pásenlo bien. —Decimos al unísono.
—Igual. —Menciona mientras ambas se alejan hacia la entrada. —Y Mira, cero alcohol. —Agrega haciendo un círculo con sus dedos.
—Mamá, no soy estúpida. —Responde mientras vuelve su atención hacia el televisor.
—Nunca dije que lo fueras. —Agrega abriendo la puerta. —Te quiero. —Menciona para luego cruzarla y salir con su hermana.
Esperamos oír el motor del auto para juntar nuestras miradas y, con una breve sonrisa, ambas entendemos que ya es el momento.
—Vuelvo al tiro. —Menciono mientras me levantaba del sillón.
—¡Sí! —responde con alegría. Le doy una sonrisa al alejarme de ella y dejo que mis sentimientos reales vuelvan en cuanto no me está viendo.
Al entrar en su habitación, abro mi bolso y saco una botella de champaña y una lata de Ginger-Ale. La cierro y me voy a la cocina, siempre alerta por si aparece.
—¡Mira! —Le grito mientras dejo la lata en uno de los cajones y la champaña encima del mueble. —¡¿Sabes dónde están las copas?!
—¡No, no! —Me gritó de vuelta. —¡No uses copas por si llegan antes! ¡Utiliza los vasos!
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Aquel Pequeño Rumor
Misterio / SuspensoLAS PALABRAS PUEDEN SER ASESINAS Los rumores corren, no hay quien los pueda evitar. Un simple comentario se puede volver en la noticia más importante, pero eso no significa que fuera mi intención hacerlo. Anastasia tenía sus problemas, todos lo sabí...