Capítulo 36

2 1 0
                                    

Dejé a Mira en su casa y vi desde el auto cómo su mamá la llevaba con disgusto hacia adentro. Luego pasé a dejar a Matthew, despidiéndonos brevemente de toda la incomodidad de la noche.

—¿Segura que no necesitas ayuda con Ester? —Me pregunta con la manilla de la puerta en mano.

—Julia es una mujer fuerte y poderosa. —Menciona Ester mientras intenta levantar ambos brazos en representación de músculos.

—Yo puedo sola, no te preocupes. —Le respondo con tranquilidad en mi voz. —Ve a descansar.

Me da una sonrisa como respuesta, luego se gira y empuja la puerta hacia su salida.

—Cuídate. —Agrega antes de empujar la puerta y seguir caminando a su casa.

Doy un suspiro al pensar que también tendré que buscar alguna forma de arreglar las cosas con él. Puede que ahora no hayamos hablado del asunto, pero solo era para evitar más drama del que yo había ocasionado esta noche.

Enciendo el motor y nos alejamos de su casa.

Esta noche terminé siendo el Uber de mis amigos, pero no de la forma que me hubiera gustado. Prefería terminar la noche riendo con ellos en un McDonald's, comiendo hasta el punto de que la comida subiera a nuestra garganta.

Pero mi vida no estaba en el lugar para enfocarse en las cosas buenas. Estaba envuelta en la muerte de una compañera del colegio. Había descubierto a su asesino y sus razones para matarla, para que luego se desapareciera una de mis mejores amigas.

La investigación se cerraría, pero no habría nada para festejar. Ana seguiría estando muerta, su asesino con vida y con los padres aprovechándose de la tragedia para generar más dinero.

—Julia. —Menciona Ester con la voz relajada. —Tengo que admitir que fue increíble lo que le dijiste a la mamá de Ana.

—¿Tú crees? —Pregunto, mirando brevemente hacia el retrovisor. Ester apunta hacia mí con el cuerpo recostado sobre los asientos.

—Sip. —Resopla en voz grave. —Me gustaría que alguien le dijera algo así a mi mamá.

—¿De qué hablas? —Sin comprenderla, doblo por la calle hacia su casa.

Detengo el auto en frente de su portón y me volteo hacia ella, quien suspira al pensar en su respuesta.

—Que alguien le dijera la verdad. —Dice casi en un suspiro. —Me gustaría que alguien le dijera que yo ya no puedo más. Sé que quiere que tenga buenas notas y que sea la primera de la clase, pero ya no doy más. —Su voz se quiebra. —Todo el tiempo trato de complacerla y es tan difícil lograrlo. Si estoy estudiando mucho, me dice que salga con mis amigas. Si salgo con mis amigas, me dice que debería estar estudiando. No la entiendo, te juro que no la entiendo. ¡¿Qué mierda quiere que haga?! Te juro que si es que sigue así, me voy a terminar suicidando por su culpa. —Y sus sollozos se vuelven el único sonido entre nosotras.

—Ester. —Detiene su llanto, fijando su atención en mí. —¿Es por eso que estás comprando antidepresivos?

Se me queda viendo y pensando en mis palabras, para luego asentir con su cabeza y limpiar su nariz.

—Mira. —Le digo acomodándome en el asiento. —Si en serio te están afectando las acciones de tu mamá, es mejor que hables con ella. No puedes seguir aceptando que te trate de esa manera. —Ester asiente mientras se limpia las lágrimas. —Y si no te toma en serio, que no te importe. Si te la pasas complaciéndola, ¿cómo vas a saber lo que quieres para tu vida?

Sus ojos me miran con detención, analizando mis palabras y retomando mi consejo. O eso es lo que creo, ya que se cubre la boca en cuanto la primera arcada la empuja hacia adelante.

—Abre la puerta. ¡Ahora! —Le digo apresurada.

Ester se desliza a su derecha y en cuanto abre la puerta, una blanca cascada se adelanta a sus pasos.

***

Tuve que repetir la maniobra con Mira y pedirle a la mamá de Ester que me ayudara a llevarla adentro de la casa. Sabía que lo más probable es que Ester estaría enojada conmigo por la mañana, pero no tengo la motivación para además preocuparme de una ebria esta noche.

Cuando ella estuviera sobria, tendríamos que hablar sobre el asunto de los antidepresivos y buscar alguna forma con la que pudiera hablar con su mamá.

Pero mi mente ahora estaba enfocada en cómo lo haría para encontrar al profesor Matías.

Ya no era solo un pedófilo, además era un violador y un asesino, uno que ni la misma policía podía encontrar.

Había sido estúpida para no haber anotado la matrícula de su auto, pero tampoco recuerdo si es que la tenía puesta.

Cata era ahora mi principal forma para poder encontrarlo, pero ella también se había convertido en alguien para encontrar o quizás, ya había aparecido.

De igual forma, ya era muy tarde para seguir investigando. Era pasado de medianoche y no tenía hacia donde más avanzar con mi investigación. Solo me faltaba encontrarlo y todo habría terminado.

Llego a mi casa y estaciono el auto. Tomo la cartera y la pongo en mi hombro para luego apagar el motor. Desciendo de él y noto que mi papá aún no llega de dominó, o tal vez aprovechó para salir a comer con mi mamá.

Me encamino hacia la entrada y la cartera imita mis pasos, volando hacia adelante y hacia atrás. Mis pies suben los pequeños escalones hasta llegar a la entrada.

Indago en las profundidades de mi cartera, logro encontrar mis llaves y las hundo en la cerradura. Pero me detengo al oír la vibración de mi celular. Siento un gran alivio luego de leer la notificación.

00:27
Jueves 14 de abril de 2022

WhatsApp
AA Cata Popo: Dos mensajes nuevos.

No había tiempo para esperar. Necesitaba hablar con ella, explicarle todo lo que había descubierto y así poder ayudar a ambas. A Cata, logrando que se alejara del profesor Matías y mandando a prisión a quien le había quitado la vida a Ana.

Presiono la notificación, pero luego de que esta se carga, siento al miedo tensar los pelos de mis brazos.

AA Cata Popo
En Línea

Hoy

Te lo dije.
00:27 p. m.

No te debías meter
en lo que no te incumbía. ;)
00:27 p. m.

Escucho pasos apresurados, pero al intentar voltearme, soy atrapada por unos fuertes brazos que aprietan mis hombros.

Intento gritar, pero un trapo de dulce aroma cae encima de mi rostro.

Agito los brazos, pero quien me está sujetando aprieta con más fuerza.

Siento el corazón retumbar contra mi pecho; mis pulmones aspiran con fuerza el aroma del trapo.

Quiero golpearlo, pero mis brazos son inútiles frente a su fuerza.

Trato de gritar, pero mi voz se ahoga con la fuerza que ejerce su mano con el paño.

Necesito escapar.

N e c e s i t o e s c a p a r .

A y u d a .

A y u d a .

ʎ

n

p

ɐ

Aquel Pequeño RumorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora