Capitulo 7

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Los invitados entran y le entregan sus regalos a Cristina para luego saludarme. La mayoría llevan mochilas, por obvias razones, pero incluso si es que entran con el alcohol en mano, a los guardias no les importaría.

Mis padres fueron claros con el asunto. Si es que ellos traen, cosa suya, pero que tengan en cuenta que en esta casa nadie les va a dar. Me parece una idea lógica, ya que no son tan idiotas para creer que nadie va a traer, pero a la vez, no se hacen responsables de los actos de los hijos de los demás.

Mientras converso con un grupo de chicas de un curso más grande en una de las esquinas del quincho, Cata se apoya en mí y me da un abrazo.

—¡JULIA! —Anuncia haciendo un énfasis en la A. —Se me acabó el vodka...

Sus brazos caen enfrente de mí.

—¿Ya estás ebria? —Pregunto, haciendo que Cata se aleje y empiece a negar con la cabeza. —Estás ebria.

—No, no, no. Solo estoy felizzz. ¡Muuuy felizzz! —Exclama dando un giro con el vaso vacío.

Las chicas con quienes estaba conversando se ríen de la situación.

—Trata de hacer cosas de las cuales después te arrepentirás. —Menciona una de ellas apuntando a alguien en específico.

Todas nos volteamos a ver. Lucas es un alumno de último año quien estuvo con Cata por cinco meses el año pasado. No le pregunté si lo podía invitar. Es mi cumpleaños, él me cae bien y si le molesta que se joda.

—No, no. —Responde agitando el dedo. —Le terminé por algo y no pienso caer tan bajo.

—¿Ah sí? ¿Y a qué se debe eso? —Pregunta una por mientras que la otra saca su celular.

—Porque los hombres... ¡SON UNA PESTE! —Grita para luego darle un beso a la cámara.

Noto que mi vaso también se está quedando vacío.

—¿Pueden cuidarla mientras me hago un refill? —Pregunto al grupo de chicas.

—Está en buenas manos, Juli. No te preocupes.

Les sonrío y doy media vuelta para ir a mi habitación.

Si es que se quiere avergonzar a sí misma, cosa de ella, pero no iba a ser su niñera en la noche de mi cumpleaños

Entro a la casa y traspasando una multitud de personas conversando en el salón, llego a la entrada, pero de repente, soy detenida por unos grandes brazos que se enrollan en mí.

—Feliz cumpleaños, Julia. —Escucho tras mí una marcada y conocida voz.

Volteo a verlo y sus desorbitados ojos oscuros me miran con gracia. Había olvidado su invitación.

Me limito a sonreírle.

—Gracias, Tomás. —Le digo

Tomás es uno de los mejores amigos de Matthew. Mientras estábamos juntos, lo veíamos constantemente, pero incluso siendo simpático, me molestaba su actitud coqueta.

Puede ser bastante atractivo, digo, cualquier hombre de un metro con ochenta, rubio y marcado lo sería. Pero no respeta límites y sin importar cuantas veces le comenté que yo estaba en algo CON SU MEJOR AMIGO, él seguía insistiendo.

Los hombres no entienden que no es no.

¿Acaso piensan con el pene?

—En un rato podríamos bailar jun...

Doy la vuelta y sigo caminando. No planeo seguir con esta conversación.

Llego a mi habitación y entre medio de la acumulación de regalos, saco una botella de ron con sabor a berries.

Aquel Pequeño RumorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora