Capítulo 33

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Los ánimos no estaban para que nos juntáramos en alguna casa previo a la comida. Tuve que ir a dejarlos uno por uno, hasta que al llegar a la casa de Matthew, me preguntó si es que de igual forma se podía ir conmigo. No se sentía cómodo yendo sin alguno de sus amigos —quienes no habían sido invitados —y prefería llegar con alguien más.

No sabía cómo vestirme para una comida de una publicación de un libro. Busqué inspiración en Google, pero solo encontré imágenes de outfits inspirados en la protagonista de Crepúsculo. Asumí que iba a ser formal, por lo que tome un pantalón recto de color negro y los uni a un top blanco, que relajaba el tacto de mis dedos con su suave tela. No era formal de manera completa, pero logró pasar frente a los demás invitados.

El cabello lo mantendría como lo llevé en el colegio. Alisado hacia atrás y con las orejas descubiertas. Me saqué los aros, que recorrían el largo perímetro de mi oreja, y los cambié por solo dos grandes argollas metálicas.

Me estaba cepillando los dientes cuando sonó el timbre. Escupí los restos de pasta dental en el lavabo y salí de mi habitación, bajando apresurada los escalones en mis calcetines verdes, para evitar el drama de quien venía.

Pero se me adelantaron y para cuando llego a la cocina, Paula ya había atendido el citófono y me miró con la mandíbula caída.

La ignoro y me muevo hacia la puerta principal, tomando un breve respiro antes de abrirla. Una presencia que no incomodaba en frente de mí, con sus grandes ojos celestes, brillante cabello rubio, terno oscuro, camisa blanca y corbata negra.

—Hola. —dice con una sonrisa.

—Hola. —Respondo de vuelta, sintiendo la sonrisa que se forma en mi rostro. —Pasa.

—Te ves preciosa. —dice luego de analizar mi cuerpo.

El rostro se me calienta y me siento tímida frente a él.

Es muy poco probable que cubra mis sentimientos con Matthew. Aparte de cómo reaccioné con la separación, con él me siento cómoda sintiendo lo que hay que sentir.

—Gracias. Tú también. —Respondo de vuelta, pero también, noto que lleva algo colgando de su mano.

—Mierda. —Exclamé mientras él pasaba enfrente de mí.

—Perdón, ¿te pisé? —Se voltea preocupado a preguntarme.

—No. —Niego apuntando con la mirada hacia su bolsa. —Creí que eran para ti.

Él levanta la bolsa a la altura de su pecho.

—¿Los chocolates? —Me pregunta con duda. —Julia, estuvimos saliendo por casi siete meses y se te olvida que prefiero los chocolates de supermercado que los de tiendas caras. —Menciona con una risa, pero mi mente está enfocada en donde sacar un regalo luego de la hora de cierre del centro comercial.

—Recuérdame pasar por la gasolinera a comprar una caja de Ferrero Rocher. —Menciono mientras me deslizo al lado de él y me acerco a las escaleras.

—Julia Vial, comprando los regalos a último minuto. —Menciona en una risa. —No has cambiado nada.

Detengo mi paso con sus palabras.

¿Lo estará diciendo metafóricamente o en serio? No puedo volver a ser persona.

Lo miro, pero no puedo volver esto un asunto y, por segunda vez, me cubro con una máscara frente a Matthew.

—Por lo menos esta vez no voy a comprar cigarros como regalo. —Digo con una aguda risa, pero la suya se detiene y se me queda viendo con duda frente a sus ojos.

Aquel Pequeño RumorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora