Bill Hargrove | Stranger things

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Tormenta════ ⋆★⋆ ════

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Tormenta
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El sol comenzaba a ponerse sobre Hawkins, proyectando largos rayos de luz dorada a través de las ventanas del instituto.

Billy Hargrove, con su característico aire de chico malo, se encontraba en el aparcamiento apoyado contra su Camaro, observando con aburrimiento cómo los demás estudiantes se iban a sus casas.

Sus días consistían en una mezcla de furia contenida y una búsqueda desesperada por algo más que la monotonía de Hawkins.

Por otro lado, estaba Lily, una chica nueva en la ciudad que prefería los libros y la tranquilidad de la biblioteca a las fiestas ruidosas y las multitudes.

Para ella, Billy era el típico chico problemático del que debía mantenerse alejada. Pero, como suele suceder, el destino tenía otros planes.

Una tarde lluviosa, Lily se encontraba en la biblioteca, inmersa en un libro, cuando las luces comenzaron a parpadear y una tormenta eléctrica se desató de repente. La lluvia golpeaba con fuerza las ventanas y el viento aullaba, creando un ambiente casi apocalíptico.

Decidió que era hora de irse a casa, pero al salir, se dio cuenta de que había olvidado su paraguas. Corrió hacia el aparcamiento, solo para encontrarse empapada y sin transporte, ya que su hermano había tomado el coche.

Justo en ese momento, Billy apareció, subiendo a su Camaro. Al verla empapada y luchando contra la tormenta, algo en él se movió, una chispa de empatía que rara vez sentía.

—¿Necesitas un aventón? —gritó a través de la lluvia, abriendo la puerta del coche.

Lily dudó, pero la idea de caminar a casa bajo la tormenta era peor.

—Gracias —dijo, subiendo al coche y cerrando la puerta con fuerza.

Condujeron en silencio por un rato, la lluvia golpeando el techo del coche como una sinfonía caótica. Lily observó a Billy de reojo, notando los detalles que no había visto antes: la tensión en su mandíbula, la tristeza oculta en sus ojos.

—No eres de aquí, ¿verdad? —preguntó finalmente, rompiendo el silencio. Billy soltó un suspiro.

—California —respondió, con un tono que sugería que esa simple palabra cargaba con muchas historias no contadas.

—Debe ser difícil mudarse —dijo ella, con una empatía genuina que lo desarmó. Él asintió, sorprendido por lo fácil que le resultaba hablar con ella.

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