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Entre Vendajes ════ ⋆★⋆ ════
Las luces fluorescentes del hospital emitían un resplandor frío y clínico que contrastaba con la calidez de los recuerdos que Nora tenía de Steve Harrington. Aún recordaba el caos de la batalla contra las fuerzas del Upside Down, la forma en que Steve se había lanzado a la acción, protegiendo a todos los que pudo sin pensarlo dos veces. Pero también recordaba el momento en que lo vio caer, herido por las criaturas que intentaban arrastrarlo hacia su mundo.
Nora no había dudado ni un segundo en dirigirse al hospital en cuanto supo que Steve estaba ahí. La idea de que alguien que significaba tanto para ella estuviera lastimado la había empujado a hacer algo, cualquier cosa, para aliviar su dolor. Había pasado por el restaurante local, pidiendo la comida favorita de Steve "una hamburguesa doble con queso y papas fritas", esperando que un pequeño gesto pudiera levantarle el ánimo.
Mientras se acercaba a la habitación 307, su corazón latía con fuerza. No era solo la preocupación por su salud lo que la tenía así, sino también la sensación de que este momento podría cambiar algo entre ellos. Se detuvo frente a la puerta, tomando una respiración profunda antes de llamar suavemente.
—Adelante, —escuchó la voz de Steve, más débil de lo habitual, pero inconfundible.
Nora empujó la puerta y entró, sus ojos encontrando a Steve recostado en la cama, vendado y con moretones, pero sonriendo en cuanto la vio.
—Nora, no esperaba verte aquí —dijo Steve, su sonrisa suave, pero genuina.
—Lo siento, no pude evitarlo, —respondió Nora, acercándose a la cama. —Quería asegurarme de que estabas bien... y traje esto. —Levantó la bolsa de papel con la comida y la agitó ligeramente en el aire.
Steve soltó una risa suave, que se transformó en una mueca cuando el dolor en su costado lo alcanzó. —Eres un ángel, ¿lo sabías? Ya estaba harto de la comida del hospital.—
Nora se rió con él, pero sus ojos se nublaron con preocupación al ver la forma en que él trataba de no moverse demasiado. Se sentó en la silla junto a la cama y comenzó a sacar la comida, el aroma llenando la pequeña habitación.
—¿Cómo te sientes? —preguntó, mirándolo a los ojos.
Steve suspiró, su sonrisa desvaneciéndose un poco. —Podría estar mejor, para ser honesto. El médico dice que no fue nada grave, pero... duele como el infierno.—
Nora asintió, sin saber muy bien qué decir. Le ofreció la hamburguesa, y Steve la tomó con una expresión agradecida antes de darle un mordisco.
—Gracias por esto, —murmuró después de tragar, sus ojos fijos en ella. —No solo por la comida, sino por venir.—
—Steve... —Nora dudó, las palabras se atoraban en su garganta. —Me preocupas mucho, ¿sabes? Verte así... me asustó.—
Steve dejó la hamburguesa a un lado, sintiendo que lo que estaba por decir no podría esperar. —Nora, yo... lo siento. Siento haberte asustado. No quería que me vieras así, pero... me alegra que estés aquí.—
Ella lo miró fijamente, su corazón latiendo con fuerza. Había algo en su tono, algo en la forma en que sus ojos no se apartaban de los suyos que hizo que el aire en la habitación se sintiera más denso.
—No necesitas disculparte, —dijo ella suavemente. "Has hecho tanto por todos nosotros. Solo quiero que sepas que no estás solo, Steve. Estoy aquí para ti.—
Steve cerró los ojos por un momento, luchando contra la emoción que se acumulaba en su pecho. Siempre había tratado de ser fuerte, de no mostrar lo que realmente sentía, pero en ese momento, no podía seguir fingiendo.
—Nora, he estado pensando mucho... desde que todo esto comenzó, desde que nos enfrentamos al Upside Down por primera vez. No sé lo que habría hecho sin ti. Eres una de las pocas personas que me hace sentir... bueno, que todo esto vale la pena. Que no soy solo un tipo con un bate de clavos.—
Nora sintió una oleada de calor en su pecho, sus ojos comenzaron a picarle mientras luchaba por contener las lágrimas. —Steve, siempre has sido más que eso. Eres valiente, eres... increíble. Y no es solo lo que haces, es quien eres.—
Steve la miró con una mezcla de sorpresa y algo más profundo, algo que había estado ocultando durante mucho tiempo. —Siempre he sentido algo por ti, Nora, pero... nunca supe cómo decírtelo. O si debía.—
Nora sonrió a través de las lágrimas que finalmente empezaban a caer. —Yo también, Steve. Y no quería que te lastimaras para darme cuenta de lo mucho que te importas.—
Con esas palabras, la distancia entre ellos se desvaneció. Steve levantó una mano, y Nora la tomó, entrelazando sus dedos con los de él. El toque fue suficiente para que ambos sintieran una corriente de alivio, algo que habían necesitado durante mucho tiempo.
—Nora, cuando salga de aquí, prometo que... seré mejor. No solo para mí, sino para ti, —dijo Steve, apretando su mano suavemente.
—No tienes que prometer nada, —susurró Nora, inclinándose hacia él. "Solo quédate conmigo.—
Steve asintió, y en ese momento, Nora se inclinó un poco más, cerrando la distancia entre ellos. El beso fue suave, lleno de la promesa de algo nuevo, algo real que había estado creciendo entre ellos, esperando a ser descubierto.
Cuando se separaron, el dolor en el cuerpo de Steve seguía allí, pero se sentía más liviano, menos abrumador. Porque ahora tenía algo más por lo que luchar, algo más que proteger. Y sabía que, pase lo que pase, no estaría solo.
—Gracias por venir, Nora —dijo, su voz apenas un susurro.
—Siempre —respondió ella, con una sonrisa que iluminaba la habitación. Y en ese instante, ambos supieron que, aunque el camino por delante sería difícil, lo recorrerían juntos, de la mano.