Neville Longbottom | Harry Potter

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Una carta para Neville ════ ⋆★⋆ ════

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Una carta para Neville
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Neville Longbottom nunca había imaginado que recibir cartas anónimas podría ser algo emocionante.

De hecho, la primera carta que encontró en su casillero en la sala común de Gryffindor lo sorprendió. Estaba escrita en una caligrafía elegante y contenía palabras de admiración que lo hicieron sonrojarse. Aunque el contenido era halagador, el hecho de que no tuviera un remitente lo dejó intrigado.

A medida que pasaban las semanas, Neville empezó a recibir más cartas.

Cada una parecía ser de una persona diferente: todas describían admiración por sus habilidades y su valentía.

Aunque al principio Neville pensó que se trataba de una broma de mal gusto, pronto se dio cuenta de que las cartas eran genuinas y de alguien que realmente lo apreciaba.

Decidido a descubrir quién estaba detrás de las cartas, Neville comenzó a investigar. Hizo preguntas discretas entre sus amigos y compañeros de casa, pero sin éxito. Incluso trató de analizar el estilo de la caligrafía y el contenido de las cartas para encontrar alguna pista.

Una tarde, mientras estaba en la biblioteca, Neville vio a Lucy, una compañera de Gryffindor en quien siempre había tenido un interés secreto.

Era amable, inteligente, y compartía con él una pasión por las plantas mágicas. De repente, una idea le pasó por la mente. ¿Y si Lucy era la autora de las cartas?

Neville se acercó a ella mientras revisaban libros de herbología. Intentó ser casual, pero no pudo evitar que su nerviosismo se notara.

—Hola, Lucy —dijo, con un tono ligeramente tembloroso—. ¿Tienes un minuto?

Lucy levantó la vista de su libro y le sonrió. —Claro, Neville. ¿Qué pasa?

Neville se aclaró la garganta y se inclinó hacia ella. —Últimamente he estado recibiendo unas cartas... bueno, cartas anónimas. Y, uh, he estado intentando averiguar quién las envía. No sé si te parece raro, pero pensé que quizás podrías ayudarme con esto.

Lucy lo miró con curiosidad, y Neville notó un leve rubor en sus mejillas. —¿Cartas anónimas? Eso suena interesante. ¿De qué hablan?

Neville se sonrojó aún más y comenzó a describir las cartas y su contenido halagador. Lucy escuchó atentamente, y mientras él hablaba, su expresión se volvió cada vez más preocupada.

—Neville, esas cartas... —comenzó Lucy, y su voz parecía un poco vacilante—. ¿Qué es lo que realmente sientes acerca de ellas?

Neville la miró, notando la preocupación en sus ojos. —Son realmente bonitas, pero me siento frustrado al no saber quién las envía. Me pregunto si tal vez alguien me está haciendo una broma, o... o si realmente significa algo.

Lucy tomó una respiración profunda, y finalmente se inclinó hacia él. —Neville, hay algo que debería confesarte. Yo soy la autora de esas cartas.

Neville se quedó paralizado por la sorpresa. —¿Tú? Pero... ¿por qué?

Lucy sonrió tímidamente. —He estado admirando tus cualidades desde hace tiempo. La valentía que demuestras, tu dedicación a las plantas mágicas... todo eso me inspira. Decidí escribirte porque sentía que necesitabas saber cuánto te aprecio. No sabía cómo decírtelo en persona, así que opté por las cartas.

Neville se quedó sin palabras, con el corazón latiendo con fuerza. —Lucy, yo... siempre he tenido sentimientos por ti. Nunca imaginé que podría ser tú.

Lucy se acercó y tomó la mano de Neville con delicadeza. —Creo que ambos hemos estado sintiendo lo mismo. Me alegra que finalmente estemos hablando de esto.

Neville, abrumado por la emoción, la miró a los ojos. Sin pensarlo mucho, se inclinó y la besó suavemente, un gesto que capturó todos los sentimientos acumulados en las cartas y en sus conversaciones silenciosas. Lucy respondió al beso con ternura, y ambos se encontraron en un abrazo lleno de promesas y emociones compartidas.

En el rincón tranquilo de la biblioteca, rodeados por los libros y el suave murmullo de la tarde, Neville y Lucy descubrieron que el verdadero valor de las cartas no solo estaba en las palabras escritas, sino en el profundo sentimiento que finalmente habían compartido.

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