Jerry Baynard | Anne with an e

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Regalo de los Sentimientos════ ⋆★⋆ ════

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Regalo de los Sentimientos
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Era una mañana fresca en Avonlea cuando Jerry Baynard se dirigió al mercado con una única idea en mente: encontrar algo especial para el cumpleaños de Clara. Trabajaba duro en la granja de los Cuthbert y ahorraba cada moneda, por lo que no tenía mucho para gastar. Pero, para él, no se trataba del dinero, sino del significado que quería poner en su regalo.

Jerry recorrió los puestos, pasando por joyas que brillaban y telas finas que él sabía que nunca podría permitirse. Pero, en un rincón apartado del mercado, encontró algo que llamó su atención: una pequeña figura tallada en madera de una mariposa, pintada a mano con colores vivos. Era simple, pero hermosa, y de alguna manera, le recordó a Clara. El precio era justo lo que él podía pagar, así que, sin dudarlo, entregó las pocas monedas que tenía y envolvió la mariposa en un pañuelo limpio.

Al día siguiente, en el cumpleaños de Clara, Jerry se acercó a la casa donde ella vivía. El corazón le latía rápido mientras caminaba por el sendero que llevaba a la puerta. Clara estaba en el jardín, ocupada con las flores, y cuando lo vio acercarse, una sonrisa iluminó su rostro.

—Bonjour, Jerry —dijo Clara, dejando de lado su trabajo para acercarse a él.

Jerry sacó la pequeña figura de su bolsillo, aún envuelta en el pañuelo, y se lo tendió con una mezcla de timidez y orgullo. —Es para ti, Clara, —dijo en su inglés con acento francés, su voz suave y nerviosa. —No es mucho, pero pensé en ti cuando la vi.—

Clara desató el pañuelo con cuidado, y cuando sus ojos se posaron en la mariposa, su rostro se llenó de asombro. —Es preciosa, —susurró, admirando los detalles delicados de la talla. —Jerry, es... es perfecta.—

Jerry se encogió de hombros, sonriendo tímidamente. —Me alegra que te guste. Quería darte algo que pudiera recordarte lo especial que eres.—

Clara levantó la vista, conmovida por la sinceridad en las palabras de Jerry. Durante mucho tiempo había sentido una conexión especial con él, pero nunca había encontrado el momento adecuado para expresarlo. Ahora, con ese pequeño gesto, Jerry había abierto una puerta que Clara había temido cruzar.

—Es el mejor regalo que he recibido, —dijo Clara, su voz suave pero firme. Ella dio un paso adelante, sus ojos nunca apartándose de los de Jerry. —Y creo que es hora de darte algo en retorno.—

Antes de que Jerry pudiera preguntar a qué se refería, Clara se acercó y, con una delicadeza que lo dejó sin aliento, lo besó en la mejilla. Fue un gesto tierno, pero lleno de un sentimiento que ambos habían estado ocultando. Jerry sintió que su rostro se calentaba y su corazón latía con fuerza.

—Clara... —murmuró, sin saber qué decir.

Clara lo miró con una sonrisa que mostraba tanto nerviosismo como decisión. —Jerry, siempre he valorado nuestra amistad, pero hoy me has mostrado algo más. Me has hecho darme cuenta de lo que realmente siento por ti.—

Jerry, aún sorprendido por el beso, encontró finalmente las palabras. —Yo... siempre he pensado en ti, Clara. Nunca he tenido mucho, pero... siempre he querido darte todo lo que puedo.—

—Lo que me diste hoy es más que suficiente, —dijo Clara, tomando la mano de Jerry entre las suyas. —Y quiero que sepas que lo que siento por ti no se mide por lo que tienes, sino por quién eres.—

Jerry sintió cómo una ola de alivio y felicidad lo envolvía. El simple regalo que había comprado con sus pocas monedas había revelado algo que ni él ni Clara se habían atrevido a admitir antes. Apretó la mano de Clara, sintiendo la calidez de su piel contra la suya.

—Merci, Clara, —dijo, su voz temblando ligeramente. —Prometo que siempre haré lo mejor para ti.—

Clara asintió, todavía sonriendo, y se acercó a él, apoyando su cabeza en su hombro. Jerry sintió que, en ese momento, no importaba el dinero que tuviera o los obstáculos que el futuro pudiera traer. Lo único que importaba era que Clara había abierto su corazón, y que él la sostendría en el suyo, siempre.

Juntos, se quedaron en el jardín, el sol brillando suavemente sobre ellos, mientras el pequeño regalo de una mariposa tallada se convertía en el símbolo de algo mucho más grande: el comienzo de un amor sincero y profundo, construido sobre la base de la honestidad y el afecto genuino.

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