Capitulo 10: Ducha

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El apartamento de Vicenzo la cautivó de inmediato, Pero hacía falta algo más que le diera vida, se dijo molesta por su propia debilidad.

Las paredes estaban pintadas en blanco colonial, las alfombras de un color negro, al igual que dos cuadros que colgaban en la sala de estar. Cada vez que daba un paso más adentro, se percataba de la sobriedad de cada uno de los objetos que acomodaban el espacio.

Ella una vez pensó que podía hacer de aquel lugar su hogar.

Vaya tonta que había sido.

El teléfono de Vicenzo sonó en aquel momento.

El se alejó pero no lo suficiente como para ella no escuchar lo que respondía.

—Hermana...No. Eso está controlado. —una pausa larga. — ella es mi esposa. Giovanny, escúchame bien....no te atrevas a involucrarte en esto....no, ella no lo sabe.

¿Ella? ¿Ella misma? Antonella estaba cargada de dudas e incertidumbres.

¿Qué seria aquello de lo que la hermana de Vicenzo le hablaba?

—¡Que lo tengo controlado! — gritó él y seguido cerró la llamada y se guardó el móvil en el bolsillo.

Nella soltó un gritito asustado cuando vio que el se giraba hacia ella.

—¿Qué? ¿Me tienes miedo?

Ella no respondió.

Vicenzo se acercó a ella en silencio.

—Tengo una hermana entrometida. Eso es todo.

—Umm...

Ella no pudo decir ni media palabra.

—¿Quieres tomarte el café ahora o prefieres darte una ducha? — Enzo se acercó a Nella lo suficiente como para que su perfume llenara sus fosas nasales. —me gusta verte con el pelo suelto. — Sin decirle nada más, él le quitó la coleta y dejó que el pelo rubio de ella cayera a ambos lados de su rostro. —mucho mejor.

Los ojos oscuros de Enzo parecían hipnotizarla. Ella estaba dejándose seducir de nuevo.

—Voy...umm...me daré esa ducha ahora. — ella dio un paso atrás y él sonrió.

—Me temes.

—No lo hago. — respondió ella nerviosa. — te dije que no voy a acostarme contigo.

—¿Muy segura de ello? — el dio un paso más hacia adelante para estrechar la distancia y la levantó por la cintura.

Antonella se quedó completamente sorprendida, asustada y presa de las manos de su marido. Sus mejillas se tornaron de color rojo y el la colocó en el sofá acostada con las piernas abiertas y la falda de color gris a medio subir.

—¿No me deseas? — dijo con los ojos llenos de fuego. —mírame a los ojos y dime que ahora no quieres que me hunda en ti y te haga mía.

—Yo no te...— ella no pudo terminar la frase ya que Enzo reclamó sus labios con fiereza. En principio ella no pudo devolverle el beso, sus neuronas estaban congeladas, sus manos estaban contra el pecho de Enzo evitando que este le abrazara. Ambas manos de Vicenzo estaban en su cintura, empujándole contra la cremallera de su pantalón.

Antonella sintió la presión del miembro de su marido y la humedad en sus bragas se pronunció.

Sin darse cuenta, sin permitirse pensarlo, se encontró devolviéndole el beso con la misma pasión.

Completamente poseída por un espíritu de gula y deseo carnal.

Se besaron durante unos extensos segundos y ella sintió la mano de el asomarse a la parte interna de sus muslos. Intentó cerrar las piernas pero no pudo ya que el cuerpo de Enzo se lo impedía.

EL ITALIANO VENGATIVO (EN EDICION)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora